Las escuelas argentinas aun «están lejos de alcanzar una meta de innovación» y de construir una arquitectura «que las saque del modelo de enseñanza tradicional» , por lo que los docentes «no deben bajar los brazos desde lo pedagógico pese a que están desbordados por su multiplicidad de tareas y reclamos «, aseguraron especialistas de educación y funcionarios.
Los expertos debatieron en el XII Foro Latinoamericano de Educación organizado por la Fundación Santillana, realizado esta semana en Buenos Aires, en torno a la innovación en la escuela secundaria y a los desafíos que plantea en la región lograr la calidad educativa, habiendo alcanzado la meta de la inclusión y la mejora de los accesos a las escuelas.
Hay una mezcla de lo pedagógico con las condiciones de enseñanza y la falta de financiamiento. Todos los docentes están desbordados por una multiplicidad de tareas y realidades de sus alumnos que obstaculiza la función de un proyecto de repensar las clases. Hay que saber diferenciar estas dos dimensiones», dijo Axel Rivas, co-director del Programa de Educación de Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
El especialista, autor del documento base que se debatió en el Foro, manifestó la necesidad de «no usar los reclamos por mejores condiciones de enseñanza como excusa para bajar los brazos por mejorar las prácticas pedagógicas y de trabajar con los alumnos de una manera que los desafíe».
Los resultados del Operativo Aprender tomado en octubre pasado revelaron que la mitad de los alumnos se aburre en la escuela, en especial en el nivel secundario, pero que la mayoría de los chicos tienen ganas de estar en el colegio, por lo que los especialistas llamaron a buscar en la innovación la clave para poder recuperar en los niños su pasión por aprender.
Mariano Jabonero, director de Educación de la Fundación Santillana, aseguró que la educación secundaria «está en decadencia en la región por la falta de motivación de los alumnos» pero aseguró que innovar «no es gratis» y que la cobertura «dejó de ser una prioridad, ahora lo que se reclama es calidad».
Andrés Delich, director de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y ex ministro de Educación, precisó que los argentinos «somos conservadores para innovar. Desde la OEI monitoreamos la metas 2021 en educación, y en algunas como la cobertura se cumplen pero en otras hay debilidades, como en el aprendizaje de los chicos».
«Nuestro sistema educativo es rígido e impermeable a las innovaciones, que no es sólo incorporar tecnología en las aulas, sino dotar a la escuela de nuevos instrumentos pedagógicos para pensar otros formatos institucionales», sostuvo el dirigente.
El secretario de gestión educativa del Ministerio de Educación, Max Gulamnelli destacó: «Nos topamos con la dificultad de generar una alta demanda social por una mejor educación, esto no va a la cabeza de los funcionarios. Ahora estamos educando para chicos que se recibirán dentro de 20 años, en donde no se sabe con qué mundo se encontrarán».
«El desafío es formar ciudadanos para el siglo 21 en un mundo impredecible, por lo que hay que preguntarse como nos preparamos para esto, que habilidades entrenamos. Nuestros estudiantes van a construir ese mundo que se viene, ellos le pueden ganar al hambre y a la pobreza y fundamentalmente al desencuentro», sostuvo Gulmanelli.
Precisó que «ya no tenemos que discutir el acceso a los sistemas educativos, ahora tenemos dos desafíos, que los alumnos se queden en la escuela y que entiendan que esa escuela no es sólo un lugar de llegada. No hay inclusión sin calidad».
Para Rivas uno de los aspectos centrales de la mejora en la calidad educativa «es innovar y hoy el concepto de innovar se toma como un fetiche, hay como una moda de la innovación, pero lo que hay que ponerse a pensar es una nueva escuela que rompa con un modelo tradicional y que pueda responder a una pregunta que se hacen los alumnos: Para qué estoy en la escuela».
«En la escuela tradicional los alumnos deben memorizar un texto y repetirlo en los exámenes y su única motivación es el temor a lo que podrá pasar. Ahora el centro de la pedagogía es responder la pregunta de los alumnos del para qué estudia. Estamos en una etapa de transición en este cambio pero no hemos encontrado el reemplazo a la arquitectura del modelo tradicional que funcionó en el pasado», indicó Rivas.
El especialista destacó: «no hay que pensar dos velocidades para la innovación, una que vaya por el lado de la financiación y, una vez que esto esté mejor iniciamos la mejora al sistema. Hay que combinar ambos factores sin una transformación drástica de un día para el otro y esto lo debe hacer el Ministerio de Educación con las escuelas».
«La innovación debe ser algo alcanzable, trabajar con hipótesis realistas , no ser algo de ciencia ficción, sino practicable en todas las escuelas» detalló Rivas y añadió: «Hay distitnos tipos de resistencias, los que buscan seguir con el sistema tradicional y los que resisten no a la innovación sino que ponen por delante que faltan condiciones para esos cambios. El desafío es buscar algo distinto que desafíe al alumno, sea practicable y sentir que vale la pena».