Dolores Fonzi y Pilar Gamboa, que componen a dos amigas que atraviesan todo tipo de cambios en sus vidas en el filme «El futuro que viene», dirigido por Constanza Novick, que se estrena hoy, advirtieron sobre el futuro manejo presupuestario del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) porque consideraron que «las películas mercantilistas sean las únicas que sobrevivan en el financiamiento del Incaa es vaciar de cultura el país».
Las dos notables actrices componen a dos amigas, Romina y Florencia, que se conocen desde la escuela primaria y que forjan una amistad que se sostienen al paso de los años, la estancia en el extranjero y hasta los contratiempos que produce la vida, y que gracias al lente y al guión de Novick constituye una inteligente, sutil y enriquecedora mirada al universo femenino.
Para Fonzi significa su tercer estreno en el año, ya que se suma a su trabajo en «La Cordillera» y en «Nieve Negra», mientras que Gamboa ya estrenó «Pampero», «Mamá se fue de viaje» y tiene para estrenar «Recreo» de Hernán Guerschuny y Jazmín Stuart, «La muerte de Marga Maier» de Camila Toker y «La Flor» de Mariano Llinás.
Sobre la película y la situación de la industria cinematográfica argentina, Fonzi y Gamboa charlaron con Télam:
– ¿Les gusta que sea una película para mujeres y de mujeres o quieren que sea para todos?
Pilar Gamboa:- No voy a resultarte muy interesante, pero no pienso en eso. Pienso sí en que amigas se pueden llegar a identificar, pero también creo que se puede llegar a identificar un hombre. No está pensado para un público determinado, eso es lo que la vuelve más interesante. Nadie dijo antes, y sobre todo Coca, «es una película para mujeres y ojalá nos vaya bien con las mujeres». Es cuando alguien crea algo desde lo más íntimo y de eso quiere hablar. Después a quien le resuene eso, ojalá que a muchas personas porque uno pone tanta cosa para que suceda porque es difícil filmar una película, uno está mucho tiempo. Y la carnicería de salir en mil salas y de repente pasan dos semanas y no estás más es una pena, porque lleva mucho esfuerzo. ¿A quién le resuena? Me parece que no lo tengo tan recortado, no digo «esta película le va a gustar a las mujeres». Es cierto que es una película hecha por mujeres y capaz es verdad que se pueden identificar con eso, pero creo que hay muchos hombres sensibles que también se van a identificar con la película. Está bueno que así sea, más plural, no que la bala se dispare para este sector. La bala se dispara al aire y al que te toca está buenísimo, me parece.
DF: Estoy de acuerdo. Ídem (risas).
-¿Cómo fue construir los personajes que tienen viajes muy fuertes? El personaje de Dolores arranca en un hogar muy liberal y termina siendo una mujer muy estructurada, y el de Pilar hace el camino a la inversa.
DF: Supongo que es eso, en contraposición de nuestras madres en la película. Romina, mi personaje, tiene una madre modelo de mujer bastante imponente y siento que ella se manifiesta al mundo de una manera mucho más inhibida y trata de pasar inadvertida y no llamar mucho la atención como la madre. Flor es al revés, vive en una casa de una familia más estructurada y tiene que romper eso con algo más libre y estrafalario.
-¿No es más interesante el universo femenino? Tiene más vueltas, más colores y más planetas.
PG: Para mí sí es más complejo el mundo femenino. Sí, yo lo vengo diciendo mucho, me da la sensación de que las mujeres vamos a la profundidad de las cosas un poco más rápido, los hombres tienen algo más negador. Decís «¿de qué hablaron?», y te dicen «no, hablamos de fútbol». «Pero no se estaba separando», y «no, no le pregunté». Lo estoy actuando como si fuesen unos siomes, no creo en eso tampoco (risas).
DF: Siento que las mujeres desde la base en que cada mes nuestro cuerpo se ve modificado por mil cuestiones hormonales, la maternidad y todo lo que va pasando físicamente y lo natural que es inherente a ser mujer es mucho más complejo y atravesado que el hombre, que está más o menos siempre en una cosa más concreta. Obviamente depende de la búsqueda de cada uno como individuo, seas hombre o mujer, pero me parece que nosotras estamos más preparadas para sortear situaciones más al borde en todo sentido. Digo, la mujer, la desigualdad, la mujer que es madre o que no es madre pero que biológicamente tiene algo corporal.
– Sobre ese punto, ¿sienten que la película eludió los tópicos que tiene la sociedad sobre el mundo femenino?
DF: Me parece que no los elude y que no solo no los elude, sino que muestra otras circunstancias. Puede ser que una mujer que acaba de ser madre, que culturalmente es una de las cosas más lindas que te puede pasar como mujer porque por fin tenés una función en la vida, puede que no sea lo mejor que te pueda pasar y te tenga mal. Eso pasa con Romina, que tiene una maternidad desprendida de los mandatos de la sociedad.
No elude, los muestra. Está bueno ver una mujer que le está siendo complicado ser madre, está bueno ver eso porque en general la sociedad condena a la mujer que no es feliz ser madre y te puede pasar porque el estado natural de las cosas no es solo uno, pueden ser mil. Entonces la película puede ser eso, o la libertad de Florencia.
– Las dos estrenaron películas este año. ¿Qué hay de este momento del cine? ¿Qué piensan? En virtud de los pronósticos de la comunidad del cine que dice se va a realizar un fuerte ajuste en el Incaa.
DF: Sí, la verdad que da miedo. En abril y mayo todos los que hacemos cine o tenemos algún tipo de relación con el cine salimos a hacer videos hablando del tema. Se nos acusó de paranoicos y ahora está sucediendo todo lo que veníamos diciendo que iba a pasar. Da miedo, películas como esta no se hubiesen podido hacer si esta ley se implementa. Ahí sí hay que tener cuidado y no sé cómo hacer.
PG: Hay algo más profundo que es un pensamiento atroz que es que la cultura tiene que ser redituable. La cultura no es un negocio, la cultura tiene que ser sí o sí gratuita. Eso hay que sostenerlo.
DF: Que las películas mercantilistas sean las únicas que sobrevivan es vaciar de cultura el país.
PG: Las películas más pequeñas, aquellas que se las condena por llevar tan solo 5.000 espectadores, son las que van al Festival de Cine de Berlín y son la cara del cine argentino afuera. Digo, en un país que todo el tiempo está mirando afuera, ¿justo eso que pasa lo querés borrar? ¿Solo se va a poder filmar aquello que lleve un millón de espectadores y es un negocio? No estoy de acuerdo ahí, me parece que ahí está el grave problema y es ideológico.
DF: Lo que pasa es que es muy difícil discutir esto con gente que no ve cine o que ve solo películas que hacen 2 millones de espectadores y que tienen una mentalidad, una ideología.
PG: En donde dicen «el Gaumont podría salir un poco más» no, el Gaumont debería ser gratuito directamente. «¿Qué son 10 pesos más», son 10 pesos más, debería ser entrada libre y gratuita. Ahí es donde uno debería ir como ideal. De verdad el peligro de la cultura como negocio es que solo va a quedar el teatro comercial y las películas hechas por los tanques de producciones. Películas como estas, el mundo de la ópera prima, puede llegar a desaparecer. Cuando sacás diversidad sacás mirada, de esta manera recortás miradas.
-Pero este año se estrenaron películas elogiadas como «La Cordillera» y «Zama»?
PG: De todas maneras, son películas que se van a seguir filmando. Digo, Lucrecia Martel va a seguir filmando gracias a Dios. La que está más en peligro de filmar es Anahí Berneri, que gano en San Sebastián con «Alanis». Lo que tenemos que mirar es la cosa que está más para abajo, ahí tenemos que prestar atención.
DF: Es alarmante. Hay que tener cuidado, no podemos dejar que esto avance.
PG: Las productoras pequeñas está difícil de verdad, y yo las cosas más interesantes que hice en general son óperas primas. Quitarle a una persona la posibilidad de filmar su primera película está difícil, porque se corta la mirada.