Uno de cada seis niños que nacen en Argentina presenta algún trastorno del neurodesarrollo (TND), patología que ocasiona distorsiones físicas que afectan su aspecto social y académico, por lo que la intervención temprana de kinesiólogos «resulta clave» para minimizar este impacto.
Micaela Savini, docente de Neurología y Neuropediatría aplicada a la Kinesiología de las universidades de Hurlingham y de Morón, destacó que “los determinantes biológicos y también los sociales y ambientales influyen sobre el crecimiento y desarrollo del niño pudiendo favorecer o debilitar la expresión de sus potencialidad».
En ese sentido, planteó que en el período crítico de los primeros dos años de vida, «ciertos factores como el estrés, la exposición en entornos hostiles, violencia doméstica, separación materna, y otros pueden generar cambios en la expresión de los genes, resultando en diversos problemas de salud, entre los cuales están los trastornos del neurodesarrollo”.
En este contexto, la profesional sostuvo que “la atención temprana a cargo de los kinesiólogos, debe llegar a todos los niños que presenten cualquier tipo de trastorno o alteración en su desarrollo, ya sea físico, psíquico, sensorial, o se consideren en situaciones de riesgo biológico o social”
Al respecto, sostuvo que “no es necesario que exista una confirmación o evidencia sobre un déficit, la mera sospecha ya constituye una indicación para la intervención”.
De acuerdo con los relevamientos, científicos de la Sociedad de Pediatría, citados por el Colegio de Kinesiólogos de la provincia de Buenos Aires , “entre el 72% y el 80% de los casos de TND las preocupaciones familiares se correlacionan con problemas en el desarrollo de los niños”.
En este sentido, Savino explicó que “la intervención temprana repercute en un mejor pronóstico para el niño porque aprovecha el potencial neuroplástico del encéfalo para minimizar la repercusión de las lesiones”.