El consumo eléctrico asociado a las industrias informáticas, que podría requerir el 20 por ciento de la energía mundial en 2025, divide a los especialistas entre quienes hablan de una situación preocupante y los que apuntan a las nuevas tecnologías cómo las más aptas para adoptar matrices «renovables y eficientes».
Entre las predicciones más pesimistas se encuentran aquellas que ven en el creciente volumen de datos que producen cotidianamente los miles de millones de dispositivos conectados a la red el talón de Aquiles del sistema energético global y un grave peligro para el medio ambiente.
La demanda mundial de energía por parte de los dispositivos hogareños está aumentando un 20% al año, «consumiendo aproximadamente entre el 3 y 5% de la electricidad mundial», afirmó el investigador sueco Anders Andrae, al ser consultado para una investigación publicada por el sitio especializado climatechangenews.com.
«Un tsunami de datos se acerca. La quinta generación de tecnología móvil, el tráfico de de Internet es mucho más alto que el estimado y todos los autos y máquinas, robots e inteligencia artificial producen y producirán grandes cantidades de datos que se almacenan en los centros de datos», explicó Andrae, quién trabaja para la fabricante china Huawei.
Para este investigador también crece a ritmo acelerado la polución que estos equipos generan y que podría superar el 3,5% de las emisiones de carbono globales en 2020.
Sin embargo, la posibilidad de que los equipos informáticos se vuelvan más eficientes y la adopción de energías renovables por parte de las empresas que administran datos es una oportunidad importante para torcer el rumbo de estas estimaciones.
En diálogo con Télam, el doctor en Física de la Universidad de Washington Seattle y docente de la Universidad de San Martín, Salvador Gil, dijo que existe una clara tendencia a que los equipos informáticos estarán más presentes en la vida cotidiana «pero cabe esperar que se avance en su eficiencia».
«Hoy, en Argentina, los equipos informáticos hogareños representan el 2, 3% del consumo, sigue por debajo de lo que gastan las heladeras. En el sector comercial e industrial los predominantes siguen siendo los artefactos mecánicos o calderas. La tendencia es que los sistemas informáticos van a ser grandes consumidores, pero también van a ser más eficientes», señaló.
Además, Gil estimó que las grandes empresas informáticas son las más conscientes del problema y por ello están invirtiendo en plantas que se alimentan de energías renovables.
Esos emprendimientos podrían superar la «intermitencia que se produce cuando no hay sol o viento gracias al desarrollo de grandes acumuladores energéticos».
Presionados por Greenpeace y otros grupos ambientalistas, compañías como Google, Facebook, Apple, Intel y Amazon, prometieron utilizar energías renovables para alimentar sus centros de datos.
Sin embargo, el analista de Greenpeace Gary Cook afirmó que sólo el 20% de la electricidad utilizada en los centros de datos del mundo es renovable.
Gil, sin embargo, dijo que es necesario ser cuidadoso respecto del futuro en materia energética ya que si bien las empresas podrían instalarse en lugares donde es fácil obtener energías renovables, también podrían mudarse -por razones económicas- a países que sostengan una matriz contaminante como el carbón, impactando al medioambiente global.
Andrae señaló que sin aumentos dramáticos en la eficiencia, la industria de los datos podría usar el 20% de toda la electricidad y emitir hasta el 5,5% de las emisiones de carbono del mundo para 2025, lo que sería más que cualquier país, con excepción de los Estados Unidos, China y la India.
Un informe de laboratorio de Berkeley para el gobierno de Estados Unidos estimó que, en línea con la tendencia actual, los centros de datos del país podrían necesitar el equivalente de unas 10 grandes centrales nucleares para 2020.
En el mejor de los casos, dice Andrae, «habrá mejoras continuas masivas de ahorro de energía, la energía renovable se convertirá en la norma y el crecimiento explosivo en la demanda de datos se ralentizará», pero «existe un riesgo real de que todo se salga de control. Los legisladores deben vigilar de cerca esto».
«Si uno se tiene que preocuparse, debería fomentar el uso racional. Eso claramente se puede hacer comprando equipos eficientes y apagándolos cuando no se usan», concluyó Gil.