Las tendencias más salientes de decoración de este año, que incluyen el hierro, el bronce, el vidrio y un marcado protagonismo de géneros livianos, pueden apreciarse en los espacios de Estilo Pilar 2018, que se realiza en un antiguo vivero de orquídeas de General Pacheco.
La muestra se desarrolla en un contexto de aires agrestes, que mezcla las ruinas de lo que fue un antiguo vivero de orquídeas con dos imponentes naves de acero vidriadas, flanquedas por un jardín de totoras que crecieron allí de manera espontánea hace años.
En los imponentes galpones vidriados hechos con paneles de acero, los expositores montaron sus espacios de diseño interior.
«Se aprovechó la altura y la transparencia de las construcciones para poner acento en los techos suspendidos diseñados por cada espacio», explicó Mercy Menditeguy, responsable de la decoración de toda la muestra, durante una recorrida junto a Télam Tendencias.
Este año los interioristas tuvieron como consigna inspirar sus espacios en las orquídeas, en los diferentes colores y en sus significados, punto de partida que fue acatado a la perfección, como lo prueban la elegancia, la diversidad y la versatilidad de cada espacio.
Tras una recorrida por la muestra, Télam eligió cinco espacios que resumen estas tendencias: una suite principal inspirada en las orquídeas blancas, un cuarto infantil, un loft «sin límites» para un bon vivant, un loft refinado con esculturas de diseño y una cocina integrada.
El espacio «Cuatro Elementos», de Susana Piazza, tuvo como consigna las orquídeas blancas y la decoradora optó por una suite principal en la que jugó con distintos matices blancos y crudos.
A simple vista, sobresale la cama con baldaquino de madera de petiribí, la combinación de géneros livianos y frescos y la antigua puerta de un palacio de Rajasthan, que «tiene casi 200 años», afirma Piazza.
Las mesas de luz color manteca, inspiradas en los años 30, confeccionadas en chapa plegada y con varios procesos para lograr su acabado decapado, son una de las perlas de este espacio.
En el otro extremo, un gran espejo y una mesa con tapa de mármol y estructura de hierro con proceso de bronce viejo, terminan de dar forma al ambiente.
Las cortinas de gasas de algodón, ya sea la de los ventanales como la que está sobre el badaquino, aportan frescura y liviandad al espacio.
El loft de un bon vivant soltero fue el punto del espacio diseñado por la decoradora Rosana Palazzo y el arquitecto Juan Pinilla, al que bautizaron No Doors, No Limits (sin puertas ni límites).
El espacio de 110 metros cuadrados tiene como única división del ambiente un núcleo central, donde está la cocina, el comedor y la barra, adentro el vestidor y el baño, y del otro lado el dormitorio con un sector de gimnasia y hasta una bañera secundada por plantas y el enorme ventanal.
Más allá de la presencia de los espejos (en mesas de luz), los detalles de cuero, el hierro y el velador vintage tipo sputnik de los 50, el núcleo que divide el loft es una de las tendencias más salientes para este tipo de espacios.
La tendencia en cocinas puede apreciarse en el espacio Open Kitchen, de los diseñadores Sofía Castillo, Lucas Tumburus y Maia Lauferman, y como deja entrever su nombre en inglés es una ambiente amplio y abierto, que incluye comedor y parrilla.
El espacio, que recibió el premio a Mejor Diseño Interior, busca replicar un gran quincho con cocina y parrilla integrada, en la que el vidrio y sus distintas texturas tienen un papel preponderante.
Los diseñadores jugaron en ventanales, perfiles y techos con distintas texturas de vidrios, que a su vez aportaron un toque vintage al ambiente.
Los elementos de esta cocina reúnen todo lo que es tendencia: el hierro que sigue vigente, el vidrio en sus distintas texturas (martelet, panal de avispa y sycamore) y el bronce, vedette este año, que se utilizó para la grifería con aires retro.
La ambientación se completa con grandes lámparas de microfibrado de plástico en tonos arena y una imponente mesa de mármol verde traída especialmente de Brasil.
Los más pequeños están representados en el espacio de Ukelele, cuyos autores se inspiraron en un lugar que permitiera convivir a chicos de varias edades de manera integrada.
Es así que armaron una «casa para chicos» (de 7 años en adelante), que incluye una cama alta, un escritorio, escaleritas y camastro tipo palet, y el otro sector para los más pequeños, compuesto por mesas, sillitas, y cómodas, en tonos pastel.
Otro de los espacios destacados es el de Marcelo Mazza, que comprende comedor, living y dormitorio, en los que sobresalen varios elementos.
La estrella del comedor, con mantelería en tonos crudos e intervenida en dorados, color que se repite en los cubiertos y en las esculturas de «insectos» del diseñador Jonathan Alder, es «Trilogía de la Abundancia», una obra del pintor Eugenio Kutica de 3,30m x 1,80m.
El comedor es de línea muy neta, con colores naturales y crudos y géneros muy armados, que cubren la tapa de mármol de Calata y cuya pata de metal bronceado juega con el artefacto de luz.
En el living, que tiene una gran biblioteca integrada en la que se impone un hipopótamo de cristal naranja de Alder, se repite el metal broceado en la base de las mesas de centro con tapa de vidrio negro y una antigua alfombra turca hecha con pedazos de patchwork.
Los géneros incluyen mantas de astracán de seda, almohadones de encaje reborde, estampas en relieve, almohadones intervenidos de piel corta, de organza de lino y de trusor con plumas de ganso, borlas de lana de mecha y una mullida alfombra de piel.
Llegando al final de la segunda nave, está el espacio D&D, en el que los jóvenes diseñadores Agostina Branchi, Federico Varone, Marcelo Orlievsky, Ivana Crivos e Cristian Izurieta y Guillermo Camerom, exhiben en cubos de colgantes las creaciones que van a llevar a la Feria de Milán, en mayo próximo.