La médica especialista en nutrición Virginia Busnelli explicó que “aproximadamente el 1% de la población tiene indicaciones médicas precisas en las cuales el tratamiento nutricional es abandonar el consumo de gluten de la dieta por padecer enfermedad celíaca, intolerancia u otras, sin embargo hoy en día las cifras de las personas que realizan una dieta gluten free sin necesitarlo ascienden al 30%”.
La historia de la nutrición parece estar cada día más cargada de superstición, de pensamientos mágicos y de gurús consejeros que aseguran grandiosas prácticas alimentarias para adelgazar. La mayoría de estas tendencias van demonizando alimentos y generando modas, o rígidas tendencias de supresión que, una vez adoptadas, se convierten en parte importante de nuestra identidad; por lo tanto parece difícil cuestionarlas o renunciar a ellas, es una decisión de vida en la que hacés un sacrificio personal junto con una declaración pública de tu decisión, basada en una creencia popular, pero sin el aval de evidencia científica que garantice que esa decisión mejorará tu salud.
Es importante concientizar a la población acerca de la falta de evidencia científica que garantice que este tipo de prohibición alimentaria pueda mejorar su salud, y de la fuerte opinión de los expertos en nutrición acerca de que puede resultar más perjudicial que beneficioso.
Y aquí, es donde se ponen en marcha todos mis sistemas de alarma como médica, ya que me resulta imprudente e innecesario adoptar este tipo de plan alimentario sin indicación, sin conocimientos o supervisión por parte de un profesional.
Uno de los problemas de salud más frecuentes y con mayor tasa de complicaciones que tenemos en nuestro país es la obesidad que, sin lugar a dudas, está asociada a la «magia», a que si dejo de comer esto o lo otro adelgazo, a que si suspendo el gluten se me achata la panza, pero la realidad es que no hay magia para la pérdida de peso y la solución se aleja de generar prohibiciones que luego no se pueden sostener descontrolando aún más la conducta alimentaria.
La confusión surge porque los que practican este tipo de planes dejan de consumir panificados de todo tipo y esto indirectamente reduce la cantidad de hidratos de carbono que consumían antes. Pero una dieta libre de gluten no garantiza una pérdida de peso, de hecho sucede todo lo contrario: la mayoría de productos libres de TACC comercializados en supermercados o dietéticas, además de ser súper elevados en costo, son a base de harina de arroz y de maíz que contienen más azúcares y grasas, menos fibra y un elevado índice glucémico, aumentando el riesgo de padecer diabetes.
Lejos está de mí polemizar acerca de los beneficios o perjuicios del gluten, o sentenciar a quiénes adopten este tipo de dieta como estilo de vida, pero sí, me gustaría invitar a todos a reflexionar acerca de los máximos beneficios que se obtienen cuando una persona sana que no tiene restricciones obligadas puede gozar de una alimentación completa balanceada y realizar un ejercicio físico periódico.
Para aquellos que necesiten u opten por una dieta sin gluten, elegir la guía de un profesional que te acompañe es la mejor opción, priorizando un plan alimentario equilibrado y saludable, compensado con el grano integral de los cereales que se pueden consumir e incluir legumbres, frutas, verduras, frutos secos, leche, yogur, pescado y carnes, como cualquier otra persona que no tenga celiaquía, evitando al máximo los productos industrializados y acompañando siempre nuestra rutina con actividad física.