Según un nuevo estudio de la Universidad de Princeton, las habilidades de vuelo de los pájaros afectarían a la forma de sus huevos.

¿Te has fijado en que los huevos aviares que encontramos en la naturaleza tienen formas diferentes? Desde esféricas hasta elípticas o asimétricas (puntiagudas). A lo largo de cientos de años, los científicos se han preguntado la razón de ello, y ahora un equipo de investigadores liderado por la Universidad de Princeton (Estados Unidos) cree haber dado con la respuesta.

La forma del huevo estaría vinculada a la capacidad de vuelo de las aves –aquellas que son buenas en dicha actividad tienden a poner huevos asimétricos o elípticos–. Asimismo, la membrana del huevo –que no la cáscara– desempeñaría un papel fundamental a la hora de determinar esa diversidad en el diseño de los huevos que podemos encontrar.

Durante mucho tiempo las teorías apuntaban a que, en la mayoría de los casos, la forma del huevo estaba relacionada con la historia de vida del ave o el medio ambiente en el que vivía. Sin embargo, el estudio de Princeton, publicado por la revista Science, sugiere que la forma de los huevos en realidad dependería de cómo se ha adaptado cada ave al acto de volar.

El equipo de científicos, liderados por Mary Caswell Stoddard, investigadora del departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Princeton, estudiaron las fotografías de 49.175 huevos de aves procedentes de todo el planeta y recogidos a lo largo de un siglo, que representaban a unas 1.400 especies –lo que supone el 14% de las 10.000 que existen–. Con ayuda de un programa informático personalizado, obtuvieron las medidas de los huevos y observaron dos características principales en ellos: la asimetría –o lo puntiagudos que eran los huevos– y su elipticidad –cuánto se desvían de la forma de esfera perfecta–.

Con los resultados, elaboraron un mapa que recogía las diferentes formas de huevo. Entre ellos los había elípticos –como los del talégalo maleo–; otros, asimétricos –como los de la menudilla–; con ambas características –los del arao común–; y finalmente aquellos que no tienen ninguna de ellas –los del búho, que forman una esfera perfecta–.

Luego compararon esas distintas formas teniendo en cuenta factores como, por ejemplo, lo que cada especie de pájaro come, dónde construyen sus nidos, si son grandes o si son buenos voladores. De estas características, lo que parece que sí influye en el diseño del huevo, según sus conclusiones, es que las aves estén mejor adaptadas al vuelo.

Según los investigadores, a medida que los pájaros fueron evolucionando y sus cuerpos se fueron adaptando para volar, se produjeron cambios en su morfología, como un menor tamaño de su cuerpo. Este conllevó una cavidad abdominal también más pequeña, de manera que unos huevos con forma elíptica o puntiaguda permiten aumentar el volumen de los mismos sin necesidad de incrementar el ancho máximo del huevo. Y en esa dirección evolucionaron aquellos pájaros que eran mejores voladores, ya que estos pasan más tiempo de sus vidas en el aire.