En la Argentina la expectativa de vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de 76 años. Pero, de acuerdo a un especialista, se pueden vivir 100 años debido a tres factores: la compañía, mantener intereses diversos a lo largo del tiempo y la genética.
El doctor en Medicina Carlos Presman, autor del libro «Vivir 100 años», señala que el factor genético tiene menos importancia de lo que habitualmente se cree en la longevidad (pesa entre el 10 y 20 por ciento), mientras que son claves las condiciones socio ambientales (60%) y las patologías (30%).
Aunque más difícil de medir, enfatiza que la motivación para vivir, «el proyecto, la idea de futuro» prolonga la vida hasta en unos diez años.
A Presman lo inquieta que la ancianidad se use como un «disvalor, como un fracaso. El rechazo y el abandono de los viejos es una enfermedad de autoagresión». No hay que asociar la vejez a la enfermedad, repite, ya que se puede llegar a los 100 años con los cambios propios del envejecimiento, pero sin patologías.
Aporta que dos tercios de los mayores de 65 años en los países desarrollados y con menor inequidad llegan activos, independientes y sanos, por lo que la «responsabilidad colectiva de mejorarles la calidad de vida» está sobre el tercio restante. «Escucharlos» es, a su entender, un aspecto crucial.
Desde lo médico, los extremos de la asistencia son la «gerontofobia» (el abandono) y los «encarnizamientos» sea terapéutico, farmacológico (para cada síntoma una receta), derivativo (desfile por especialistas), complementario (solicitar todos los métodos diagnósticos posibles) y el tiempista, «no darles tiempo en la consulta».
Presman advierte que, con el paso de los años, hay «más conciencia de la muerte; se habla de ella con más naturalidad». De su experiencia en el consultorio se desprende que la preocupación está en «no sufrir en lo emocional, porque los dolores físicos los soportan, y en no molestar a los demás».
Presman reitera que no hay una receta universal para vivir 100 años, pero sí sugerencias efectivas como 30 minutos diarios de actividad física, una alimentación variada en colores (en especial de frutas y verduras) y, sobretodo, la pertenencia comunitaria. «Es crucial que haya otro que motive a vivir. Por eso es importante trabajar el momento de la jubilación, reemplazar el ámbito laboral por otro, tener capacidad de adaptación».