Tres propuestas pedagógicas «no tradicionales» coinciden en priorizar el vínculo con cada niño, un ambiente rico en posibilidades y los saberes de las comunidades originarias como parte de una tendencia de época que incluso contempla, en los proyectos menos institucionalizados, la no escolarización de los niños.
Más allá de que se desarrollen en casas o en escuelas que parecen casas y tengan o no «reconocimiento oficial», estas iniciativas que nacieron en barrios de Benavidez, Maschwitz, o Escobar, a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad de Buenos Aires, coinciden en cuestionar las relaciones de poder/saber que se dan en la experiencia entre los adultos y los niños.
El Múltiple Formante, Raíces y Alas, y Delta Montessori son tres proyectos que surgieron de docentes, entre ellos padres y madres, en busca de propuestas menos institucionales para sus hijos, pero todos son el fruto de un trabajo pedagógico planificado y organizado en función del aprendizaje.
«Nuestra experiencia no tiene ninguna semejanza con lo que se conoce como ‘homeschooling’, o educación en casa -a cargo de los mismos padres y por fuera de las instituciones públicas y privadas-, ya que consideramos ‘la familia’ como otra institución a problematizar», dijo a Télam Adrián Mancuso, integrante de «El Múltiple», tal como se lo conoce.
«Tanto la familia como la escuela fallan en lo mismo desde la perspectiva de la emancipación», señaló sobre la experiencia del «homeschooling».
La propuesta que nació en 2013 en los alrededores de la localidad bonaerense de Maschwitz gestionó de manera autónoma un grupo de aprendizaje para chicos de entre 5 y 11 años, algunos de los cuales iniciaron un proceso de no escolarización en función de la experiencia no formal.
«El Múltiple no se suscribe a ninguna pedagogía ni intenta establecer una nueva, tampoco adopta ninguna estructuración reproductiva o dogmática. Lo que ofrece es un entorno rico en posibilidades, horizontal y autogestivo que promueve el desarrollo de las capacidades individuales y colectivas», precisó Mancuso.
El grupo, que llegó a sumar 16 niños de distintas edades, incluye chicos que van a la escuela, otros que rinden exámenes periódicos o cursan a distancia y otros que resuelven su escolaridad cuando lo consideran necesario, señaló el integrante de El Múltiple.
A pesar de que Raíces y Alas es una institución dependiente de la Dirección provincial de Educación de Gestión Privada (DIPREGEP), su proyecto pedagógico también cuestiona la verticalidad del saber y por eso «tiene puesta la mirada en los niños y sobre todo la escucha», dijo a Télam Oscar Fernández, director de la escuela que abrió sus puertas en Escobar hace 14 años.
Este año, «el plantel apuntará a la articulación horizontal y vertical de contenidos y roles siempre poniendo el eje en que cada niño es un individuo al que hay que saber escuchar. Nuestro proyecto privilegia a los chicos en sus procesos personales y los integra sin poner el eje en la edad sino en las necesidades y deseos», explicó el director del proyecto coordinado por la psicóloga Haydeé Larramendi.
Kusi ñawi (en quechua ‘ojos alegres’) es una docente de quechua que articula Ciencias Sociales desde su taller de Pueblos y Culturas y su colega Sankay Sisa (pimpollo de cardón) se comunica a través de su caja, instrumento de piel de cabra y madera que guarda «el latido de la tierra» -según ella misma definió- con el que logra «encontrar el camino de la mirada» del niño.
Sankay -atenta a los procesos y a la presencia «aqui» y «ahora» del niño que llega a la escuela– cree que «no hay chico que se porte mal» y que cuando eso pasa es nuestra función «encontrar la forma de vincularnos con él».
«La huerta, las aulas de barro que levantó la comunidad educativa y la radio en construcción son espacios de aprendizaje; y las fechas como el Día de la Mujer o el Día de la Memoria, Verdad y Justicia son oportunidades para comprender el mundo que nos rodea», sostuvo Ana Rodríguez, la profesora de matemática de Raíces y Alas que pone en juego los contenidos de la materia a través de «problemáticas a resolver».
Paradójicamente, «mientras las inspectoras (del sistema educativo privado) recomiendan la escuela para los chicos que no se integran fácilmente a otras instituciones, Raíces y Alas no recibe la subvención de la provincia de Buenos Aires a pesar de las gestiones que se hacen desde hace años», sostuvo el director.
Al llegar a la escuela Delta Montessori, es seguro encontrar pares de zapatos de niños y adultos a un lado de la puerta de entrada de la casa ubicada en Benavídez, ya que es un requisito ingresar descalzos o con medias al espacio amplio y luminoso donde cada objeto «tiene un por qué» y donde «cada adulto -de acuerdo al rol que le toca cumplir- cumple con el método».
A un lado de la casa, una huerta en construcción será parte de la vida de los chicos, quienes tendrán una serie de propuestas relacionadas a la vida práctica, lo sensorial y el lenguaje, señaló Karina Susana Otero, licenciada en Ciencias de la Educación, a cargo de la escuela junto al docente Tomás Federico Pulice.
«Como exige el método, esta escuela -que abre en marzo para niños de seis meses a cinco años- cuenta con un entorno adecuado y con un adulto que entiende «las tendencias humanas» de las que habla el método y «actúa como guía para ayudar al chico a encontrar su propio camino natural».
Desde la educación formal, es la Dirección Provincial de Educación de Gestión Privada la encargada de supervisar estos proyectos pedagógicos; a excepción de El Múltiple, que es responsabilidad de las familias y por esa razón los chicos desescolarizados rinden un examen si buscan ingresar al sistema.