La ropa sin género, también conocida como unisex, multisex o a-sex, está haciendo su camino entre los más diversos diseñadores de todo el mundo, incluido nuestro país, impulsada por tiempos en los que la clasificación hombre-mujer se volvió socialmente insuficiente y cada vez importa menos que una prenda exprese una identidad sexual.
En su momento, la visionaria Coco Chanel calzó pantalones y sacos sastre a las mujeres y el joven Yves Saint Laurent les puso smoking y las «masculinizó», pero hoy esas fronteras de género en la moda parecen desdibujarse un poco más.
De hecho, los «vaqueros» o jeans, creados por Jacob Davis y Levis Strauss & CO en 1871, estaban destinados a los hombres del Lejano Oeste norteamericano y a los mineros.
Pero con ellos se logró borrar el límite de identificación de una prenda como de «hombre» o de «mujer», algo que también viene ocurriendo con el trench , las remeras básicas y las zapatillas.
Hace dos semanas, el dueño de Alibaba, el chino Jack Ma, fue noticia porque se paseó sin complejos por Davos con una parka de pluma de ganso de una reconocida marca canadiense que, salvo en su etiqueta, nada estipulaba que fuera de mujer.
Desde hace unos años, varios diseñadores en el mundo, como el japonés Yohji Yamamoto y el británico Rick Owens, comenzaron a borrar esa frontera para apostar a la moda sin género, multisex o a-sex.
El universo y las aristas de la moda sin género en muy amplio pero el propósito el mismo: una moda inclusiva, que escapa a los estereotipos y se abre a quienes no quieren vestirse limitándose al universo masculino o femenino.
Desde hace unos cuatro años, la moda sin género fue ganando espacio en las pasarelas más importantes, de la mano de renombrados diseñadores, como ocurrió recientemente con la colección primavera verano 2018 del estadounidense Thom Browne, cuyos modelos masculinos desfilaron ataviados en maravillosas faldas lápiz, midi y plisadas.
Marcas como Abercrombie, en las líneas para bebé o Zara y H&M también sacaron colecciones sin género aunque para algunos expertos se trata más de una medida sin sustento.
En ese sentido, Noel Falken, creadora de ColecciónZero.com, asegura que -si bien en el mundo es notorio que la moda sin género es una tendencia creciente, algo que se ve claramente a través de las redes sociales, «no hay una respuesta acorde parte de las corporaciones».
«Algunas marcas lo han tomado como una tendencia algo pasajera, en el sentido estético-funcional, proponiendo diseños oversize o unitalle, lo que antiguamente se conocía como unisex. Ese es el caso de Zara, que diseñó una línea especial pero son escasos los ejemplos de tiendas que hayan incorporado permanentemente la categoría sin género», explica en diálogo con Télam Tendencias.
Si bien, hay algunas tiendas que cuentan con departamentos de ropa sin distinción de sexos y también hay apps como RIGit para localizar dónde comprar esta ropa, en la mayoría de los e-commerce multimarca de todo el mundo se sigue haciendo la división hombre / mujer.
El e-shop que Falken creó, que reúne a diseñadores contemporáneos y nuevos talentos, le dio a la moda sin género el mismo espacio en el menú de navegación que las categorías hombre y mujer porque, dice, «hay muchos usuarios que no se sienten identificados con ninguna de estas dos clasificaciones».
En Argentina hay diseñadores de autor que contemplan esta propuesta porque «lo llevan en su ADN, como Vanesa Krongold, Santamadre, y Kostume, que lo vienen haciendo hace varias temporadas», enumera Falken, que también cita las remeras feministas de Pauer, de corte recto y talles hasta el XXL, aptas para casi todo tipo de cuerpo.
Otra diseñadora local, Mía Soifer, lanzó este verano su primera colección «sin género» y siempre le gustó «trabajar con figuras cómodas y holgadas», le confió a Télam Tendencias.
«Me pasó muchas veces que mis amigos me pidieron que les hiciera en sus talles varios de mis diseños. Además, a mí no me va el universo hombre o mujer», sostiene el alma mater de la Soifer.
Como mujer, afirma, no puede no ser feminista y más en estos tiempos: «En todos los ámbitos y el de moda no es excluyente, uno está muy atravesado por lo cultural, político y social y todo esto también tiene que ver con mi elección por la moda sin género. Apuesto a lo abarcativo», enfatiza.
Florencia Burgos, creadora de SantaMadre, marca radicada en Bahía Blanca, también sintió desde siempre una predilección por la figura oversize y encontró en la moda sin género «la identidad y el estilo» de su marca.
«Casi toda nuestra colección apunta a lo unisex. Tenemos tres talles, cortados y pensados para que se adapten a los cuerpos de hombres y mujeres. Otras prendas son talle único y algunas son femeninas directamente», le cuenta TT.
Entre la ropa «compartible» de su marca, sobresalen las camisas, las remeras, las camisolas y los suéter tipo poncho, prendas favoritas de los varones, que son mayoría entre sus clientes y en los que sobresalen los DJ´S.
Soifer apunta que «lo primordial es vestirse pensando en uno mismo y en cómo te apropiás de las cosas».
Para esta diseñadora de 25 años, que confiesa que le roba la ropa a su novio, la moda sin género «es un abanico enorme que incluye a todas y a todos».
«Es un lenguaje de la moda inclusivo. Siempre va a haber alguien que no se sienta identificado con determinadas prendas. Y es por eso que hay que ser abarcativo», reflexiona.
Falken considera que la ropa sin género, «como toda moda, para muchas marcas y diseñadores va a ser una propuesta efímera» aunque argumenta que hay un cambio de paradigma respecto a pensar la moda en forma vinaria, es decir hombre-mujer.
«Las nuevas generaciones se sienten cada vez menos identificadas con ese tipo de clasificación y la moda sin género va a seguir ganando terreno hasta quedarse definitivamente. Ahora, ¿cómo será? Seguramente continúe cambiando y evolucionando conforme vaya mutando el sistema de la moda», puntualizó.