La formación de nuevas generaciones de genetistas y antropólogos forenses en casos complejos, en los que falta una generación, es el aporte del Banco Nacional de Bancos Genéticos como «legado científico de las Abuelas» de Plaza de Mayo a toda la sociedad que, contribuyendo a la restitución de identidad de nietos apropiados por genocidas en Argentina, se proyectó al mundo con cooperaciones humanitarias, afirmó la directora, Mariana Herrera Piñero.
A 30 años de la creación en 1977, el Banco que atesora material genético y muestras biológicas de 365 grupos familiares de personas secuestradas y desaparecidas en la última dictadura (1976-1983), permitió hasta ahora la identificación de 122 personas nacidas en cautiverio o secuestradas con sus padres.
«El Banco tiene proyectos conjuntos con Colombia y Perú para la identificación de desaparecidos; mantiene reuniones con especialistas en México; y está en contacto permanente con gente que pide ayuda para la identificación de niños que quedaron en adopción durante la guerra de El Salvador y ahora, ya adultos, quieren recuperar su identidad y encontrar sus grupos familiares», relató Herrera.
La visión que tiene Herrera como directora del Banco es que «no es meramente un laboratorio sino un legado científico de las Abuelas para la Argentina, la región y la humanidad».
«Es el lugar en el que lo pusieron las Abuelas porque, a partir de la idea y creación del Banco, se desarrolló toda la estadística forense asociada a casos complejos, en los cuales faltaba una generación», enfatizó.
Las consultas llegan al Banco -que depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología- a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadis) y de la Unidad especializada para casos de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado.
Seleccionada para el cargo en concurso público por un jurado nacional e internacional, Herrera y el resto del personal trabaja bajo confidencialidad, y las dos vías a las que entregan los informes son la Conadis o un juzgado, si está judicializado el caso. Así lo establece la Ley 26.548 de 2009.
«Mi visión es que el Banco Nacional de Datos Genéticos es una institución que se merece un lugar mucho más grande que un laboratorio, que tiene muchísimo para dar no solamente en la restitución de los nietos sino en la formación de recursos humanos, en nuevas generaciones de antropólogos y genetistas forenses», planteó.
Cuando las Abuelas empezaron su búsqueda en el año ’77, «iban golpeando puertas en todos los países y les decían que no se podía resolver» la identificación de nietos, por el linaje salteado que suponía no contar con los padres para ser contrastados, relató Herrera.
«Una estadística sin los padres era algo complejísimo ¿Con qué marcadores genéticos hacerlo? Hasta que en un momento dijeron ‘vamos a hacer un congreso’, y ahí se gestó la idea de una estadística forense aplicada a casos complejos, y se empezaron a plantear los marcadores genéticos para hacerlo, que no existían hasta el momento en el mundo», contó.
El llamado «índice de abuelidad» fue así una bisagra que articularon las Abuelas, que hasta el día de hoy sirve para los bancos de todo el mundo en la búsqueda de personas perdidas, de tráfico de bebés o de identificación de desaparecidos.
«Esa bisagra que generaron las Abuelas ahí fue el motor para que apareciera el Equipo Argentino de Antropología Forense, y ahora el mundo trabaja con los protocolos que entrenó y capacitó especialmente en Latinoamérica, que sufrió terribles genocidios», afirmó Piñero, doctorada en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y especialista en genética molecular y forense.
Los expertos del Banco dan clases, capacitan personal, hacen intercambios de estudiantes, ayudan con recomendaciones y protocolos, participan de la Sociedad Argentina de Genética Forense y la internacional, e integran proyectos de investigación con publicaciones científicas que ayudan a mejorar los cálculos estadísticos en bases de datos de ADN para la identificación de personas.
Los grupos internacionales se apoyaron en la experiencia argentina cuando el país, inmediatamente salido de la dictadura, tuvo la determinación de juzgar a los genocidas y, además, sancionar por ley el Banco para buscar a los nietos apropiados.
En comparación, «Chile recién en 2012 sancionó la ley; Perú, en 2015; Colombia en 2009… entonces la verdad es que Argentina cumple un rol admirable en el mundo, por eso nosotros no podemos dar ni un paso atrás en lo que tiene que ver con las políticas de memoria, verdad y justicia, porque fuimos un faro en el mundo y hasta hay un artículo en la Convención por los Derechos del Niño que fue redactado por las Abuelas», dice.
Herrera considera que «el Banco brilla y da lo que las Abuelas quisieron desde un principio: que sea un legado para la humanidad y cuidarlo para que el día de mañana continúe en la recuperación de 500 nietos».
«Yo creo que la sociedad le tiene que estar totalmente agradecida a las Abuelas, creo que todavía no terminamos de dimensionar el legado científico de las Abuelas al mundo: se merecen el premio Nobel de la paz, pero se merecen el premio Nobel de la ciencia, porque lo que le dejaron al mundo es inconmensurable».