El director teatral estadounidense Tim Robbins, que mañana presentará «The New Colossus» junto al The Actors’ Gang Ensemble en el Anfiteatro de Parque Centenario, a las 21, como apertura del Festival Iinternacional de Buenos Aires , declaró que su esperanza «es el público y eso me alienta».
Robbins, destacado actor de cine que se caracteriza por sus posiciones radicales como su ex esposa Susan Sarandon, recordó que ya estuvo en la Argentina para un festival de cine de Mar del Plata y presentó la obra «1984» en el teatro San Martín, en 2012.
Respecto de su permanencia actual en Buenos Aires, declaró ante medios de prensa que desde hace un mes estuvo «viajando por Sudamérica y fue increíble; no lo hago como turista, es un viaje de trabajo, pero tengo que relajarme un poco. Estoy muy entusiasmado de estar acá, en el FIBA».
Pregunta: -¿Cuál es para usted la diferencia entre la vida cotidiana, contaminada por los medios, y el teatro?
Tim Robbins: -En la realidad hay muchas distracciones, pero el teatro es un lugar en el que podés pedirle a la gente que apague su celular y experimente sensaciones.
P: -¿Cómo surge su interés en el tema migratorio, que es el núcleo de «The New Colossus»?
TR: -Tres años atrás estuve en un workshop en Texas, sobre la gente que se tiene que ir de sus hogares; a veces los vemos como una imagen en los informativos y es una forma tan inhumana de describirlos, tan irreal… Estados Unidos se siente superior a otros pueblos, pero sin embargo fue creado por gente de todo el mundo; ese concepto desilusiona. Por eso tengo una compañía con actores de todas partes del mundo y algunos tienen el inglés como segunda lengua; esta obra es una gran oportunidad para hablar esos otros idiomas.
P: -¿Cómo se siente ante la invitación del FIBA?
TR: -Estoy muy orgulloso de que me hayan convocado y que muchos entiendan que la historia de mi país es muy parecida a la de Sudamérica y que también tiene una historia muy similar a la del resto del mundo.
P: -¿Qué espera de la noche inaugural del FIBA?
TR: -Mi esperanza es el público, eso me alienta. ¿Por qué creés que la gente se olvida de que estos países son de inmigrantes? Porque se quiere sentir segura y apropiarse de una identidad; eso pasa en lugares en los que no hay diversidad. Si vas a Nueva York o a una ciudad con población muy diversa, siempre sos bienvenido y la gente vive en ese milagro de la democracia. Cuando la población se encierra tiende a no confiar en gente de otros países, pero cara a cara la gente es muy amable.
Incluso en una comunidad alejada del resto de las culturas, en momentos de desastres o accidentes, cuando la gente necesita ayuda las personas se olvidan de las diferencias y se ayudan; creo que las divisiones son manipulaciones del juego político.
P: -¿Cuál es el sentido de una obra como la suya?
TR: -El corazón humano es capaz de ayudar, perdonar y amar, aunque en lo abstracto la gente parece desconfiar más. Es una de las mejores cosas que tiene el teatro: junta a extraños y los hace experimentar como si fueran una comunidad, la gente entra pensando una cosa y cuando se va, tal vez, sintió otra cosa o cambió su percepción. Es lo bueno del arte, es su poder.