La realizadora Albertina Carri acaba de llegar de San Sebastián y se prepara para partir a Nueva York en el inicio del recorrido internacional de “Las hijas del fuego”, su nuevo filme, que estrena en Buenos Aires el próximo 1 de noviembre y que fue la Mejor Película Argentina del último Bafici.
En su nuevo largometraje, la realizadora de “Los rubios”, “Géminis” y “Cuatreros” penetra en el territorio de los cuerpos y la sensualidad femenina, en un road movie pornográfica en la que un grupo de chicas entregadas a la pasión erótica viajan desde Ushuaia hasta Lobería.
El interés de Carri por la pornografía no es nuevo, su cortometraje “Barbie puede estar triste”, un melodrama porno de animación realizado con las icónicas muñequitas rubias data de 2002 y “Pets”, construido sobre archivos y con prácticas de zoofilia es de 2012.
“Siempre me interesó la posible deconstrucción de la pornografía, un género claramente educativo y patriarcal”, cuenta Carri en una charla con SomosTelam en una primera aproximación al filme que desde noviembre se podrá ver en las salas Malba y Gaumontde la ciudad de Buenos Aires y luego recorrerá distintos Village y Espacios Incaa del interior del país, además de estrenarse en Berlín, los países escandinavos, España y Portugal.
“El problema -agrega- no es ni la hétero ni la homosexualidad sino lo mononormático del deseo, que es lo que promueve la pornografía hegemónica. A mí me interesa la pornografía, me interesa ver pornografía y me parece que no tiene por qué ser un género exclusivamente de los hombres sino que hay que reescribirlo”.
La realizadora, que es también la directora artística del Festival Internacional de Cine LGBTIQ Asterisco remarca: “También me interesaba que la película se inscribiera en lo porno como género cinematográfico. Si te fijás, las primeras películas de todo elmundo son médicas y pornográficas, son las cámaras metiéndose en los cuerpos y tanto la medicina como la pornografía son dos disciplinas que, en líneas generales, se han dedicado a la domesticación de los cuerpos”.
SomosTelam: Cuando uno ve la película todo el tiempo se pregunta si es o no una película pornográfica y una de las cosas por las que se podría decir que no, es porque las escenas eróticas traslucen una cierta intimidad, no se trata de escenas frías especialmente montadas para el espectador como acostumbra el cine porno.
Albertina Carri: Sí, es cierto, hay un goce real en las escenas de sexo de la película, y al haber un goce real no hay una objetivación de los cuerpos sino que se siguen respetando las subjetividades de esas personas en escena, entonces en ese momento pareciera que deja de ser pornografía; no lo sé, en todo caso, está bueno que la película invite a pensar sobre cuestiones como lo pornográfico, el deseo, el goce, los cuerpos, la objetivación.
ST: Igualmente la película a veces parece no escapar de cierta “educación sexual” propia de la pornografía, como una guíainiciática para jóvenes.
AC: Es verdad que si yo hubiese visto esta película a los 20 años me hubiera cambiado la vida y me hubieraevitado un montón de problemas y también que pone en escena miles de cosas invisibilizadas y es cierto que, durante el montaje, apareció cierta intencionalidad de hacer visibles prácticas que existen y no se muestran, representar esos modos del amor.
ST: ¿Hay también un interés tuyo de cierta militancia por la diversidad sexual y la cuestión de género?
AC: Lo que más me interesa de toda la cuestión de la diversidad sexual son las formas de habitar el mundo que plantean, es muy común pensar la cuestión de la diversidad solo como cosas sexuales, con quién te acostás, cogés, dormís, y en realidad creo que no se trata de eso sino que se trata más bien de otras formas de relación, otro tiposde tribus, de bandas, de familias, de afectos, de tramas.
ST: La primera voz en off de la película habla de “los cuerpos como territorios”…
AC: Sí, propone el desafío cinematográfico de que los cuerpos se vuelvan territorios, correrlos de la cosa paisajística que sería solo ponerlos en una vidriera, que es lo que hace la pornografía con los cuerpos de las mujeres y de los hombres, porque la porno hétero-hegemónica-patriarcal no es mucho más que una pija parada. Me parece que desde el momento en que podés nombrar a los cuerpos como territorios también los podés recorrer, cartografiar, habitar de otros modos y es lo que intenta hacer la cámara en las escenas sexuales, no quedarse en un lugar de autoridad sino ser parte, y en ese ser parte dejarse modificar, entregándose a una situación azarosa.
ST: En todos los rubros es una película casi exclusivamente hecha por mujeres.
AC: Al principio fue una exigencia del rodaje porque con todas esas chicas teniendo sexo entre ellas no era cómodo que hubiera varones, pero después se terminó convirtiendo también en una cuestión política. En mis películas anteriores siempre tuve equipos con muchas mujeres pero no es lo mismo cuando son todas mujeres, esto generó cosas que estuvieron buenas para la película y que sumaron mucho. La película cuenta la historia de cómo se va formando una banda y cuando estábamos rodando se iba formando también una banda entre todo el equipo.