La galaxia que representa el origen de la humanidad, ‘murió’ en algún momento de su historia antes de experimentar un ‘renacimiento’ dramático, de acuerdo a científicos de la Universidad de Tohoku (Japón) en un estudio publicado en la revista Nature.
Así, la Vía Láctea experimentó una edad oscura cuando la formación de nuevas estrellas se detuvo abruptamente. Pero esta era sombría pudo haber desencadenado el proceso que condujo a la ‘segunda vida’ o segunda oportunidad para la galaxia y tomar la forma que permitió que la vida inteligente surgiera en uno de sus brazos espirales.
El experto Masafumi Noguchi ha calculado la evolución de la Vía Láctea en un período de 10.000 millones de años, incluida la «acumulación o acreción de flujo en frío», una nueva idea propuesta por Avishai Dekel (de la Universidad Hebrea) y sus colegas, sobre cómo las galaxias recolectan el gas circundante durante su formación. Aunque estos sugirieron la formación en dos etapas para galaxias mucho más masivas, Noguchi ha podido confirmar que la misma imagen se aplica a nuestra propia galaxia.
Hubo un largo período latente en el que cesó la formación estelar en la Vía Láctea. Y nuestra galaxia natal ha resultado tener una historia más dramática de lo que originalmente pensábamos y queestá escrita en la composición elemental de las estrellas. Esto significa que las estrellas ‘memorizaron’ eventos en el pasado porque muestran qué gas estuvo presente durante su nacimiento.
La descripción de Noguchi comienza entonces hace 10.000 millones de años cuando los gases fríos se precipitaban hacia la Vía Láctea para formar las primeras estrellas. Luego, unos 3.000 millones de años más tarde, todo salió mal.»Aparecieron ondas de choque y calentaron el gas a altas temperaturas hace 7.000 millones de años», dice el estudio. «El gas dejó de fluir hacia la galaxia y las estrellas dejaron de formarse».
Durante esta época tan poco halagüeña, las explosiones de las supernovas inyectaron hierro en el gas que giraba alrededor de la Vía Láctea y cambiaron su composición. A medida que el gas se enfrió, comenzó a fluir de vuelta a la galaxia hace unos 5.000 millones de años y comenzó la creación de la segunda generación de estrellas, incluido nuestro propio Sol.
Existen dos grupos de estrellas en el vecindario solar con diferentes composiciones. Uno es rico en elementos α como oxígeno, magnesio y silicio. El otro contiene una gran cantidad de hierro. Recientes observaciones de Misha Haywood (Observatoire de Paris) y sus colegas revelaron que este fenómeno prevalece sobre una vasta región de la Vía Láctea. El origen de esta dicotomía no estaba claro. El modelo de Noguchi proporciona, como vemos, una respuesta a este acertijo.
Según Benjamin Williams de la Universidad de Washington y sus colegas, nuestra galaxia vecina, Andrómeda, también formó estrellas en dos épocas distintas. El modelo de Noguchi predice que las galaxias espirales masivas como la Vía Láctea y la nebulosa de Andrómeda experimentaron una brecha en la formación de estrellas, mientras que las galaxias más pequeñas formaron estrellas continuamente. Noguchi espera que «las futuras observaciones de galaxias cercanas puedan revolucionar nuestra visión sobre la formación de galaxias».