Cuando Paola vio por primera vez gente tomando café mientras caminaba por la calle fue a los 15 años en Estados Unidos, a donde había viajado con sus padres para celebrar su cumpleaños en Disney.
Primero preguntó qué llevaba la gente en esos vasos, que ella veía llamativos, aunque la respuesta que recibió le llamó mucho más la atención que los propios vasos.
Para ella que todos los domingos a la tarde iba «a la confitería a tomar café con leche» junto a sus padres y su abuela Tita, que la gente fuera de un lado a otro con un café en la mano le parecía algo muy raro en un país donde «ir a tomar un café» equivale a sentarse a conversar.
Hoy, le cuenta la historia a Télam Tendencias con su «latte extra shot» pronta para salir a la calle y atravesar las seis cuadras que separan al pequeño local exclusivo de café take away de su oficina.
En este sentido, los especialistas y baristas consultados por Télam Tendencias coincidieron en que la llegada de Starbucks al país tuvo mucho que ver con varios cambios de hábito, y fundamentalmente, con el de llevarse el café a cuestas.
José Vales, fundador junto con su mujer, Analía Álvarez, del Centro de Estudios de Café, aseguró en diálogo con Tendencias que «el argentino siempre fue reacio al take away. Cuando viajaba, aceptaba el de Starbucks, pero no aceptaba llevarse un café de acá».
«El costo del café en vaso es mayor porque el polipapel con el que se hacen los vasos es carísimo. Y muchos no se animaban a ir por ese camino, pero ahora hay aumento de los locales que trabajan esta modalidad», explicó Vales.
De hecho, en los dos locales de su marca Coffee Town, uno en el barrio de San Telmo y el otro en Recoleta, el aumento del take away creció a un ritmo de 3-4 por ciento por mes.
«A Starbucks hay que agradecerle varias cosas, entre ellas que introdujo a los jóvenes en consumo de café y que acá rompió con el prurito de que se viera mal que la gente fuera caminando con un café en la mano», recalcó .
En ese sentido, Lucila Cabello, gerente de marketing de Café Martínez, afirmó que el crecimiento del take away tiene mucho que ver con los generación de millennials y que el tiempo es un gran protagonista en la expansión del hábito.
«El take away lo venimos trabajando hace años y cada vez es más común ver gente en calle llevando su café, esperando el colectivo con su vaso en la mano», enfatizó.
El aumento del take away y de los adeptos millennials al café motivó, por ejemplo, que su empresa lanzara en todo el país la venta de desayunos vía Internet.
«Uno puede comprar su desayuno camino a la oficina y con el código que recibe en su celular solo tiene que pasar por el local más cercano a retirar su café», explicó Cabello.
Para Carlos Zavalía, quien comenzó a vender su café (Café Z) en ferias hace dos años, hasta que se animó a poner un primer local en San Telmo dedicado solamente al take away, es notorio cómo creció el consumo de esta modalidad en los últimos tiempos.
De hecho, poco más de un año después de lanzarse a la aventura de abrir «Pick and Go» (en inglés, Agarrar y Llevar), cercano al casco histórico de la ciudad, ya estaba abriendo el segundo local.
Una postal habitual de cada mañana es ver las filas de jóvenes, y no tanto, que se forman sobre la angosta vereda de la calle Defensa mientras esperan su café para llevar.
«La calidad y la atención es muy importante. Muchos de nuestros clientes no solo disfrutan del buen café sino del momento de intercambio que tenemos mientras preparamos su pedido», cuenta Zavalía.
Sebastián, uno de los baristas que lo acompaña, tiene un ojo puesto en el arte latte del café que está terminando de preparar, mientras con el otro divisa a los clientes que van llegando para anticiparse y cantarle a su compañero el café que sabe que pedirán.
Es que el tiempo también es fundamental a la hora de hablar del take away, según recalca Paula De Monte, propietaria de «La Hora del Café», primer take away de la ciudad de La Plata.
«Abrimos en febrero y para nosotros el desafío era muy grande porque el local es sólo take away, con una pequeña barra, y acá en La Plata este formato no existía», relató.
Paula admite que al principio no fue fácil la tarea pero asegura que es cuestión de educar al consumidor. «Nos sorprendió que el público más grande se enganchara con el take away, porque acá no es sólo cuestión de los más jóvenes».
A diez meses de la apertura del local, logró que la clientela esté igualmente repartida entre los que se sientan en la pequeña barra y los que se llevan el café, que son amplia mayoría por las mañanas.
Gabriel Gazdik, de Estilo Barista, conoció el mundo del café en 2015 cuando se fue a vivir a Australia junto a su novia y quedaron impresionados con la cantidad de cafés que había por cuadra, uno bien diferenciados del otro.
«Allá todos iban por su café y salían con uno en la mano. Después de un año en Sydney regresamos acá con la idea de hacer algo así», explicó.
Abrieron su local el año pasado y al principio costó un poco imponer el take away, aunque en los últimos meses el incremento fue notorio.
«Cuando arrancamos era muy poquita la proporción de gente que se llevaba el café pero ahora entre el 30 y el 40 por ciento que viene al local opta por el take away».
En su caso, hay tres horarios fuertes de en los que la gente para por su café para llevar: a la mañana; entre las 14.30 y las 15 y después de las 17. O sea, el del desayuno, el que pasa a buscar después del almuerzo y, finalmente, el que acompañará el regreso a casa.
Para Gazdik, las redes sociales también tienen un poco que ver con el crecimiento del consumo del café para llevar.
«Hay clientes que nos arroban en Instragram cuando suben fotos en los que se ve el vaso de café mientras caminan por la calle. En definitiva, es una linda manera de compartir ese café callejero con otro».