Un clima onírico con un diseño de montaje particular enmarcan la exposición “Objeto móvil recomendado a las familias” que se puede visitar hasta el 29 de abril en el Espacio de Arte de la Fundación Osde, una propuesta curada por Santiago Villanueva que reúne más de 60 obras de artistas argentinos de variadas generaciones que coquetean con el surrealismo aunque no necesariamente se enmarquen en esa corriente artística.
Un pequeño acrílico sobre tela de la artista Fernanda Laguna, “Paisaje surrealista”, de 1994, que emula exactamente el paisaje de una famosa pintura de Salvador Dalí -uno de los máximos representantes del surrealismo- recibe al espectador en el ingreso de la muestra, y en esa suerte de juego de autorías, ese gesto lúdico, marca la pauta de que, una vez dentro, nada es lo que parece.
“La idea de esta muestra fue pensar en una hipótesis sobre el surrealismo a raíz del Grupo Orion. Ellos intentaron traer el surrealismo francés a la Argentina, en 1939 ese proyecto duró pocos años, y luego como no tuvo éxito, abandonaron cualquier imagen surrealista.
Esta muestra propone una lectura de ese fracaso, mostrar los deslices o desfasajes de artistas de diferentes generaciones que no han adherido a este tipo de estética”, cuenta a Télam Santiago Villanueva, curador de la exposición.
“El surrealismo es el puntapié inicial de esta exposición, un tema que por momentos se descarta y por momentos desaparece. De hecho, hay obra de un solo artista del grupo Orión, Orlando Pierri, y luego artistas de diversas generaciones”, agrega Villanueva.
La historia formula que el surrealismo -movimiento que indaga en las profundidades del subconsciente- se inició en el mundo a mediados de la década del 20, con la aparición del «Manifiesto surrealista» de André Breton, en París.
Fue en 1939, cuando el Grupo Orion, integrado por poetas y pintores, organizó en Buenos Aires una exposición de pinturas vinculadas al movimiento surrealista que, aunque tuvo escasa repercusión en los medios, dejó su influencia en las generaciones siguientes.
Este colectivo de artistas estaba conducido por Ernesto Rodríguez e integrado por Luis Barragán, Bruno Venier, Alberto Altaleff, Antonio Micheli, Ideal Sanchez, Orlando Pierri, Vicente Forte y Juan Fuentes.
Sin embargo, esta exhibición no es lineal, se puede recorrer en cualquier orden, no hay núcleos temáticos, “justamente para eliminar la idea de categorías y clasificaciones, acorde a este contexto”, señala Villanueva.
El particular diseño de montaje, a cargo del artista Osías Yanov, comprende estructuras de hierro -que por momentos tornan incómodo el recorrido por la sala- ocupando casi la totalidad del espacio y que no sólo trazan el itinerario para moverse por la sala, sino que además dan un marco a cada una de las obras.
“Se trata de una serie de estructuras que se van repitiendo a lo largo de la muestra. No es una museografía invisible, sino que va agrupando, subrayando y desagrupando las obras”, graficó Villanueva.
Ese clima surreal, algo anacrónico, como suspendido en el tiempo, se traslada de las obras a la sala. Piezas figurativas, y no abstractas, temáticas oníricas y fantásticas, se suceden sin una idea de categorías o clasificaciones. Además, tal como ocurre con la pieza de Fernanda Laguna, es destacable la influencia de Dalí en algunos de estos artistas, como el caso de Vito Campanella, de quien se exhibe el óleo sobre tela “Retrato metafísico” (2013).
El itinerario incluye piezas de Roberto Aizenberg, Jacques Bedel, Emilio Bianchic, Mildred Burton, Vito Campanella, Laura Códega, Juan Del Prete, Jorge Diciervo, Tobías Dirty, Zdravko Ducmelic, Fermín Eguía, Leónidas Gambartes, Mónica Giron, Miguel Harte, Naum Knop, Fernanda Laguna, Mariette Lydis, Adriana Minolitti, Noé Nojechowicz, Orlando Pierri y Mariana Tellería, un conjunto que Villanueva define como «una memoria inestable del surrealismo».
Y remarca el curador: “No es una muestra representativa, no trata de englobar la historia, no es lineal ni cronológica. Escapa de las lecturas tradicionales de la historia del arte. Y en esta selección van apareciendo artistas inevitables”.
«Las obras, reunidas aquí permanecen juntas por la complicidad que generan entre sí para pensar un momento histórico, un estadio de formación personal y la proyección de un programa vanguardista pensado a posteriori, sin la incomodidad ni la pretensión de un manifiesto», resume en el texto curatorial.
El título de la muestra hace honor a la obra del dadaísta y surrealista Max Ernst (1891-1976), “Objeto móvil recomendado a las familias”, y se podrá visitar hasta el 29 de abril en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE (Suipacha 658, CABA), con entrada gratuita.