El declive mental es una de las mayores preocupaciones que trae aparajedas el envejecimiento. Y, si bien no hay evidencias científicas sobre métodos que puedan evitarlo, hay indicios que indican que el ejercicio, un adecuado control de la presión arterial y algunos tipos de entrenamiento mental podrían ayudar.

Los científicos saben que cambios riesgosos en el cerebro comienzan décadas antes de que Alzheimer y otros tipos de demencia sean evidentes, lo que indica que existe un período en el que la gente puede fortalecer su salud cognitiva. Pero un informe publicado por la Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina estadounidense (NAS, por sus siglas en inglés) apunta que existe una «desconcertante» disponibilidad de productos y estrategias para mantener saludable el cerebro pese a que hay pocas, y en algunos casos nulas, evidencias científicas rigurosas que las respalden.

Fue el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA) el que encargó a las prestigiosas Academias Nacionales el análisis de la eficacia de productos, actividades y terapias que se ofrecen contra el deterioro cognitivo y la demencia. El comité realizó una revisión sistemática de esas intervenciones, que incluyen el entrenamiento cognitivo, el ejercicio físico, la dieta, nutracéuticos, las terapias multimodales, hormonales, disminución de lípidos, los antiinflamatorios no esteroideos, clases de música, litio y hasta intervenciones en el sueño.

La conclusión a la que arribaron los autores del informe «Prevenir el deterioro cognitivo y la demencia: un camino a seguir» es que solo tres de las estrategias pueden ser «alentadoras», aunque la evidencia científica es aún insuficiente y debería profundizarse la investigación:

Controlar la presión arterial, especialmente entre la gente de mediana edad. La gente con hipertensión necesita tratamiento de todos modos para evitar enfermedades cardíacas y derrames cerebrales.
Más actividad física. Al igual que el consejo sobre la presión arterial, hace tiempo que se considera que lo bueno para el corazón es bueno para el cerebro.
Entrenamiento cognitivo, específicamente técnicas con la meta de mejorar el razonamiento, resolver problemas, la memoria y la agilidad del proceso mental.
Las tres estrategias resaltadas «no hacen daño», dijo el neurocientífico Alan Leshner, presidente del comité de las Academias Nacionales. Y, aún si el vínculo con el cerebro no resulta ser cierto, las dos primeras al menos son, de todas maneras, beneficiosas para el organismo.