Los cambios de actividades y de horarios durante las vacaciones generan también una variación en la conducta de los chicos y luego, con el comienzo de las clases, se hace difícil volver a poner límites para enfrentar la rutina que deben ser resultado de una decisión pensada, coherente y consecuente, según especialistas.
«No veo la hora que empiecen las clases», señaló Eliana, mamá de dos nenes de 9 y 11 años, y explicó que «en enero, con el horario de la colonia seguimos cierta rutina parecida a la del resto del año, pero ahora es imposible lograr que los chicos se duerman temprano».
«Anoche lo mandé a dormir y cuando entré en el cuarto estaba jugando a la Play, tuve que desconectarla y llevármela», relató Tomas, papá de un nene de 8 años que empieza cuarto grado.
Poder establecer un comportamiento y determinar qué está bien y qué no, forma parte de «un recorrido en el desarrollo del nene, de una construcción familiar y determinados códigos de convivencia que necesitamos ir incorporando en el hogar desde que llegan los hijos», dijo en diálogo con Télam Liliana Verónica Moneta, psiquiatra y psicóloga pediátrica.
La introducción a los límites tiene que ver también con una rutina y «es fundamental explicar siempre la razón, así como también hacerlo de una manera acorde a la edad y entender que el chico está en un proceso de maduración psíquica y neurológica, por eso los padres tienen que imponerse como una figura referente, de autoridad y no autoritarismo», explicó la especialista.
«Los chicos siempre tiran de la cuerda, pero porque están en busca de esos límites», afirmó Moneta y remarcó que «querer romper esas reglas son un llamado de atención y por eso hay que estar atentos, y tener la paciencia necesaria para poder explicar las veces que sea necesario».
«Debería ser necesario solo el diálogo para que un chico entienda que no debe utilizar el celular, pero no lo va a entender si cuando le decimos que no lo use en la mesa, uno lo usa o no le presta atención cuando le cuenta algo por estar mirando la pantalla».
En este sentido, Claudia Amburgo de Rabinovich, médica psicoanalista de la Asociación Psicoanalística Argentina (APA), afirmó que «lo importante es que los padres también cumplan las reglas, que dialoguen entre sí y con los chicos, que se hable con la verdad y que haya coherencia entre lo que se les dice y lo que se hace».
Asimismo, advirtió que «a veces, una manera de expresar sus ansiedades, miedos, celos, o un sentimiento que lo haga sentirse no querido, es a través de la desobediencia», afirmó la psicoanalista y aseguró que a la hora de poner límites es fundamental el diálogo y la confianza que pueda generarse entre padres e hijos.
«Hoy no podés hacer esto, por tal motivo. Siempre hay que explicarle, y siempre con la verdad. Hay niños que por más que se les explique, continúan con las demandas y, en muchas ocasiones, éstas tienen que ver con un reclamo de amor, esa manía de ir de un lado para el otro, de querer ir a la casa de un amigo después de la colonia, y luego a la de un familiar, esa hiperactividad a veces es un mecanismo para tapar angustias», señaló.