La histórica cumbre entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par de Corea del Norte, Kim Jong-un, abre las esperanzas de la industria textil norcoreana de entrar al mercado global con precios más bajos, lo que impactaría en los países asiáticos vecinos.
Los últimos datos publicados por el sitio especializado Business of Fashion (BOF), marcan que la industria textil y de vestimentas de Corea del Norte tenía en 2016 un valor estimado en 725 millones de dólares, lo que significa una parte sustancial de su economía.
Incluso con las sanciones económicas aplicadas al país en represalia por su armamento nuclear, la fabricación de prendas emplea a un número significativo de norcoreanos en fábricas estatales de todo el país, informa BOF.
Esto se atribuye, en gran medida, al hecho de que el sector de textiles se incluyó en la lista de sanciones de las Naciones Unidos (ONU) apenas en septiembre de 2017.
Estrictamente en cuanto a la moda, Kim Jong-un amplió la importación de artículos de lujo después de llegar al poder, en 2012, antes de que sobreviniera el endurecimiento de las sanciones de la ONU.
De hecho, la esposa del mandatario, Ri Sol-ju, tiene una afición por los vestidos ajustados al cuerpo y es vista como una especie de icono de estilo.
La periodista Carol Giacomo, del New York Times, contó en octubre de 2017 que fue invitada a Pyongyang, donde comprobó que varias mujeres jóvenes llevaban bolsos de moda. Si bien en su viaje como enviada no se le permitió visitar tiendas, observó numerosas falsificaciones chinas.
Pero el punto es que también ocurre a la inversa, puesto que ya que hay cadenas clandestinas de suministro de ropa y calzado hechos en Corea del Norte hacia los mercados occidentales.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre en la ciudad fronteriza de Dandong (China), donde funciona un centro de negocios para los fabricantes chinos de ropa.
El modus operandi es muy simple: los fabricantes envían sus telas a fábricas clandestinas a través del río Yalu, en Corea del Norte, y etiquetan las como «Made in China» las prendas que reciben, con lo que ahorran hasta el 75% de los costos de producción.
«No podemos negar que hay una gran oportunidad aquí», le dijo a BOF Gerhard Flatz, director general de KTC, una fabricante de ropa deportiva en Guangdong, China.
En esa línea, el ejecutivo aseguró que «los chinos han estado usando mano de obra norcoreana en Dandong durante años».
«De los informes que he leído, la mano de obra también se transfiere al otro lado de la frontera», enfatizó.
La frágil situación de los trabajadores norcoreanos que emigran a China se traduce en salarios significativamente más bajos que los chinos. Flatz asegura que por lo que ha escuchado, estos trabajadores migrantes viven en condiciones de «casi de prisión».
Flatz arriesga que Corea del Norte podría convertirse en el Este de África del futuro, pero mejor posicionada, y desempeñar así un papel significativo en la fabricación asiática, cuando las marcas reubiquen sus fuentes de producción.
La fabricación en Corea del Norte podría permitirles acercar el abastecimiento a las cadenas de suministro formales, al tiempo que producir en uno de los mercados laborales más baratos del mundo, donde los salarios equivalen a la mitad de los chinos.
A medida que China se concentra en producir prendas técnicas más complejas y que la escasez de mano de obra en la vecina Vietnam se agrava, un sector manufacturero norcoreano reformado podría resolver una serie de problemas regionales de la cadena de suministro.
«Durante muchos años, las industrias de bajo costo tuvieron que mudarse a países como Indonesia y Bangladesh, por lo que la llegada de Corea del Norte a la escena sería bienvenida y ciertamente aumentaría la competencia entre esos países», afirma Flavien Serra, director de DTL Sourcing.
El panorama llegó a incluir fábricas fronterizas intercoreanas clandestinas, donde empresas de Corea del Sur fabricaban prendas en lugares como el Parque Industrial Kaesong, que generó tensión entre los dos países de la península y terminó cerrando en 2016.
Ese antecedente sugiere que las fábricas norcoreanas que trabajen abiertamente con las principales marcas internacionales probablemente sean operadas por fabricantes chinos o surcoreanos y que, razonablemente, se vuelvan parte de sus cadenas de suministro.
De todas maneras, la única certeza por ahora es la histórica cumbre entre Trump y Kim y que de ella dependerá si se levantan las sanciones a Corea del Norte.
El tiempo dirá si el mundo comienza a vestir a precio de ganga prendas hechas en Corea del Norte, donde aún lo que más prevalecen son los uniformes confeccionados en la fibra Vinalon.