El gobierno de Entre Ríos promulgó una ley que prohíbe la técnica de fractura hidráulica para la extracción de gas y petróleo, que había sido aprobada en abril último por la legislatura local y convierte a la provincia -que hasta ahora no ha detectado yacimientos de hidrocarburos en su territorio- en la primera en el país «libre de fracking».
La exploración mediante este sistema ya estaba prohibida por ordenanza en más de 36 localidades entrerrianas.
La ley 10.477 promulgada esta semana por el gobernador, Gustavo Bordet, resultó de la unión de dos propuestas: una de la ex diputada socialista María Emma Barragán y otra que el Ejecutivo había presentado el año pasado.
En su artículo primero la norma prohíbe «la prospección, exploración y explotación de hidrocarburos fósiles convencionales y no convencionales» e invita a legislar en ese sentido «a las provincias integrantes de la región asentada sobre el sistema acuífero Guaraní», una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo.
La autoridad de aplicación «ejercerá las acciones preventivas pertinentes y oportunas que garanticen la demanda de protección de las aguas pluviales, superficiales y subterráneas, incluyendo el acuífero Guaraní».
Además, por pedido de ambientalistas, prohíbe el ingreso a Entre Ríos «de todo transporte que tenga por fin la exploración y/o explotación de hidrocarburos», remarca «el carácter de bien público del agua pluvial, superficial y subterránea» y deroga la Ley de Hidrocarburos 9.991, aprobada y promulgada en 2010.
En la década del 60 se hicieron en Entre Ríos algunos estudios para detectar la posible existencia de petróleo, pero sin resultados positivos, mientras que años atrás se intentó reeditar el proyecto e iniciaron perforaciones, pero grupos ecologistas y varios municipios se opusieron e hicieron caer la iniciativa.
El fracking es una técnica de extracción de gas y petróleo de yacimientos no convencionales mediante una perforación mixta (vertical y horizontal) a lo largo de varios kilómetros, a través de la cual se fractura la roca y se inyectan millones de litros de agua a alta presión, mezclada con arena y una serie de aditivos químicos.
A la extracción de hidrocarburos con esta técnica sus críticos atribuyen movimientos sísmicos, desplazamientos de placas geológicas y hasta terremotos en varios lugares del mundo y los ecologistas aseguran que «genera un alto impacto medioambiental y contamina acuíferos y la atmósfera, y provoca migración de los gases y productos químicos utilizados hacia la superficie».