Una plaza que amaneció dividida, verdes por un lado, celestes por el otro, y un enorme espacio liberado por vallas fue la imagen de cómo la sociedad llegó hoy a la sesión que por primera vez discutirá en el Congreso una ley que autoriza el aborto.
Un fila de vallas azules, como las que hasta hace dos semanas dividían la Plaza de Mayo, separaba a unos y otros. De Rivadavia hacia Corrientes, los verdes, que apoyan el proyecto. De Hipólito Yrigoyen hacia Belgrano, los celestes, que están en contra. En el medio, quedaba la plaza del Congreso como zona neutral.
«Vengan chicas, no hay problema, pasen tranquilas», garantizó un hombre de pañuelo celeste a dos jóvenes que iban con su distintivo verde y confundieron el lado. No fueron las únicas que se animaron a cruzar: otros «verdes» se asomaron a curiosear los carteles que los «celestes» habían colgado en las vallas.
«Pero mirá lo que escribieron», se indignó Luján, que llegó de Rosario con otras compañeras de la facultad, mientras leía «Con la ley tu hija de 13 años podría abortar sin que lo sepas».
Desde temprano, mujeres pero sobre todo chicas, y muchos hombres jóvenes se convirtieron en los protagonistas de la jornada.
«Dicen que somos zurdas y asesinas. Voten aborto o va a haber quilombo», cantaba Valeria, de 18 años y estudiante de arte poco después de las 11.30, cuando en el recinto dos violinistas y un chelista daban los primeros acordes del Himno Nacional, antes de la histórica sesión.
Valeria llegó junto a sus compañeras del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y se animó a enfrentar el frío de la plaza, donde se vendían pañuelos verdes y celestes a 50 pesos, muñecas de paño con el pañuelo verde al cuello y remeras con frases a favor y en contra del aborto.

»Defendemos la vida y la república. No podemos permitir un genocidio de bebés», dijo a Télam Marcela, que viajó con sus amigas desde Lomas de Zamora. 
A pocos metros, Micaela bailaba con un cartel que rezaba «Ni puta por coger, ni madre por deber, ni presa por abortar».
Fueron ellas, las que estaban a favor de la legalización, las que llegaron primero y se instalaron con carpas casi al mismo tiempo que las vallas.
Desde temprano, la mayor parte de los diputados que iban llegando a la Cámara también eligieron los pañuelos para ir anticipando una votación cuyo resultado se conocerá de madrugada.
A excepción del diputado Alfredo Olmedo, que eligió acompañar su clásica campera amarilla con una enorme bandera al tono con la leyenda «Salvemos las dos vidas», los diputados en contra de la legalización prefirieron un discreto pañuelo celeste.
Los que votarían a favor, en cambio, cubrieron su bancas con pañuelos verdes y muchos, como Gabriela Cerrutti, usaron ropa del mismo color.

Con una sensación térmica de apenas 3 grados, los primeros valientes fueron los vendedores de pañuelos verdes que, aseguraron, eran un «mejor negocio» que los celestes, cuyos militantes llegarían al lugar después de las 18.
«Estoy feliz», gritaba mientras caminaba hacia la puerta del Congreso con su pañuelo verde al cuello Fabiana Tuñez, directora del Instituto Nacional de las Mujeres.
«Mi mamá de 82 años me pidió un pañuelo verde y hoy me dijo que le iba a rezar a San Antonio para que salga la ley», contó.
La plaza también tuvo su banda de sonido. Mientras a la mañana del lado verde se escuchaban las versiones pro ley de Sobreviviendo, de Víctor Heredia, y Tuta Tuta, de los Auténticos Decadentes, del otro lado competían con una canción que copiaba el ritmo de «entrenamiento de marines».
Los verdes arrancaron también con su propia versión de Bella Ciao, la canción que entonaban los partisanos italianos cuando iban a combatir a Mussolini. Del otro lado, mientras, se escuchaba: «Puede ser Messi o Mascherano y vos lo querés matar, tar, tar».
«Creemos que el aborto no soluciona nada. Argentina tiene que ponerse de pie para trabajar en causas profundas, no podemos caer en la mediocridad de trabajar las consecuencias», opinó Ana, vocera de la organización Frente Joven y miembro de Unidad Provida.
Por su parte Jorge, de 52 años, contó a Télam que viajó desde La Pampa para participar de la vigilia junto a sus hijas de 25 y 28 años.
«Es un día histórico y sin precedentes en nuestro país. Estamos sin palabras, esto es increíble, jamás viví tanta energía toda junta”, dijo la menor de las hermanas, mientras que la mayor afirmó que «los argentinos necesitan que la ley se apruebe».
Pero a pesar de que lo que se debate en el Congreso es una ley clave, uno y otro lado estaban marcados por un clima de fiesta.