El anuncio sobre la construcción de dos nuevas centrales nucleares en la Argentina, se enmarca en una tendencia firme en muchos países tal como lo reflejan más de un centenar de proyectos en marcha para los próximos años.
De acuerdo a un relevamiento de la Secretaría de Minería al analizar la proyección de la demanda de uranio en el mundo, se desprende que hay en desarrollo numerosos proyectos de construcción o de extensión de vida útil de antiguas centrales.
Al frente del despliegue de este tipo de recursos se encuentra China, que cuenta con 20 nuevos reactores inaugurados entre 2002 y 2014 y tiene otros 30 en construcción con el fin de duplicar la capacidad del país asiático en generación de energía nuclear.
La India tiene 6 reactores en construcción y otros 22 planificados o próximos a comenzar como parte de su objetivo de triplicar la capacidad de generación de energía, mientras que Rusia cuenta con 9 reactores en construcción y 22 más planificados.
Corea del Sur, de acuerdo al informe tiene 12 nuevos reactores planificados o en etapa inicial de construcción; Estados Unidos culminó 19 nuevos reactores en los últimos 15 años y tiene otros 5 en construcción.
Finalmente, en Europa países como España, Hungría, Eslovaquia y Polonia planean extender la vida de sus centrales actuales, aunque no hay decisión de nuevos reactores en ese continente.
Ante esta situación de desarrollo de centrales y considerando la demanda proyectada, en la próxima década se vislumbran un incremento del precio del uranio y, como consecuencia, un repunte de la actividad exploratoria y productiva.
Pero, al mismo tiempo se abrió la posibilidad de tener que recurrir a una mayor participación de las fuentes de recuperación secundaria, destacó el trabajo.
En cuanto a las reservas mundiales conocidas y económicamente explotables a nivel mundial (según datos de la World Nuclear Association, WNA), estas alcanzarían las 5,9 millones de toneladas, con un ratio de Reservas/Producción para casi 100 años, más precisamente 97,5 años.
Australia lidera el ránking de reservas con casi la tercera parte de las mismas (29%), seguida por Kazajstán (11%), Rusia (9%) y Canadá (8%).
Para alimentar la generación de energía mediante centrales nucleares, la producción mundial de uranio -según las últimas cifras disponibles de 2015- fue del orden de las 60.500 toneladas y provino casi en su totalidad de recursos convencionales.
Ello cubre aproximadamente el 85% de la demanda de los 444 reactores (71.400 tU en 2015) en operación en el mundo, que aportan el 11% de la energía eléctrica global y que en el caso argentino promedia el 5% de la matriz eléctrica.
El 15% restante de la demanda de reactores es satisfecha con stocks preexistentes, tanto civiles como militares almacenados por gobiernos o provenientes del desarme nuclear, y con las denominadas fuentes de recuperación secundaria constituidas por el combustible gastado y las colas del proceso de enriquecimiento.
El 98,2% de la producción mundial se concentra en 10 países, principalmente Kazajstán, Canadá, Australia, Níger, Rusia, Namibia y Uzbekistán (gráfico 3), en tanto que los mayores consumidores y, por ende, grandes usuarios de energía nuclear, son Estados Unidos, Francia, China, Rusia, Japón y Corea del Sur.
Argentina forma parte del reducido número de 10 países que dominan el ciclo de combustible nuclear, pero actualmente no desarrolla la cadena completa debido al cese de actividades de extracción y concentración de uranio a raíz de factores sociales, políticos, legales y medioambientales.
Con la demanda para los próximos 20 años, los recursos identificados existentes serían más que suficientes para satisfacerla, pero uno de los problemas más relevantes reside en tener certeza de que los proyectos productivos podrían ponerse en marcha en tiempos adecuados desde el descubrimiento y la evaluación de un recurso hasta su puesta en producción.
El informe también destaca la necesidad de considerar que sólo la mitad de los recursos existentes, según los registros históricos, estaría efectivamente disponible dado los condicionantes extra mineros que limitan la puesta en operación de los proyectos productivos.
Esto produciría «una brecha entre la demanda proyectada y la oferta disponible en el mediano plazo, generando tensiones sobre los precios», advirtió el informe.