Con el fin de establecer una suerte de «manual de instrucciones» para el artista principiante, un grupo de creadores consagrados fue consultado en busca de consejos para quienes piensen en dedicar su vida a las artes plásticas y visuales, y entre las sugerencias figuran trabajar mucho, esforzarse, encontrar una voz propia, seguir tanto la intuición como la razón y saber que, solo con el talento, no alcanza.
En un ejercicio lúdico propuesto por Télam, artistas de diversas disciplinas como Antonio Seguí, Liliana Porter, David Lamelas, Alberto Goldenstein, Eduardo Stupía, Mireya Baglietto y Alberto Bastón Díaz se animaron a arriesgar algunas claves para una especie de guía orientativa para quienes recién comienzan.
¿Cómo planificar una carrera artística? ¿Cómo moverse sin trastabillar por el serpenteante camino de los comienzos? Si el objetivo imaginario es hacer realidad los sueños, entonces sería bueno saber desde el principio si habrá que planificar en detalle o improvisar sobre la marcha, conectar con la creatividad o dejar comandar a la razón por sobre la pasión. Ser pragmático, probar todo, no desanimarse frente a las adversidades o insistir se plantean así como tesituras posibles.
En esta retahíla de dudas que en gran medida suelen signar los comienzos de casi cualquier carrera, los artistas consagrados se manifiestan con varias coincidencias pero también divergencias que esbozaron en sus declaraciones a Télam.
«El estado de las cosas actual parece haber instaurado el espejismo de la artisticidad instantánea, es decir, se es artista a partir del momento mismo en que se decide serlo», reflexiona Eduardo Stupía (1951).
«Ya no hay principiantes ni primerizos, porque las categorías de progresión y aprendizaje se han diluido, los modos de valoración del arte son universalmente inclusivos, y aún los lenguajes más vacilantes y precarios gozan de legibilidad y legitimidad», prosigue.
«Entonces, a cualquiera que se dedique al arte ahora le diría que desconfíe de aquello de lo que está más seguro», señala este artista ganador de numerosos premios en la categoría dibujo, que ejerce la docencia en Artes Visuales desde 1986.
Por su parte, David Lamelas (1946), pionero del arte conceptual, quien pronto exhibirá una retrospectiva en el Malba, opina: «Si sos artista ya diste el primer paso desde siempre. Si sos o te interesa ser artista, los primeros pasos parten desde el nacimiento», asegura.
«Un artista está siempre en la carrera artística», se suma por su parte el escultor Alberto Bastón Díaz (1946), en referencia a la artificialidad de pensar en un momento cero para una carrera.
El consagrado artista cordobés Antonio Seguí (1934), radicado en Francia desde hace décadas y reconocido por sus pinturas de pequeños hombrecitos, si bien es un tanto reacio a los consejos, se prestó a la consigna propuesta por Télam: «A alguien que está empezando le diría que esté seguro de su vocación, que sea muy curioso, que para llegar a algo hace falta trabajar mucho, y que sea consciente de que llegar a hacerse un lugar es duro y difícil. Y que no deje de cultivarse», sintetizó.
En esa línea opina la artista Liliana Porter (1941): un aprendiz debe «ser estudioso. Tratar de descubrir sus propias preguntas, su propia voz. Para llegar a resultados concretos e interesantes se necesita disciplina y compromiso. Lo que se da en llamar ‘el talento’ no alcanza», confía la reciente ganadora del Gran Premio Homenaje del Premio Nacional de Pintura del Banco Central de la República Argentina.
El consejo a un novato de Lamelas es «que trabaje fuerte, que piense mucho. Y que trate de hacer lo que otros no hacen. Nunca copiar. La intuición es fundamental, aparece primero y luego conecta con la razón. No hay que esperar el éxito», resume el argentino radicado entre Francia y los Estados Unidos.
La artista Mireya Baglietto (1936), creadora del arte núbico, una experiencia emblemática del arte participativo con telas y espejos que alteran la percepción del espectador, aconseja «no meterse de ‘sopetón’ en una escuela de arte. La escuela es para después, cuando ya se tienen más claras las inquietudes. El arte es muy vasto y en esa vastedad está implícito el desarrollo de caminos que quizá no respondan a ninguno conocido», apunta.
«Que se divierta y pruebe todo», sugiere por su parte el fotógrafo Alberto Goldenstein (1951), docente y curador durante más de una década del espacio de Fotografía del Centro Cultural Rojas. «Que viva experiencias que son la materia prima fundamental», agrega.
«Para un artista lo más importante es su intuición. El arte está en la zona de la insensatez y de lo inexplicable, no es una ciencia. La razón usala para no dilapidar el dinero, si te llega a ir bien», asegura Goldenstein.
Según Stupía, «la intuición y la razón son igualmente imprescindibles y tramposas. A veces la razón cierra prematuramente el campo que la intuición quiere dejar abierto, y a veces la intuición embarulla lo que la razón ha resuelto», sentencia.
Para Baglietto «con la intuición a la cabeza, la razón acompaña y concreta».
«¿Si la intuición o la razón? -se pregunta por su parte Bastón Díaz-. ¡En la realización de la obra todo vale!», responde.
Y alerta: «El mercado de arte es muy pequeño en la Argentina. Por lo tanto, yo traté de hacerme una situación económica que me permitió en los primeros años tener la solvencia suficiente como para poder abordar la realización de mi obra sin depender del mercado y hacer exclusivamente lo que se me antojaba».
Para Stupía «hoy por hoy parece que la planificación es la marca estratégica más generalizada, especialmente si nos atenemos a las exigencias e influencias de las políticas del arte en el campo del lenguaje. Al mismo tiempo, cada vez es más difícil dejarse llevar, porque estamos muy domesticados y programados. No nos dejamos llevar sino que más bien dejamos que nos lleven».
Finalmente, desde la óptica de Goldenstein, «la ventaja de no haber dado ni un paso en la carrera es que te podés imaginar un futuro y una obra genial. Hasta que diste el primer paso, claro».