La diferenciación genérica que hacen algunas marcas de productos de consumo masivo puede significar para las mujeres tener que pagar hasta un 20% más que los hombres por los mismos ítems, un sobreprecio que se conoce como “impuesto rosa”, fenómeno global que se percibe también en las góndolas argentinas.
Las mujeres encuentran precios más caros por productos de idéntica funcionalidad pero con un marketing y packaging diferenciado.
Un relevamiento de las consultoras Focus Market y Scanntech identificó que los rubros en los que mayormente se observa la diferencia de precios son los vinculados a las industrias químicas y farmacéuticas relacionados con la estética, la higiene y el cuidado personal.
El llamado «impuesto rosa» se suma, desde el abordaje económico, a la brecha salarial que afecta a las mujeres respecto a los hombres y a la discriminación en el acceso a las mismas oportunidades de empleo y representación en los puestos decisorios de las empresas.
En la búsqueda para disminuir el impacto económico sobre el bolsillo de la mujer, diferentes ONG´s solicitaron la disminución del IVA sobre los productos de gestión menstrual (tampones y toallitas), y pedirán su provisión gratuita en escuelas, universidades, comedores, cárceles, espacios comunitarios y refugios para personas en situación de calle.
Las ONG´s aducen que estos productos son de necesidad básica femenina y su falta de acceso genera deserción escolar y ausentismo, infecciones y precarización económica.
El especialista en consumo Damián Di Pace, quien dirige Focus Market, explicó que el mercado «genera un precio discriminatorio en góndola a partir de que es la mujer la que tiene una alta participación en la decisión del gasto hogareño y en la definición de compra en el punto de venta”.
Ante esta realidad, las grandes compañías impusieron “una diferenciación en el packaging que genera una asociación simbólica respecto de marca y producto – vinculado a un color como el rosa asociado al consumo femenino- que es trasladada al precio en forma diferencial, pero que no tiene justificación en las características del artículo”, apuntó Di Pace.
El trabajo insiste en que más allá de los envases y el marketing, desde el punto de vista técnico el producto no tiene atributos funcionales de uso diferente de los ofrecidos al sexo masculino, y por lo tanto no convalida un sobrecosto.
El mismo modelo de una máquina de afeitar descartable de primera marca por unidad puede costar 19,97 pesos para hombres frente a los 25,48 pesos que cuesta el mismo producto mujer; un desodorante roll on sale 34,6 pesos en su versión masculina y 36,7 en la femenina.
Las diferencias también se pueden apreciar en artículos como las colonias infantiles, donde similar producto de una misma multinacional y a igual volumen de producto se encuentra a 69 pesos para los niños y a 82 pesos para las niñas.
En el renglón farmacéutico, el ejemplo clásico es el analgésico ibuprofeno, que se puede conseguir en su presentación clásica hasta 12 pesos más barato que el similar para la mujer.
El concepto de «impuesto rosa» surgió a partir de una investigación que hizo el Ministerio de Economía de Francia a comienzos de esta década y que dio lugar a que el organismo francés de defensa del consumidor denunciara los sobreprecios en una serie de productos de grandes compañías multinacionales.