La comunidad autonómica de Cantabria, en el norte de España, es un pequeño territorio de un poco más de 5.300 kilómetros cuadrados abrazado por un imponente cordón montañoso y abierto al mar, con más de 200 kilómetros de costas, y que guarda en su interior innumerables tesoros arqueológicos, culturales y gastronómicos.
«Nuestra historia se remonta a 35.000 años, tanto como decir la historia de la humanidad, como lo demuestran las Cuevas de Altamira, en Santillana del Mar», dijo a Télam Eva Bartolomé Arciniega, directora General de Turismo del gobierno de Cantabria.
Como integrante del producto turístico «España Verde», que incluye a las comunidades del País Vasco, Asturias y Galicia, la región de Cantabria comparte con éstas últimas un paisaje donde predomina la naturaleza protegida y cuidada, el turismo sostenible y un rico patrimonio histórico.
«Apostamos al turismo internacional -el nacional ya nos es fiel-, porque viaja mucho más fuera de temporada y encaja con nuestra oferta, porque busca cultura, paisaje, naturaleza, incluso compras, y nosotros todo eso lo podemos ofrecer», explicó.
Y además, los 200 kilómetros de playas sobre el mar Cantábrico, desde las urbanas y pequeñas como las de la ciudad de Santander, hasta las más grandes, como en Laredo, de ocho kilómetros de extensión.
La comunidad, que es uniprovincial y cuenta un poco más de 500 mil habitantes, posee una riqueza gastronómica que se traduce en 8 estrellas Michelín y una fuerte impronta de comida tradicional.
«Tenemos muy buena materia prima en pescados y mariscos que ofrece el Cantábrico, un mar bravo que golpea fuerte, y además tenemos montañas y ganado que pasta libremente y entonces la carne es muy sabrosa y sana», precisó.
Otra de las características de Cantabria es la huella que dejaron los llamados «indianos», aquellos que emigraron a América y que regresaron a sus tierras luego de hacer fortuna al otro lado del océano.
«Cantabria tenía una población emigrante que después volvía a la tierra porque era muy nostálgica y volcó parte de sus riquezas en sus lugares de origen, como el caso de Comillas, el primer pueblo de España que tuvo alcantarillado público y después iluminación», explicó Bartolomé Arciniega.
Contó que en todos los pueblos de Cantabria hay muestras de edificación indiana que combinaba la arquitectura local con la del país al que emigraban, «y después les gustaba devolver al pueblo mucho de lo que ellos habían conseguido en forma de hospitales, alumbrado, iglesias y escuelas, entre otras».
También hay otros tesoros arquitectónicos, como el «Capricho de Gaudí», una de las tres construcciones que el famoso modernista catalán, Antonio Gaudí, realizó fuera de Barcelona.
Ya en Santander, capital de la comunidad y pionera en el programa de ciudades inteligentes, destaca el Palacio de la Magdalena, que fue residencia real, y el Centro Botín, de arte contemporáneo.
«En 2019 fuimos la única Marca Turística que ha crecido de forma importante en el turismo internacional, mientras que en el resto de España han sufrido más el impacto del Brexit o la caída de Thomas Cook, un golpe básicamente a la zona mediterránea, mas orientada al turismo de playa», aseguró la funcionaria.
Y para acompañar ese crecimiento, el nuevo tren premium Costa Verde y el tradicional Transcantábrico de lujo, que recorren las cuatro comunidades de la España Verde, son dos productos esenciales porque aportan turismo internacional.
«De hecho los clientes que compran este producto vienen de todas partes, porque es una tendencia global la de disfrutar, no ser turistas sino ser viajeros, yo creo que esa es la diferencia, porque el viajero se deja invadir por el destino de forma sosegada», destacó.