En “Zama”, su película basada en el novela homónima de Antonio Di Benedetto, la cineasta Lucrecia Martel intentó hacer “un sortilegio” para liberar al protagonista de la presión del fracaso, el naufragio de sus expectativas y sus frustraciones, sensaciones que atraviesan a muchos hombres en la sociedad actual y que para ella, muy en el fondo, serían el origen de la violencia de género.
“Creo que es una experiencia muy actual, donde las mujeres tenemos mucha experiencia frente al fracaso como algo que hay que asumir porque es muy probable que no puedas hacer tu carrera si tuviste unos cuantos hijos y si no tenés una determinada situación económica. Las mujeres estamos muy acostumbradas a tener que cambiar de planes”, afirmó Martel.
Y agregó: “Pero los varones, pobres, por como es esta cultura de un trabajo y unas oportunidades económicas que ya no existen, están mucho más expuestos al fracaso. Sinceramente creo que, en el fondo, eso es la violencia de género. Es destruir el último territorio que pensabas que era tuyo y se te está escapando porque ya todos los otros territorios, de la profesión, del ascenso, del bienestar, de la movilidad, quedó demostrado que es muy difícil”.
En una entrevista con Télam, Martel sostuvo que “cuando todo naufraga en las expectativas sociales de transcendencia, crecimiento y mejora, hay una fantasía en la que los hombres se refugian mal, que es la pareja y el amor, porque la adoptan como una posesión. Y para personas que vienen fracasando constantemente, que una relación de amor se les agote se convierte para ellos en algo insoportable”.
“Esto no lo digo para minimizar, sólo lo digo porque hay que prestar atención a que somos una sociedad que produce violencia de género, y no sólo los hombres. Estamos todos aportando a esa violencia”, sostuvo la cineasta.
En ese sentido, continuó, “la experiencia de la mujer de tener que sostener incluso a otros en medio de un fracaso, nos ha hecho manejar mejor esa idea del fracaso. Y creo que por ese motivo la película es un pequeño aporte al mundo masculino, el de una experiencia que las mujeres ya tenemos”.
La directora se refirió además al documental “Años luz”, de Manuel Abramovich, una especie de making-of del rodaje de “Zama” que, a pesar de ciertas molestias que le habría provocado durante la filmación, le pareció increíble que la muestre como una directora que “no hace nada”.
“Tenía mucho miedo de verme, nunca me había visto trabajando. Pero lo que me pareció increíble del documental es que no me vi haciendo nada. Me pregunto cómo hice esta película, porque durante el rodaje no hago nada, todo ocurría a mi alrededor sin mi intervención”, señaló Martel.
A la cineasta le gustó que el filme de Abramovich captara eso, porque para ella “todo trabajo narrativo tiene esos momentos en los que no hay que hacer nada. Hay muchos momentos donde tenés que tomar muchas decisiones y muchos otros en los que ya no hay nada para hacer”.