El documental «Ni un pibe menos», del italiano Antonio Manco, que se proyecta en el cine Gaumont de Buenos Aires, narra el asesinato de Kevin Molina, un niño de 9 años de la villa Zavaleta, en medio de un tiroteo entre dos bandas de delincuentes en una zona liberada por las fuerzas de seguridad de servicio en el barrio.
«Uno de los objetivos era hacer entender que el de Kevin no fue un caso particular, sino parte de un contexto más amplio, por eso mostramos otros hechos. Más allá de mi lado de cineasta, fue el costado humano el que me hizo seguir esta película», señaló el realizador, quien había viajado a Buenos Aires para contar la experiencia de la organización villera La Poderosa y su revista La Garganta Poderosa.
El 7 de septiembre de 2013, dos bandas que se disputaban la usurpación de una casa abandonada en la villa Zavaleta se enfrentaron a los tiros por cerca de tres horas, durante las cuales se cruzaron 105 disparos de ametralladoras Uzi, según denunciaron nueve vecinos ante la llegada de la Policía alertada por llamadas al 911.
Una de esas balas impactó en la cabeza de Kevin, quien se había refugiado bajo la mesa de su casa, tapado con una frazada, al igual que sus hermanos, a la espera de que concluyera la balacera.
Un año y medio más tarde, el oficial principal de Prefectura Naval Daniel Stofd, encargado del operativo de aquella noche, fue procesado por el juez de primera instancia Luis Schelgel, a cargo del juzgado 14, por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Familiares de Kevin, vecinos de la familia y organismos defensores de los derechos humanos reclaman que la Prefectura Naval aparte del cargo a Stofd, quien continúa de servicio en la provincia de Entre Ríos.
«Los efectivos fueron hasta la zona y vecinos escucharon que dijeron: ‘que se maten entre ellos’. Si la bala le hubiera pegado al padre de Kevin, iban a decir que murió un jefe narco. Pero como no existen los jefes narco de 9 años, no pudieron montar la escena», señaló Nacho Levy, padrino del nene y referente de La Poderosa y La Garganta Poderosa.
Lo paradójico del caso es que este tiroteo sucedió en la Plaza Kevin, bautizada con ese nombre por un tocayo, de cinco años y amigo de la víctima, que también murió en otro enfrentamiento de grupos delictivos.
Delante de la cámara de Manco se suceden un sinfín de testimonios de vecinos que relatan otras muertes, en situaciones similares, de amigos o familiares.
«El caso de Kevin resume la historia de avasallamiento que sufre el barrio desde hace 50 años, con la violencia institucional ejercida desde todas las partes posibles. A pesar de las muertes, no hay gendarmes heridos o que hayan enfrentado a bandas ¿cómo puede ser? Lo que le pasó a Kevin no es lo que le pasa a los niños pobres, es lo que les pasa a los pobres», agregó Levy.
«El 98% de los presos -agregó el referente- son pobres. ¿Viste algún programa tipo ‘Policías en acción’ entrando a un country, pateando la puerta, con niños rubios corriendo? Cuando la inseguridad se discute en televisión, lo hacen los afectados por un tipo de inseguridad. Hay panelistas rubios, negros, gordos, flacos, homosexuales y judíos. Pero no hay panelistas pobres».
Tanto para Levy como para Manco, la marginación que se viven en las villas, retratada también en documentales como «Pibe Chorro», de Andrea Testa, responde a «la estigmatización, el prejuicio y el racismo con respecto a los barrios pobres», en palabras del director.
«La inseguridad es patrocinada por quienes deberían cuidarnos. Los funcionarios saben lo que pasa, pero no hay expresiones partidarias que presenten soluciones. el debate es sobre más patrulleros, chalecos y armas, pero nadie pregunta quién va a controlar eso», aseguró Levy.
Manco, en su Nápoles natal, vive la violencia cotidiana de la mafia de la Camorra, pero cuando se sumergió en el criminalidad argentina, se sorprendió por el nivel de corrupción que muestran las fuerzas de seguridad.
«A mí me impacto que a la madre de Kevin le robaran 200 pesos y dos teléfonos cuando entró la policía a su casa, luego de que mataron a su hijo. En Italia hay cierto respeto por las fuerzas de seguridad y nos sentimos protegidos. Acá, sucede todo lo contrario, y esa es la gran diferencia», aseguró el documentalista italiano.
Comentó que en los últimos años aparecieron en Italia casos de violencia institucional, como el de Davide Bifolco («un caso de gatillo ‘súper’ fácil») y el de Stefano Cucchi («una especie de Luciano Arruga»).
Con un trabajo que pone los pies en el barro, tanto en sentido figurado como en el literal, «Ni un pibe menos» es un testimonio de la ausencia estatal y de la aparente connivencia de sectores de las fuerzas de seguridad con el narcotráfico.
Más allá de lo puramente artístico, Levy resumió el pesar de todo un barrio: «ésta es una película que nunca nadie hubiera querido hacer».