Bienalsur es el marco de una peculiar experiencia llevada adelante por artistas argentinos, japoneses y peruanos que conviven con minorías para crear obras colectivas que hablen de los intereses de esas comunidades, compuestas por estudiantes que sufren trastornos emocionales severos, adictos en rehabilitación, niños autistas, adultos mayores y jóvenes discapacitados.
El proyecto se llama «Turn» (rotar, girar) y se aplicó por primera vez en Japón de la mano del artista nipón Katsuhiko Hibino, decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Tokio, con el apoyo del gobierno de esa ciudad y la Fundación Metropolitana de Historia y Cultura tokiota.
Hibino visitó la Argentina en el marco del proyecto que aspira a desarrollar en 50 países: luego de Japón recaló en Brasil, y tras su paso por estas latitudes sigue hacia Perú, donde otro grupo de artistas completa el proyecto que Bienalsur exhibirá en septiembre.
La experiencia argentina se instaló en territorio porteño y parte del conurbano: Brincar por un autismo feliz, Centes 1 y 3, Fundación Camino y Alunco son las instituciones destinadas a albergar durante 20 días a los artistas japoneses Tomoko Iwata, Dsiduke Nagaoka e Iumi Kayaoka; y a los argentinos Alejandra Mizurahi y Sebastián Camacho, quienes buscarán transmitir los puntos de vista de cada comunidad «y no su mirada sobre el grupo», remarca Hibino a Télam.
Esta iniciativa tiene entre sus objetivos afianzar y visibilizar la identidad de las minorías. Por eso las obras que se desprendan de cada vivencia no cuentan con un modelo de acción previo, sino que se definen a partir de la interacción con cada grupo.
Los resultados de la interacción entre los artistas y los miembros de cada comunidad son inciertos porque superan los conocimientos con los que cada artista llega a la institución, que van desde la milenaria técnica shibori de teñido sobre tela hasta la tradicional randa tucumana (puntilla).
«Se trata de conocer la comunidad con la que se convive, sus hábitos e intereses, para expresarlos en un obra que ellos mismos guían y llevan a cabo. El resultado puede ser variado, desde un garabato a una videinstalación», explica Hibino.
Los trabajos se expondrán el 16 de septiembre en el Museo de Artes Visuales de la localidad bonaerense de Caseros; y el 25 de septiembre en el Centro Cultural de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú; y durante las exhibiciones cada comunidad desarrollará talleres con el público mostrando el proceso llevado a cabo.
Hibino -artista reconocido por sus creaciones colaborativas que postulan al arte como facilitador de la integración social y el autoconocimiento- participó de bienales como las de Venecia y Sidney.
Bienalsur, la primera Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur, convocó a Hibino en el marco del trabajo en red que desde 2016 viene desarrollando con instituciones artísticas de todo el mundo, haciendo foco en el proceso de creación artístico e intelectual que de cuenta de la identidad sudamericana desde sus propios actores.
Organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), entre septiembre y diciembre próximos Bienalsur conectará 30 ciudades de 15 países a través de obras realizadas por más de 250 artistas y curadores de los cinco continentes, con la idea de generar una red institucional global que elimine distancias y fronteras y reivindique la singularidad en la diversidad.
-¿A qué responde el título del proyecto?
-Katsuhiko Hibino: El arte tiene el poder de otorgar valor. Algo considerado inútil, en el arte o a través del arte puede cobrar nuevos sentidos, algo hasta entonces invisible puede pasar a ser el foco de atención. Por eso Turn es algo así como «otra vuelta de tuerca» a las miradas hegemónicas, a las expresiones y modelos de pensamiento mayoritarios, a las voluntades normativizadas. Las minorías funcionan igual en todas las culturas, el ser humano al crecer absorbe una serie de mandatos a los que estas comunidades, en mayor o menor medida, permanecen ajenos. La minoría es la gente que tiene dificultad de vivir en sociedad y Turn es la posibilidad de cambiar esos sentidos y significantes.
-¿Cómo nació su interés en el arte vincular y social?
-K.H.: Cuando vi por primera vez la obra de un chico con una retraso cognitivo observé algo muy distinto a lo que veía en mis dibujos o en los de mis compañeros, pensé que tal vez ese dibujo tendría otro objetivo o que no tendría objetivo alguno. Cuando dibujamos nos atraviesa la voluntad de un mensaje, de una técnica, de un estilo o un fin que pueden variar pero que están definidos por una formación a las que estas minorías escapan. Yo no sé qué era, pero lo que vi en ese dibujo me emocionó y sentí envidia ante la libertad creativa que mostraba. Eso me devolvió a la pregunta de por qué y para qué dibujar, y empecé a pensar en cómo conectarme con ese valor, el de esa gente que crea con tanta inocencia, y en cómo compartirlo. Así fue que comencé a visitar instituciones en Japón y a convivir con sus internados como una especie de par, compartiendo comidas y tiempo, intentando descifrar ese proceso.
-¿Por qué se enfocó en las minorías?
-K.H.: Desde el intelecto sabemos que existe la diversidad, pero no es tan fácil incorporar ese registro a la experiencia. Y en este punto el arte funciona como herramienta de integración social, sirve para desarrollar redes: propiciar la comunicación entre entidades, profesionales y comunidades extramuros.
-¿Cómo decano de una universidad de Bellas Artes, ¿qué conocimiento considera imprescindible para un egresado de esa carrera?
-K.H.: Más allá de contar con buenos profesores hay que haber aprendido a compartir el aprendizaje con gente con la misma motivación y voluntad, porque la intercomunicación permite definir la propia identidad y ampliar horizontes. En este marco, el proyecto Bienalsur es muy novedoso. Participar de una bienal organizada por una universidad en red con otras instituciones y academias internacionales es inédito, y constituye la primera experiencia de la Universidad de Bellas Artes de Tokio con Sudamérica.