Europa registró 35 muertes y 21.000 casos de Sarampión en 2018, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de las enfermedades que se creía totalmente controlada y que se puede prevenir con la vacuna.
Los expertos en salud atribuyen esas cifras al movimiento antivacunas, cuyo mensaje parece haber calado más de lo previsto. Las autoridades sanitarias alertan de los riesgos de no vacunar a los niños, y extensivo a los adultos no vacunados, independiemente de dónde vivan, y de la falta de evidencia científica de los argumentos en los que se basa esta corriente.
Un movimiento antivacunas potencialmente peligroso que genera desconfianza hacia las vacunas y la aparición de nuevos brotes de enfermedades casi erradicadas en muchas zonas del mundo. El sarampión es una de ellas, y las consecuencias de la decisión de los padres de no vacunar a los niños contra el sarampión puede poner en riesgo sus vidas.
El sarampión es una enfermedad vírica infecciosa, altamente contagiosa, y que se manifiesta con erupciones cutáneas rojizas por todo el cuerpo, acompañado de tos, fiebre alta (superior a 38,5°), nariz congestionada y ojos enrojecidos.
El número de casos de sarampión en Europa se incrementó en 2018 un 400% con respecto al año anterior, en el que se registraron 5.273. Un incremento calificado como “una tragedia”, en palabras de la directora de la oficina europea de este organismo de Naciones Unidas, Zsuzsanna Jakab, en la presentación del informe en una reunión sobre vacunas celebrada en Montenegro y cuyas cifras han hecho saltar las alarmas ante los brotes de sarampión en Europa. La OMS atribuye este aumento a la reducción de la cobertura vacunal.
En 15 de los 53 países de la zona europea, incluyendo a Rusia, se registraron brotes de sarampión, 100 o más casos. El mayor número de casos se ha registrado en Rumanía, con 5.562 casos; seguido de Italia, con 5.006; Ucrania, con 4.767. La OMS lamenta que estos países han sufrido una disminución de la cobertura vacunal. El gobierno italiano aprobó una ley que obliga a los padres vacunar a sus hijos o enfrentarse a una multa.
En España se registraron 152 casos, muy por detrás de países como Grecia, con 967 casos; Alemania, con 927 casos; Serbia, 702; Tajikistan, 649; o Francia, 520.
La alerta sanitaria por el sarampión ha vuelto a poner el foco en el movimiento antivacunas, pese a que el estudio en el que se basaron en su día para oponerse a las vacunas fue desacreditado y rechazado ampliamente por la comunidad científica.
Un artículo publicado en 1998 por el ex médico británico Andrew Wakefield en el que defendía la relación entre la vacuna contra el sarampión, la rubéola y las paperas con el autismo. Sin evidencia científica, y aunque el artículo fue posteriormente retirado y Wakefield desautorizado en 2010 para ejercer como médico, la desconfianza generó una corriente que convenció a padres y madres, llevados erróneamente por la creencia de estar haciendo lo correcto para la salud de sus hijos.
La OMS alerta de que cuanto más bajas sean las tasas de vacunación, más riesgo de aparición de brotes, siendo necesaria una cobertura de vacunas de más del 95% de la población.
Otro de los argumentos del movimiento antivacunas que las autoridades sanitarias han echado por tierra es el del mercurio en vacunas, en concreto el uso del timerosal o tiomersal, un conservante a base de mercurio etílico que se utiliza en viales que contienen más de una dosis de una vacuna (viales de dosis múltiples) para evitar que gérmenes, bacterias u hongos contaminen la vacuna, tal y como informa en su página web los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Se utiliza en dosis extremadamente pequeñas para que no resulte tóxico. De hecho, no hay ningún estudio científico que vincule el timerosal en las vacunas con riesgos para la salud de los niños o adultos. Actualmente, en España, ninguna de las vacunas del calendario infantil contiene timerosal.