El licenciado en nutrición Sergio Britos remarcó que la obesidad «se duplicó desde 1980 en más de 70 países y en la Argentina se confirmó esa tendencia», al tiempo que destacó la necesidad de que se implemente «el etiquetado frontal de alimentos para que el consumidor comprenda rápidamente la composición de un producto».
«En Argentina la tendencia se confirma, no solo en pre-adolescentes -los niños obesos pasaron de 4,4% a 5,9 2007 y 2012- sino también en adultos -de 14,6% a 20,8% entre 2005 y 2013-«, sostuvo.
Britos, que además es director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) y profesor asociado de la Escuela de Nutrición de la UBA, indicó a radio Mitre que «hoy una de las discusiones clave que se está dando en el mundo y en países de la región es la implementación del etiquetado frontal de alimentos, o cómo informar de manera fácil al consumidor para que comprenda rápidamente la composición de un producto».
El especialista señaló que «un dato impactante es que el 39 por ciento de las muertes relacionadas con un índice de masa corporal elevado ocurre en personas con sobrepeso, no obesas» y en ese aspecto explicó que si se considera «que el sobrepeso es la principal manifestación de malnutrición, la meta más razonable es ver cómo empezar a revertir la tendencia de aumento, considerando que más de la mitad de los argentinos adultos ya lo padecen».
«Por eso es importante la implementación del etiquetado frontal de alimentos», detalló.
«Chile sancionó el año pasado una ley que regula mensajes de advertencia, a través de sellos negros en la etiqueta cuando un alimento o bebida tiene contenidos altos de grasas saturadas, sodio, azúcares o calorías», afirmó.
Además, prosiguió: «su aplicación aún es controvertida, ya que por ejemplo una manteca con agregado de sal tiene un sello negro que advierte el alto contenido de sodio, pero la misma manteca, sin agregado de sal pero con el mismo exceso de grasas saturadas, no tiene ningún sello».
Britos indicó que «en Francia se acaba de regular un sistema de aplicación voluntaria, llamado NutriScore, que evalúa no solo los nutrientes negativos sino también el contenido de proteínas, fibra, frutas o verduras».
«Lo que vale en el sistema francés es el puntaje total, traducido a etiquetas con cinco posibles colores que van desde el verde hasta el rojo. Uno (Chile) pone el foco en la exclusión, y otro (Francia) en la educación», agregó.
Asimismo, el licenciado en nutrición precisó que «se sabe muy bien que en la mesa de los argentinos hay tres inadecuaciones: los excesos (azúcares, sodio y almidones); los déficits (verduras, frutas, lácteos, legumbres y cereales integrales); y el uso familiar de los alimentos».
«Tenemos en la obesidad infantil un problema de magnitud y que debemos atender rápidamente: es necesario enfrentarlo con estadísticas y evidencias, y poner en el centro del debate el objetivo final: hábitos más saludables, encarando lo que sobra, pero sin descuidar lo que falta y lo que hacemos mal en casa», concluyó.