El interés por ocupar lugares en las listas de las diferentes ofertas peronistas, de cara a octubre, rompió la frágil unidad de la CGT y de sus triunviros: Juan Carlos Schmid le peleará una banca al kirchnerismo en Santa Fe; Héctor Daer junto a Ferroviarios, el Smata y el MASA -enfrentado al triunvirato-, buscan poner hombres en la nómina de Florencio Randazzo, al tiempo que Juan Carlos Acuña, el moyanismo, los gastronómicos, la UTA y La Fraternidad jugarán con Sergio Massa.
«El cielo puede esperar» reflexionó con resignación la fuente gremial respecto del futuro inmediato, sin saberse si aludía al disco de Attaque 77 o más bien, dada su edad, a la comedia de Warren Beatty de fines de los ’70. Como sea, el mensaje apuntó a que la lucha por las conquistas laborales parece que seguirán aletargadas desde la CGT ante la inminencia de las PASO del 13 de agosto próximo, donde varios dirigentes sindicales apostarán a ocupar cargos legislativos.
«Está claro que hubo un repliegue sindical estratégico después de la movilización (del 7 de marzo) y el paro general (del 6 de abril), pero se han generado otras expectativas políticas. Con los resultados de las elecciones no podrán decirnos que no apoyamos la gobernabilidad», dijo optimista un alto dirigente de la conducción cegetista. Apuntó a que se ponga «un freno a la ofensiva del Gobierno frente a los despidos y al intento de cambiar la legislación laboral».
Sin embargo, la competencia legislativa ratificará la división entre la dirigencia sindical peronista y al mismo tiempo, que no se rompan lazos con el Poder Ejecutivo, sobre todo por el gesto de Mauricio Macri de reintegrar fondos millonarios a las obras sociales sindicales. En toda la década kirchnerista, y a pesar de la estrecha relación hasta su muerte entre el ex presidente Néstor Kirchner y el entonces jefe de la CGT disidente, Hugo Moyano, el gobierno de entonces nunca transfirió la enorme deuda existente y descontada por largos años a los trabajadores que debía destinarse al Fondo Solidario de Redistribución (FSR), administrado por la Superintendencia de Servicios de Salud que conduce Luis Scervino.
La participación de los sindicalistas en las nóminas que competirán luego en las elecciones legislativas del 22 de octubre tampoco garantizarán la formación de un bloque propio que reclame con fuerza ante el Gobierno contra la política económica oficial que tanto dicen denostar. Parece vislumbrarse que la dispersión se mantendrá.
La CGT espera que las elecciones le den un freno al avance del Gobierno frente al crecimiento del desempleo y a los cambios en la legislación laboral y previsional. Pero a pesar de que está acordado el apoyo de algunos dirigentes al ahora Frente Unidad Ciudadana kirchnerista (que espera resolución por ser impugnada la sigla), la mayoría de la CGT como organización no quiere saber nada con un triunfo de Cristina Fernández de Kirchner. «Ya la padecimos cuando fue Gobierno», dicen no sólo los moyanistas al recordar el mal trato de la ex Presidenta con ellos.
En el rompecabezas legislativo, el triunviro moyanista Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento) enfrentará en las primarias al ultrakirchnerista y ex funcionario Agustín Rossi por una diputación nacional en Santa Fe. «El ciclo del socialismo en la provincia está absolutamente agotado y quiero representar al PJ para que sea una alternativa distinta» aseguró Schmid, con la intención de sofocar allí también cualquier intento kirchnerista.
También Héctor Daer (de los «Gordos», Sanidad), que se fue del Frente Renovador (FR), espera un lugar como diputado en la lista de la sigla Cumplir, dentro del tradicional PJ, que llevará a Florencio Randazzo como estrella y candidato a senador.
La UOM de Antonio Caló tampoco se privó de elogiar al ex ministro como el único que representa al verdadero peronismo,según dijo. Pero en ese juego de equilibrios, Randazzo no olvida que su más leal aliado sindical es el secretario general de la Unidad Ferroviaria (UF), Sergio Sasia, quien respaldó siempre su gestión en el ministerio del Interior y Transporte. Sasia pertenece al MASA, un grupo de gremios enfrentados con la CGT. Uno de ellos, desde el SMATA de Ricardo Pignanelli intentan ubicar en las listas al actual diputado gremial del Bloque Justicialista, Oscar Romero.
Esta vez Sergio Massa recibirá adhesiones de peso del elenco sindical. A pesar de sus estrechas relaciones con el propio Mauricio Macri, tanto Hugo Moyano como el gastrónomico Luis Barrionuevo esperan una buena cosecha en las listas de 1País (la sigla que lidera el ex intendente de Tigre). Seguramente el barrionuevista Carlos Acuña renovará su banca de diputado provincial. Pero la familia del camionero, con Facundo Moyano y Graciela Camaño como principales arietes, esperan sumar en las listas a los moyanistas Octavio Argüello y al secretario de Juventud de la CGT, el aeronavegante Juan Pablo Brey. Poco importa a Moyano y a Barrionuevo que el FR también lo integren el Gen de Margarita Stolbizer y Libres del Sur de Victoria Donda, muy alejadas del peronismo.
El respaldo de la UTA de Roberto Fernández, y de La Fraternidad de Omar Maturano, dos poderosos gremios del transporte, también entusiasmó a Massa.
En un juego de apoyos y presiones, el jefe de los Canillitas e integrante de la CGT, Omar Plaini, intentará renovar su banca de diputado en la Unidad Ciudadana de Cristina Kirchner.
Pero en esa dispersión, y con sus duras críticas a las mafias sindicales, Macri mantiene su iniciativa ante el gremialismo y cree tener a los dirigentes en un puño. Su ministro de Trabajo, Jorge Triaca, capeó el temporal en la asamblea de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y no lograron un pronunciamiento expreso del organismo frente a las críticas sindicales por falta de libertad gremial y del aparentemente intento de cercenar el derecho a huelga.
El apoyo todavía minoritario de Gerónimo Venegas (Peones Rurales), del Partido Fe y de las 62 Organizaciones, sin el peso gremial y político que en la década del ’70 les proporcionaba la UOM de Lorenzo Miguel con un peronismo muy fortalecido, aparecen como suficiente frente a los gremios que prefieren no enfrentarse al poder de Macri porque tampoco creen en Massa y mucho menos en el kirchnerismo.