Nombres fundamentales de la historia del arte local como Antonio Berni, Emilio Pettoruti, Grete Stern, Rogelio Polesello, Marta Minujín, Liliana Porter y León Ferrari, entre muchos otros, integran la flamante exposición «Una llamarada pertinaz. La intrépida marcha de la colección del Moderno», que abrió sus sus puertas en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
A lo largo de 1200 metros cuadrados distribuidos en tres salas del museo -recientemente ampliado y renovado-, la muestra reúne 300 obras de 120 artistas entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías y videos, que trazan un itinerario por las distintas manifestaciones artísticas que se desarrollaron en el país y que la institución fue albergando desde la fundación de su primer director, Rafael Squirru.
El recorrido inicia con piezas emblemáticas de arte abstracto, como «Crepúsculo» de Antonio Sibellino, la sugerente «Mi florero» de Pettoruti, o las pinturas al óleo de Juan del Prete o Yente, así como las obras de marco recortado de Raúl Lozza, Juan Melé o Martín Blaszko.
El sector dedicado al arte óptico y cinético resulta un imán especialmente por obras como las del artista Julio Le Parc, que invitan a una contemplación extendida.
Se exhibe de Alberto Greco su manifiesto Dito dell’Arte Vivo que comenzó a hacer en las calles de París en busca de la «desmaterialización» de la obra. En aquel entonces, Greco rodeó al artista Alberto Heredia con un círculo dibujado con tiza sobre la calle y luego lo firmó. «El arte vivo es la aventura de lo real», declamaba en aquel texto que se exhibe en la sala.
En materia de pinturas, se destacan las obras de Raquel Forner y de Antonio Berni de los años 60, época en la que el rosarino dio vida a Juanito Laguna y a Ramona Montiel, personajes sobre los que construyó un realismo crítico que tomó estrategias del surrealismo y del informalismo para cuestionar la sociedad de consumo.
A principios de esta década, los pintores Ernesto Deira, Rómulo Macció, Jorge De la Vega y Luis Felipe Noé desarrollaron la «Nueva figuración», con la que buscaban crear una nueva imagen para el hombre, a través de técnicas como el collage, el cuadro dividido y el caos como estructura compositiva.
Uno de los núcleos de mayor atractivo visual, de estética pop, reúne en una de las paredes de la sala las serigrafías, impresiones y acrílicos que realizaron artistas como Edgardo Giménez, Martha Peluffo o Antonio Seguí, un estallido de color con el uso de los lenguajes provenientes de los medios masivos de comunicación, la moda y la publicidad. Imperdible, el afiche que Oscar Smoje diseñó para la portada del libro «Pomelo» de Yoko Ono, publicado aquí por Ediciones de la Flor.
La sangrienta dictadura militar de los años 70 se evidencia en obras de artistas como Alberto Heredia, que alude a la violencia infringida sobre los cuerpos, así como en «Crucifixión», de Norberto Gómez, y en las escrituras ilegibles de León Ferrari.
La fotografía posee un lugar destacado en la muestra con piezas de Horacio Coppola -heredero directo de los talleres fotográficos de la Bauhaus, donde se formó-, los fotomontajes de sueños que Grete Stern realizó para la revista Idilio, o los retratos de Anne Marie Heinrich, como el que tomó de Eva Duarte.
Obras imponentes como la escultura “Espiral”, en madera, de Lui Terán, o la pintura «La entrada del color en Venecia» de Alfredo Prior integran la última sala de la exposición, abocada a contar la historia del arte local de los años 80 a la actualidad, a través de nombres como Liliana Maresca, Guillermo Kuitca, Omar Schiliro y Alejandro Kuropatwa, entre muchos otros.
Para Victoria Noorthoorn, directora del museo, «esta exposición narra tanto la historia como el presente de un museo que jamás descansa, que nació para empujar los límites del arte y que busca el movimiento y la transformación permanente».
«Una llamarada pertinaz» se podrá visitar en el Mamba (Avenida San Juan 350, CABA) de martes a viernes de 11 a 19; sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Entrada general: $30. Martes: gratis.