En un rápido regreso a las fuentes de la más pura ortodoxia, la CGT se prepara estos días para ir perfilando una nueva conducción, cuyo próximo formato nadie parece tener en claro. Pero al menos se sabe cómo no será: no más triunviratos, ni lugar tampoco para Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, dos dirigentes demasiado proclives a manejarse con autonomía y con reconocidas pretensiones de liderazgo.
La conformación del nuevo núcleo sindical proyectado por las organizaciones tradicionales contempla también la exclusión de raíz de los llamados «movimientos sociales» (piqueteros), las CTA de Hugo Yasky y de Pablo Micheli, y a los aliados del kirchnerismo y de la izquierda, con quienes Hugo Moyano busca articular en cambio un polo político-sindical opositor al gobierno de Mauricio Macri.
En esta etapa, los dirigentes sindicales que buscan la unidad y tienen al camionero en la vereda de enfrente no quieren que se ideologicen las disputas por los derechos laborales, y menos la negociación partidaria, pensando en 2019, dicen las fuentes.
La fractura producida con el moyanismo, que se expresó en toda su dimensión durante la convocatoria y el desarrollo de la movilización del 21 de febrero, marcó el agotamiento del trío integrado por Juan Carlos Schmid, Hector Daer y Carlos Acuña. Sí hubo una inmediata puesta en escena de una mayoría de gremios con protagonismo en el proceso de unidad iniciado y que finalizará en unos meses con la elección de un único secretario general de la CGT.
La mayoritaria línea dialoguista integrada por los Gordos (Sanidad, Comercio, Federación de Luz y Fuerza), los Independientes (UOCRA, UPCN, Obras Sanitarias) y los sindicatos del transporte agrupados en la CATT (como la UTA y La Fraternidad), viene sosteniendo conversaciones con otros sectores hasta ahora autoexcluídos de la conducción, como el MASA de Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y el ex moyanista Omar Viviani (Peones de Taxis).
Esperan la integración de la UOM (metalúrgicos) de Antonio Caló y los mecánicos de SMATA, de Ricardo Pignanelli, pero ambos gremios prefirieron hasta acá el más bajo perfil posible, después de la fractura con Moyano.
No es menor la influencia de las tradicionales 62 Organizaciones en estas conversaciones. Si bien están muy lejos de tener el predominio sindical peronista de los ’70, cuando las conducía el metalúrgico Lorenzo Miguel, gozan del respaldo político de la Casa Rosada después de que éstas apoyaron la candidatura de Mauricio Macri en las elecciones de diciembre de 2015.
El líder de esa agrupación fue el fallecido Gerónimo Venegas (de los Peones Rurales de la UATRE), a quien sucedió Ramón Ayala, quien continuó con la misma línea de adhesión a la administración Macri.
En las 62, descartan que el nuevo jefe de la CGT deba salir de su organización.»Todos tenemos el mismo protagonismo», dijo Juan Miguel Cacho García (Estaciones de Servicio) a Télam. Priorizan el diálogo, no ser rupturistas y exigir al Gobierno que ninguna reforma perjudique a los trabajadores. ¿Tendrán libertad de maniobra para conseguir todo a la vez? Uno de los interlocutores destacados en la relación con el Poder Ejecutivo es el titular de la Federación del Gas, Oscar Mangone, un dirigente que supo caminar de la mano de Carlos Menem.
La elección del nuevo titular de la CGT llevará el tiempo que vaya desde convocar el consejo directivo sindical a un Comité Central Confederal y luego un Congreso que determine al sucesor del triunvirato. Ya suenan posibles candidatos, pero todas son especulaciones sin certezas.
La CATT y el MASA se reúnen para no perder terreno. Allí los ferroviarios Sasia (UF) y Omar Maturano (La Fraternidad) están en la grilla, mientras los Gordos y los Independientes tendrían resueltas las postulaciones del actual triunviro Héctor Daer (Sanidad) y Andrés Rodriguez (UPCN,estatales), como secretarios General y Adjunto, respectivamente.
Abril será un mes activo. El día 4 habrá un encuentro de todos los sectores en la sede del gremio de los Petroleros Privados que conduce el ex moyanista Guillermo Pereyra. Pero al día siguiente el convite será en la propia CGT y convocado por el consejo directivo.
Mientras, Mauricio Macri consiguió mucho de lo que se proponía en la relación con los gremios. Sector por sector, cerró los aumentos de paritarias con tope en el 15%, sin cláusula gatillo, pero con revisión si la inflación supera lo acordado. Ya firmaron con esos parámetros los empleados de Comercio, Obras Sanitarias, la UTA, Luz y Fuerza, los petroleros, pasando por los Encargados de Edificio de Victor Santa María, y no habrá dificultades con los estatales de UPCN ni con la UOCRA.
En junio habrá una nueva ofensiva oficial para aprobar por ley los proyectos de la reforma laboral. Salvó en el caso de la modificación por las indemnizaciones, todo lo demás es negociable.
Aunque desde el sindicalismo parecen querer sacar al peronismo de la discusión, es un hecho que la crisis igual los involucra. Si ahora se hace difícil elegir a un gremialista con liderazgo que los conduzca en la central obrera, mayúscula será la tarea cuando deban en 2019 apoyar a un candidato presidencial.
Esta mayoría no moyanista tiene una certeza: Cristina Kirchner no representa para ellos ninguna opción. Todo lo demás en el peronismo es incertidumbre. Por caso Hugo Moyano empezó a participar dentro del PJ cerca de Alberto Rodríguez Saa y de la ex presidenta.
También en las 62 surgió una fuerte división entre quienes, excluídos del PJ, están dentro del partido Fe y apoyarán a Macri en 2019, y entre quienes apostarán por un candidato peronista.
Por lo tanto la pertenencia política afecta al sindicalismo de una u otra manera. El dirigente Sergio Romero (UDA,docentes) dijo que «la CGT no perderá protagonismo ni dejará de ser un espacio fuerte de poder». Y se enfervorizó: «El gremialismo no tiene que acercarse al peronismo, sino al revés», señaló.