Argentina se ubica cerca de la mitad de un ránking global publicado hoy por la Unión Internacional de Comunicaciones (UIT) sobre el estado de la ciberseguridad -en el marco de un crecimiento sostenido de amenazas informáticas-, que tiene a Singapur como el país con el enfoque más completo y a Latinoamérica como la segunda peor región del mundo.
El Índice Global de la Ciberseguridad (GCI, por sus siglas en inglés) ubica al país en el puesto número 63 de un ránking de 134, elaborado en función de variables sobre el desarrollo nacional en cinco campos «fundamentales»: el jurídico, el técnico, el organizativo, el desarrollo de capacidades y la cooperación.
Para elaborar el índice el organismo que depende de Naciones Unidas construyó 25 indicadores en torno a 157 preguntas, siguiendo el criterio de la relevancia otorgada a las políticas sobre los cinco «campos fundamentales», la información disponible sobre el tema (y su calidad) y la posibilidad de cruzar esos datos con los de fuentes secundarias.
Según se desprende del reporte, en Argentina la cuestión legal es la más elaborada, mientras que entre los puntos flojos destacan las reglas existentes para las empresas y el desarrollo en medidas de protección de los niños.
Asimismo, el país recibe baja calificación en cuanto a la existencia y disponibilidad de métricas, la escasez de campañas de concientización pública, de programas educativos y de desarrollo de la industria local, así como la limitada participación público-privada y la falta de acuerdos bilaterales y multilaterales.
Argentina no escapa de una realidad regional que encuentra a América como la región menos preparada después de África, por debajo de los países árabes, Asia y Pacífico, naciones de la extinta Unión Soviética y Europa, en el extremo superior del Índice.
Así, mientras Estados Unidos (2º) y Canadá (9º) están entre los más desarrollados, el país latinoamericano con mayor avance en el área es México (28º), seguido por Uruguay (29º), Brasil (38º), Colombia (46º), Panamá (62º), Ecuador (66º), Perú (79º), Venezuela (80º), Chile (81º), Paraguay (87º), Bolivia (134º) y Cuba (153º).
El Estado que tiene un enfoque casi perfecto de la ciberseguridad es Singapur, que se destaca en todos los frentes y encabeza un «top ten» en el que siguen Estados Unidos, Malasia, Omán, Estonia, Isla Mauricio, Australia, Georgia y Francia (ambos en el 8º lugar), Canadá y Rusia.
Entres las demás potencias en materia de desarrollo informático, siguen Japón (11º), Reino Unido (12º), Israel (20º), India (23º), Alemania (24º) y China (34º).
«El panorama general muestra la mejora y el fortalecimiento de los cinco elementos del programa de ciberseguridad en diversos países de todas las regiones» comparado con el último Índice, señala la UIT en el texto, y advierte que «la difícil situación en las regiones de África y las Américas demuestra la necesidad de un compromiso y apoyo continuos».
Entre los principales desafíos a la seguridad informática la investigación ubica que «uno de cada 131 correos electrónicos enviados (en el último año) fueron maliciosos», lo que representa la tasa más alta en cinco años.
En esta línea, llama la atención sobre la circulación de ransomware, el tipo de malware que encripta archivos del equipo infectado y los libera a cambio de un rescate monetario, como el WannaCry, que en mayo afectó a cientos de miles de computadoras en más de 150 países.
«El ransomware continúa siendo una plaga para las empresas y los consumidores, con campañas indiscriminadas empujadas por volúmenes masivos de correos electrónicos maliciosos», precisa.
«Los atacantes están exigiendo más y más a las víctimas», continúa, y precisa que en 2016 el promedio de los «rescates» exigidos por este tipo de malwarte fue de 1.077 dólares, frente a los 294 dólares del año anterior.
«La escala del delito cibernético hace que sea crítico para los gobiernos contar con un robusto ecosistema de ciberseguridad para reducir las amenazas y aumentar la confianza en el uso de las comunicaciones y servicios electrónicos», señalan los investigadores.
La investigación da cuenta de «una clara brecha» entre países en términos de «conciencia, comprensión, conocimiento y finalmente capacidad para desplegar estrategias, capacidades y programas adecuados para asegurar un uso seguro y apropiado de las TIC como facilitadores del desarrollo económico».
La ciberseguridad, recuerda el texto, es una parte cada vez más importante de nuestra vida ya que «el grado de interconectividad de las redes implica que todo puede ser expuesto, y todo, desde la infraestructura nacional crítica a nuestros derechos humanos básicos, puede verse comprometido».
Los datos muestran que «los países en desarrollo carecen de expertos en ciberseguridad bien formados, así como de una apreciación minuciosa y de la educación necesaria en ciberseguridad para la aplicación de la ley y con continuos retos en los poderes judicial y legislativo».