Ocho comunidades originarias que habitan en entornos de excepcional belleza de la provincia de Jujuy se organizaron en tres cooperativas para trabajar en turismo cultural receptivo, una actividad que abre al viajero la posibilidad de descubrir «desde adentro» las tradicionales labores de pastoreo, agricultura y la elaboración de artesanías de los pueblos del Noroeste argentino.
Las cooperativas jujeñas Espejo de Sal y Valle Escondido y la Comunidad Aborígen de Hornaditas hacen hoy del culto a la Pachamama (Madre Tierra) una actividad turístico cultural que toma como principio rector su existencia misma.
Espejo de Sal, la cooperativa emplazada en las Salinas Grandes, inició sus actividades en diciembre de 2009, y cuatro años más tarde fue galardonada con el primer premio al mejor emprendimiento de Turismo Rural Comunitario del país.
En la actualidad, las seis comunidades originarias que la componen ofrecen recorridos turísticos por las salinas, donde los anfitriones guían al viajero por este impactante salar, durante el día en caminatas cortas, y por las noches la contemplación del espectáculo único que brinda el gran manto blanco iluminado por miles de estrellas que parecen estar al alcance de la mano.
También Cerro Negro, Susques, Barrancas, Rinconaditas, San Francisco del Alfarcito y Sausalito ofrecen su cultura a través de los representantes comunitarios, parajes en donde los visitantes participan de forma directa en la elaboración de comidas y artesanías, además de realizar caminatas entre los cerros y ser participantes de pastoreos de llamas, entre otras actividades.
Los guías nativos son los encargados de mostrar la arquitectura tradicional, especialmente conservada en Alfarcito, sintetizada en antiquísimas iglesias y capillas, atiborradas de plegarias y agradecimientos.
También el viajero podrá disfrutar con ellos de las pinturas rupestres y petroglifos de las inmediaciones de Barrancas, llegar a obtener un ejemplar de los tapices fabricados en telar de Sausalito, algún souvenir proveniente del centro artesanal de Rinconadillas, o simplemente observar el proceso de elaboración de sal artesanal en Cerro Negro.
A la hora de comer, el asado de llama, la sopa majada, las cazuelas y la ullpada -la bebida tradicional de la Puna-, son los platos regionales que el turista podrá degustar enmarcado en la quietud y el sosiego imperantes de la zona.
La Cooperativa de Trabajo Valle Escondido tiene su radio de acción en la Quebrada de Humahuaca, región declarada Patrimonio de la Humanidad en 2003.
Desde su sede en Ocumazo, poblado ubicado en una estrecha cañada surcada por un río de curso permanente entre cerros multicolores, ocho familias llevan adelante un emprendimiento turístico orientado sobre la cosmovisión de la cultura andina.
Las actividades que ofrecen incluyen una visita a un antiguo molino hidráulico, otra a los petroglifos de Peña Marcada, recorridos por el Antigal, excursiones a la policromática serranía del Hornocal y participación en las actividades cotidianas de cada comunidad.
También el la Quebrada de Humahuaca la comunidad de Hornaditas invita a compartir su vida de todos los días, y según el calendario agrícola es posible participar del trabajo de sus tierras que comprenden el arado, el sembrado y la cosecha de papa, maíz, soja, quinua.
En cuanto a la gastronomía, la experiencia se inicia en la obtención de la materia prima hasta la preparación y degustación de los variados sabores locales.
La experiencia pasará por el ordeñe de cabras para la elaboración de quesos, la recolección de leña para cocinar dulces caseros, el amasado y la cocción de pan en hornos de barro.
El bagaje de conocimientos se puede enriquecer con una caminata, que a través de la experiencia adquirida de generación en generación por los anfitriones, exhibirá la extensa variedad de hierbas autóctonas que sirven de farmacopea popular.
La convivencia con la comunidad, con el incesante relato de historias y leyendas, sumada a los placeres gastronómicos y la calidez de la gente, dotarán allí al viajero de una sensación de plenitud espiritual pocas veces conseguible en otros destinos.
En diálogo con Télam, Carolina Rivera, encargada de Turismo Rural de la Secretaría de Turismo jujeña indicó que estas comunidades agrupadas «ofrecen el contacto directo con la gente, insertando al turista en su cultura mientras se aloja en casas de familia».
«Son apadrinadas por el Ministerio de Cultura y Turismo a través de capacitaciones y el apoyo permanente, tendientes a facilitar la inserción de los viajeros ya sea en forma directa o por medio de agencias de viajes», agregó.
Las tres cooperativas poseen perfiles en la red social Facebook, desde donde los interesados en vivir la experiencia pueden tomar contacto directo con cada una de ellas para programar la visita.
Turismo Rural Comunitario de Sal, Ocumazo Turismo Comunitario y Hornaditas-Turismo Comunitario son las páginas de contacto que las cooperativas tienen en la red social.