Científicos del Conicet La Plata descubrieron que unas alineaciones de piedras en el sitio arqueológico El Shincal de Quimivil, a 5 kilómetros de la localidad catamarqueña de Londres, están vinculadas a fechas rituales y festivas de los incas.
El trabajo, presentado en las V Jornadas Interamericanas de Astronomía Cultural de Perú, lo realizó un equipo liderado por el investigador Marco Antonio Giovanetti, de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata, quien se propuso interpretar el significado de varias intervenciones espaciales consideradas sagradas.
A partir de vestigios materiales, crónicas antiguas y testimonios actuales de comunidades indígenas sobre los conocimientos del cielo y de los astros que tenían los pueblos del pasado, los expertos del Conicet analizaron esa ciudad construida y habitada por los incas entre 1450 y 1536.
En ese sitio, hallado en 1901, se conservan unos 110 edificios de piedra diseminados en una superficie de 21 hectáreas, con una gran plaza central cuadrada de 175 metros de lado y en el medio una «ushnu», una plataforma de piedra que usaban gobernantes y sacerdotes para presidir ceremonias.
«El Shincal era uno de los centros ceremoniales más importantes del sur, pero no todos los sitios eran iguales en el imperio. Dentro de las ruinas hay una serie de cerros bajitos, de 25 o 30 metros, y en uno de ellos quedaron vestigios de prácticas ceremoniales y observaciones solares», dijo Giovannetti a Télam.
Lo investigadores detectaron «dos líneas rectas formadas con bloques pequeños de rocas que apuntan a dos direcciones: un observador en el extremo de ambas líneas podía saber mirando hacia el horizonte por donde iba a salir el sol en la semana del 21 de junio, Inti Raymi, fiesta muy importante para los incas porque era el comienzo del año nuevo», explicó.
«La otra línea -señaló- marcaba una fecha donde había un evento astronómico solar muy importante del Cuzco: el paso de sol por el cenit, un fenómeno que ocurre entre el 12 y 13 de febrero y se repite el 28 o 29 de octubre».
Parte del trabajo consistió en ir al sitio en esas fechas y medir las direcciones de las líneas de rocas, hacer cálculos de la salida del sol y contrastar esa información con mediciones matemáticas y modelos virtuales de simulación.
Tras confirmar que la primera hilera de piedras se correspondía con el 21 de junio, indagaron sobre el significado de la segunda, reseñó Giovanetti.
«Analizamos la obra de autores que estudiaron el calendario andino, contrastando los datos con elementos del lugar», indicó y apuntó que consideraron otras posibles fechas de importancia ritual «hasta detectar que el paso del sol por el cenit es un evento astronómico en el que éste se ubica exactamente en plano vertical a 90 grados de los objetos de la Tierra, por lo cual no producen ninguna sombra en horas del mediodía».
«Eso -subrayó- significa que hay dos fechas al año donde se puede observar al mediodía que el sol está exactamente encima de la cabeza de uno, y no se produce sombra de ningún objeto parado verticalmente».
Esto ocurre sólo «a determinada latitud: concretamente en la franja entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio, es decir que en nuestro país sólo se ve en parte de Salta, Jujuy y Formosa», precisó.
La importancia del fenómeno convenció a los expertos de seguir esa pista, sabiendo que en el Cuzco sucede el 12 o 13 de febrero y el 28 o 29 de octubre, y que los relatos antiguos le atribuyen grandes fiestas en la capital del Tawantinsuyu, es decir el imperio inca.
El equipo confeccionó planos precisos con ayuda de instrumentos topográficos y de georreferenciación -como GPS y otro denominado Estación Total- y trasladó esos datos a tablas de cálculo astronómicas, teniendo en cuenta factores como la altura del horizonte, que no es llano sino «dentado» por las montañas que rodean al sitio, y la refracción de luz.
«Todos estos elementos permitieron predecir el sitio de salida y puesta del sol durante esas fechas, que luego comprobamos que coincide exactamente con la dirección de la hilera de piedras que nos faltaba», resumió Giovanetti.
Para la cosmovisión incaica, que al mediodía del 12 al 13 de febrero y del 28 al 29 de octubre no hubiera sombra era un comportamiento del Dios Sol», y eso en el Cuzco «se celebraba como algo especial y de importancia».
«Descubrimos que los incas trasladaron esa fiesta a otros lugares del imperio donde el Sol no estaba sobre sus cabezas como en Cuzco», dijo y agregó que «como en la actual región de Catamarca eso no ocurría, trasladaron esa fecha marcándola para saber cuándo se producía en los demás sitios».
«Lo más probable» es que en El Shincal de Quimivil los incas hayan replicado en esas fechas las ceremonias que se practicaban en el centro del imperio, «porque hallamos evidencia de que allí había producción masiva de bebida y comida para esos festejos», expuso el investigador del Conicet-La Plata.