La ansiedad también es cosa de niños, manifestándose en la mayoría de las ocasiones con desasosiego, inquietud o imposibilidad de permanecer sentado. Detrás de un trastorno de ansiedad infantil puede haber factores ambientales (acontecimientos vitales, situaciones traumáticas, la forma de educar de los padres, los procesos de socialización del niño) o factores personales (autoestima, rasgos de personalidad, capacidad para afrontar los problemas. ¿Cómo podemos calmar al niño ante un cuadro de ansiedad? Vamos a descubrir una interesante herramienta, los trucos psicológicos.
Como padres conviene tener en cuenta una serie de consejos para saber actuar y calmar la ansiedad en los niños, así como para dotarles de las herramientas que les permitan ganar en autoestima, seguridad y confianza. De hecho, la ciencia mantiene que los niños aprenden a través de las emociones, y la ansiedad es una más y, como tal, hay que aprender a canalizarla.
Fomentar la comunicación desde edades tempranas ayuda a que el niño se sienta cómodo a la hora de hablar de todo lo que le preocupa.
Dejar que el niño se desahogue y manifieste sus sentimientos y sus dudas.
Si el niño no quiere hablar, no hay que forzarlo.
Es fundamental no restar importancia a la situación o estímulo que le genera ansiedad. A ojos de los adultos puede resultar un problema menor, pero seguramente para el niño sea muy importante.
Controlar la respiración es una técnica eficaz para calmar la ansiedad. Conviene enseñar al niño como respirar de manera lenta y profunda, imaginando cómo el aire entra por su nariz y llega hasta sus pulmones y baja por el vientre.
Si el niño manifiesta que le falta al aire por la ansiedad, hay que tratar de que esta situación no le produzca temor o pánico. Para ello, un sencillo truco, es que mamá o papá se sienten con el niño y respiren juntos.
Las imágenes relajantes son un truco efectivo, por lo que en este caso hay que ayudar al niño a imaginar un lugar o sitio relajante o que le transmita buenas sensaciones.
También podemos pedir al niño que imagine una caja donde vamos a colocar las preocupaciones para que dejen de ser una molestia. Este truco se puede utilizar cuando el niño no está preparado para hablar de lo que le preocupa.
Tensar y relajar los músculos ayuda a liberar tensiones, con trucos tan sencillos como apretar las manos como si estuviéramos exprimiendo una naranja o contraer los músculos de hombros y cuello imitando a una tortuga que se esconde en el caparazón.
Identificar y hacer salir los pensamientos negativos es la mejor manera de calmar la ansiedad. En el caso de los niños nos podemos ayudar de los personajes o dibujos animados, proponiendo al niño dibujar y colorear aquel animal que representa su pensamiento o emoción negativa. De esta manera, al dibujar y colorear libera las tensiones.
De igual manera que hay que enseñar al niño a sustituir los pensamientos negativos por positivos. Por ejemplo, ‘los errores son una forma más de aprender’, ‘con un poco de práctica la próxima vez el dibujo quedará mejor’. Frases que, como padres, debemos ir enseñando para que las asimilen como propias.