La población en situación de pobreza aumentó en 1,5 millones de personas entre diciembre de 2015 y septiembre pasado, y totaliza 13 millones, mientras que el número de indigentes se elevó en 600 mil en el mismo período y llegó a 2,7 millones, informó el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA).
«Durante el último año, las medidas de ajuste económico; el contexto internacional adverso; la política anti inflacionaria y la rezagada inversión privada y pública agravaron el escenario de crisis», explicó el titular del Observatorio, Agustín Salvia, en conferencia de prensa.
Salvia consideró que esos factores tornaron un cuadro «más recesivo y adverso en materia de empleo y poder adquisitivo para amplios sectores sociales».
Si bien admitió que en los últimos meses se advierte un repunte del empleo, el experto consideró «incierta» la tendencia en materia de ingresos -habida cuenta de las negociaciones paritarias en curso-, y puso en duda que haya beneficios a corto plazo para los segmentos más vulnerables.
Salvia presentó los resultados de una encuesta que abarcó 17 aglomerados urbanos de más de 80.000 habitantes y relevó datos de alrededor de 5.700 hogares.
El estudio muestra que el deterioro de la situación socioeconómica se vincula con las tendencias del empleo: según la UCA la ocupación plena bajó de 43 a 41,4% y el empleo precario descendió de 31,9 a 30,7%; mientras el desempleo creció de 9,4 a 9,9% y el subempleo inestable saltó de 15,6 a 18%.
El especialista estimó «probable» que la próxima medición de datos, que incluirá datos hasta diciembre, muestre un mayor deterioro del mercado laboral.
Por lo pronto, precisó el informe, los niveles de pobreza pasaron de 29% de la población en 2015 a 32,9% el año pasado, en tanto la indigencia se incrementó desde 5,4 hasta 6,9% en el transcurso de los nueve meses medidos.
Esos porcentajes son similares aunque ligeramente superiores a los que relevó el INDEC en su Encuesta Permanente de Hogares para el segundo trimestre de 2016: un 32,2% de pobreza y 6,3% de indigencia.
El impacto de la recesión, dijo Salvia, «habría sido mucho más fuerte durante el primer semestre (de 2016), aunque la situación no se habría revertido durante la segunda parte del año».
«El proceso habría generado un mayor deterioro laboral y en los ingresos de los sectores medio bajos informales, así como una profundización de la indigencia en los sectores más vulnerables», añadió el economista.
En cuanto a los ingresos necesarios para superar los umbrales de la pobreza y la indigencia, el Observatorio consideró que deberían reforzarse en 4.100 pesos en el primer caso y en 2.200 en el segundo.
Salvia sostuvo que «si se mide cuánto tendrían que aumentar los ingresos para cubrir las canastas básicas alimentaria y total, se observa que la brecha era de 23,7% en 2015 y pasó a 34,7% en septiembre para los indigentes; y varió de 32,2 a 34,9% para los pobres».
El informe de la UCA constata también un «cierto incremento» en los indicadores de desigualdad, medidos a través del coeficiente de Gini, que subió de 0,411 en 2015 a 0,436 para personas y de 0,412 a 0,440 para hogares, aunque en esta materia las variaciones son escasas desde 2010.
El análisis de más largo plazo, según advirtió el economista, muestra que «el crecimiento no será suficiente para revertir las desigualdades estructurales que afectan al mercado de trabajo, con efectos directos sobre la indigencia, la pobreza y la exclusión estructural».
Salvia explicó que «de manera independiente del crecimiento económico o de la ampliación de las políticas sociales, existen barreras productivas estructurales que impiden la inclusión de los núcleos de marginalidad».
«Tanto la desigualdad persistente como la pobreza estructural -indicó- son resultado de un modelo económico productivo concentrado y desequilibrado con efectos de exclusión y desigualdad a nivel sociolaboral».
De allí, concluye el Observatorio de la UCA, que «aunque devengan inversiones, no habrá derrame hacia los sectores menos dinámicos si no hay políticas activas de desarrollo local y regional, hacia el sector informal y las economías sociales».