En el documental «Vuelo nocturno», que se estrena hoy, el cineasta Nicolás Herzog, que vivió durante un tiempo en Concordia, Entre Ríos, recupera un episodio olvidado del paso de Antoine de Saint-Exupery por el palacio de San Carlos en aquella localidad donde conoció a dos niñas que habrían inspirado el personaje central de «El principito» y algunos otros de aquel relato.
Una serie de discos de pasta que Antoine de Saint-Exupéry le envió a su compatriota, el cineasta Jean Renoir durante 1941, sirven para reconstruir la relación que, dos años antes inició el escritor y aviador con las llamadas «princesitas argentinas» Edda y Suzzane Fuchs, en Concordía, Entre Ríos, que terminaron como personajes del capítulo «Oasis» de su libro «Tierra de Hombres»
Mucho se ha hablado a lo largo de la historia de diferentes anécdotas de Saint-Exupéry en su estadía en la Argentina, que podrían -releídas por vecinos de esos lugares-, ser las que lo impulsaron a escribir «El principito», su obra más exitosa, sin embargo Herzog, en su recorrido detectivesco, logra reunir las pistas y pruebas suficientes como para confirmarlo de una forma muy original.
Herzog, que con «Orquesta Roja» demostró tener un ingenio sorprendente, y dio lugar a múltiples reconocimientos, recorre esta vez uno y otro lado del Atlántico -paisajes de Argentina y Francia- donde el aviador y escritor vivió y dejó una marca que muchos años después devino leyenda muchas veces incomprobable.
«Orquesta Roja» fue un documental sobre el Comando Sabino Navarro, un falso grupo guerrillero que decía tener conexiones con los zapatistas, inventado por viejos militantes sociales durante la crisis de 2000 también en Concordia, que terminó siendo sólo una puesta en escena.
Saint-Exupéry llegó a la Argentina el 12 de octubre de 1929, como director de Tráfico de la Aeroposta Argentina, empresa dedicada al transporte de correo y de pasajeros, filial de una similar de su país, permaneció sólo 15 meses, y más allá de residir en Florida al 200, estaba permanentemente volando a la Patagonia, no obstante también pasó breves periodos en otras localidades
-«Vuelo nocturno» es una película construida en base a las historias de dos palacios muy lejanos entre sí, uno en San Carlos, en Concordia, el otro en Saint Maurice-de-Rémens, Francia…
Nicolás Herzog: Una historia espejada. La primera frase de la película habla de una construcción en espejo. No solamente la de dos castillos uno aquí y otro allá, sino también la de un espejo de su propia historia en ese mismo lugar, él ve en esa historia algo reflejado de la de Saint Maurice.
-De Saintex, como le decían a Saint-Exupéry, se cuentan varias historias relacionadas con la Argentina referidas a la posibilidad de haber imaginado «El principito» en un hotel de Ostende… una especie de apropiación.
NH: Todo pueblo o lugar por el que pasó se relaciona de inmediato con el nacimiento de «El Principito». Hay quienes dicen que en un Golfo de Chubut él vio la panza de una boa donde imaginó el sombrero y en Francia me contaron que en realidad eran los reflejos en una estufa a gas en la casa de Saint Maurice, que sugerían algo similar y él siempre veía una boa…
-¿Tu relación con Saintex nace por la casa de Concordia…?
NH: Arranca ahí, es el punto de partida, lo sociológico, que también está en «Orquesta Roja», enamorarme un poco del mito y cómo se construye a partir de lo social, pero después me interesó mucho el personaje. Sabía muy poco de él, más allá de haber leído «El principito», como la mayoría, porque no es un tipo archiconocido. La academia no lo ha tomado, entonces el resto de su obra que es muy rica, incluso hasta mejor, no tiene dominio público. Me metí por ese lado. Es un gran relator de la guerra, construye un poco su humanismo, su punto de vista sobre la vida entre guerras, y su obra está teñida por esa impronta.
-Últimamente es difícil definir qué es un documental… En este caso parece que construiste una narrativa ad hoc para un determinado suceso…
NH: Entre «Orquesta Roja» y esta hice muchas cosas, se creó como un puente con aquella, porque hay un abordaje bastante similar: tomar un hecho histórico, de un determinado lugar como es Concordia y hacer un abordaje dramático, narrativo. El abordaje es qué pasa con la ficcionalización de lo real.
-En este caso no hay solución de continuidad entre lo documental y lo recreado… Incluso documentales que parecen ser ficción…
NH: El documental es el género que más se enriqueció en los últimos tiempos. Mi próximo proyecto es ficción pura, pero el camino que vengo haciendo por el género me permitió experimentar cosas por fuera de lo clásico, pero tampoco soy ajeno a recurrir a las entrevistas.
-¿Cómo entusiasmar al espectador con un documental…?
NH: Ese es un tema muy difícil de responder, sin embargo la cuestión es cómo se fortalece una industria a partir de construir espectadores para un cine propio. Corea tardó quince años en llegar a un 70 por ciento de espectadores para el cine nacional. Acá es muy complejo. Aún así tenemos unas 150 películas al año y en la cantidad sale calidad, la vía digital documental… hay de todo. El problema es al terminar la película y preguntarnos qué pasa, terminamos estrenando en pocas salas, si nos va bien en festivales… Vías alternativas.
-Esta no fue una producción sencilla…
NH: Es, además, una película sin coproducción, con apoyo provincial, algunos auspicios y tratamos de sacar lo mejor con lo que teníamos. La zona es menos rural de lo que parece, cien hectáreas ahora municipales que están protegidas, a diez minutos del centro. Este palacio construido por un millonario francés en 1880, más tarde desheredado, palacio que luego fue rematado, que la Sociedad Rural a su vez vendió al municipio en 1928, y que los Fuchs alquilaban, tiene un derrotero que termina en 1938 cuando se incendia. Mucho tiempo en ruinas y hace algunos años tras un plebiscito se hizo una restauración de Marcelo Magadan que la dejó como se la ve hoy.
-Muy curioso lo de los discos-cartas de Saintex a Renoir…
NH: Ese material me cambió por completo la película. Se encontraron en un barco que los llevaba de Lisboa a Nueva York en 1941. No se conocían, se hicieron amigos y Renoir, que había leído «Tierra de hombres», del 38, que contenía el capítulo «Oasis» que se refería a Concordia le propone a Antoine escribir un guión sobre esa anécdota. Cada uno, Saintex en Nueva York y Renoir en Los Ángeles comienzan ese intercambio epistolar. Antoine tenía un gramófono que le resultaba más cómodo para contarle la historia, discos que guardó la Fundación Renoir, que luego compró Gallimard en 1997, para salir a finales de siglo, siete u ocho pistas con un libro con las cartas de respuesta de Renoir
-Las grabaciones de Saintex son como confesiones…
NH: En esas grabaciones, Antoine confiesa aquel amor que sentía por esas niñas, mucho más definido que lo que aparecía en el capítulo «Oasis», En la película trabajamos el tema del Edipo y la vuelta a la infancia, dos temas que sobrevuelan la historia de amor imposible, una especie de testamento. El resto de su obra tiene otra tónica, más oscura, mucha documentación de la guerra.