Valorar las «contribuciones», no sólo físicas sino simbólicas que la naturaleza hace a la gente, permitirá realizar nuevos diagnósticos sobre los ecosistemas y sus efectos en la calidad de vida y sumar, por ejemplo, la visión que los pueblos originarios tienen de su entorno, afirmó la bióloga Sandra Díaz, copresidenta de la plataforma de ONU para la biodiversidad e investigadora superior del Conicet.
La científica cordobesa es coautora del informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático que obtuvo el Premio Nobel de la Paz 2007 y acaba de escribir junto al economista Unai Pascual, del Centro Vasco de Cambio Climático, y otros investigadores un artículo científico que publica hoy la revista Science, en el que oponen la nueva noción a la ortodoxa que concibe al ambiente natural como una fuente de servicios y mercancías.
«Cuando le sumamos todo lo que la naturaleza significa para el ser humano, nos damos cuenta de que tenemos una relación no sólo física sino también simbólica, y formamos parte de un entramado muy profundo atravesado por la perspectiva cultural», dijo Díaz en diálogo con Télam.
La Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos, de la que Díaz es copresidenta, sostiene que «el mundo necesita una mayor apreciación de las contribuciones de la naturaleza a las personas».
Y anuncia que el próximo informe contemplará «un nuevo enfoque para incluir el conocimiento indígena y local en todas las evaluaciones» con el objetivo de tomar mejores decisiones sobre biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
El paper «surge de la necesidad de hacer unas evaluaciones sobre estado y tendencias futuras en políticas públicas que nosotros estamos haciendo como parte de la Plataforma Intergubernamental», contó Díaz.
La científica es investigadora superior del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, e integra las academias nacionales de Ciencias de Estados Unidos y Francia.
Un informe se ocupa de relevar la información concreta, «pero la tiene que organizar en un andamio conceptual».
En América Latina, «históricamente, cuando se hacían estos inventarios y evaluaciones se tomaba en cuenta el conocimiento económico y ecológico, y a todos los saberes del manejo tradicional de los recursos no se los consideraba», comentó.
«La idea es hacer ahora un esfuerzo muy explícito para usar esas categorías, incorporarlas al paper técnico y que también puedan reportar, en términos de las categorías que ven, los actores sociales y perspectivas que hasta ahora no se sentían representados, para que intervengan en los diagnósticos y propuestas sobre los ecosistemas, la biodiversidad y sus efectos sobre la calidad de vida», planteó.
Díaz expuso que en el informe fueron presentadas las dos perspectivas: «en un extremo, una generalizadora, con un enfoque parecido al de los servicios ecosistémicos -que entiende los beneficios de la naturaleza como flujos de dinero, granos o madera-, con 18 tipos de contribuciones de la naturaleza a la gente, por ejemplo, provisión del agua».
Pero también quedó incluido «el vínculo con el mundo natural, que puede ser esencial para la existencia física».
«Cuando tenemos que organizar los datos nos damos cuenta que las comunidades tradicionales, los pueblos indígenas y la sociedad civil pueden reportar (información) en sus propios términos, con sus propias categorías, no solamente con las de los ecólogos, economistas y científicos», enfatizó la especialista en ecología.
Y prosiguió: «Nos damos cuenta de que no alcanza porque uno se queda corto con la descripción de los servicios ecosistémicos (procesos por el cual el ambiente produce los recursos), que nació con las mejores intenciones pero terminó siendo muy acotado a la visión del mundo de la ecología y economía ortodoxas».
En cambio, pensarlo en términos de las «contribuciones que la naturaleza hace a la gente» permite enfocar «cómo es el estado de la naturaleza, qué implica para la vida del ser humano, porqué llegaron a estar así, qué hay que cambiar».
«Por mandato de la Plataforma y por nuestra revisión intelectual, nos vemos en la necesidad de ampliar mucho el concepto de ambiente para la gente (porque) la cuestión ambiental es una cuestión social», concluyó.
La Plataforma Intergubernamental es un organismo independiente compuesto por 127 gobiernos miembros, que proporciona evaluaciones científicas sobre la biodiversidad del planeta, así como herramientas y métodos para proteger y usar de manera sostenible estos activos naturales vitales.