La serie documental “En el nombre del pueblo”, donde a través de 80 entrevistas a académicos, periodistas y expertos de todo el continente se analizan las grandes transformaciones sociales y culturales de América Latina en el Siglo XXI, ya está disponible en streaming para, según indicó su creador Mario Riorda, “retratar al alma de la comunicación política en la región”.
“La hipótesis de la serie es demostrar que la comunicación política tiene una base esencial que es la sociedad en donde actúa y por ello también incluye la decisión de escuchar al pueblo”, sostuvo Riorda.
Riorda es un académico, docente, politólogo e investigador argentino que se desempeña como asesor y consultor comunicacional político, orientando estrategias electorales, de comunicación gubernamental y comunicación de crisis para gobiernos y partidos políticos en Argentina y en otros países de América Latina.
Para “En el nombre del pueblo” trabajó junto al director Lucas Combina dando forma a un ciclo de seis capítulos de 48 minutos que el año pasado recibió el Premio TAL en DocMontevideo y que puede verse en la plataforma Flow de Cablevisión.
A través de un recorrido por Uruguay, Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, México, Bolivia, Chile y Argentina, el trabajo explica cómo la comunicación política participó de los grandes cambios de este siglo en la región.
- ¿Se buscó desentrañar las estrategias que los políticos tienen para empatizar con la gente?
- En parte sí. Quedan desnudados los argumentos. Y quedan expuestos los sentimientos populares que otorgan confianza a la política pero también se la quitan rápidamente. La serie relata que no hay buenos tan buenos ni malos tan malos porque la mirada depende del filtro de cómo y dónde viven las personas, sus ideologías y sus experiencias.
- ¿En qué consiste la comunicación política?
- Es la política expresada en su faz pública. La comunicación es el modo en que el ciudadano ve y siente a la política. No hay diferencias significativas en el sentir ciudadano de país a país: baja credibilidad hacia la política, reconocimiento de que las ideologías están más vivas que nunca y el peso de los personalismos.
- ¿Detectó alguna característica común entre los líderes políticos populares?
- En el viaje vimos aparecer demonios constantes de la región, como la retórica populista como polémica constante, hasta el fuerte drama de la inseguridad, el dolor constante de la pobreza y las insatisfacciones de la mentira política. Cada vez que se habla de democracia estresada debería verse este documental para ver de qué se trata.
- ¿Cuál es el desafío de la comunicación política?
- La verdadera dinámica será la inclusión, cuánto excluye o incluye la política, y en esencia la comunicación política. En una favela de Brasil preguntamos a una líder social si se sentía orgullosa de ser brasileña y respondió: “No somos ciudadanos, somos otra cosa, brasileños pobres”. Por lo que el verdadero desafío de la comunicación política es aportar un debate más allá de lo procedimental, para entender la convergencia de medios y que esta comprensión permita legitimar rumbos en los gobiernos y achicar la brecha entre gobernantes y gobernados. El aporte más fuerte del documental es que la comunicación política debe ser un elemento ciudadano y no sólo una acción publicitaria que alimente expectativas de modo irresponsable.
- ¿La serie aborda la comunicación política desde la manipulación y las “fake news”?
- Sí. No parece que los ciudadanos se traguen sapos ni sean fácilmente manipulables. Premian y castigan a la política con mucha racionalidad. Descifrar cuándo el discurso es mentira pasa básicamente por entender y ver las reacciones. Porque aún negando la complejidad de la gestión en la política, subestimando los problemas y generando falsas ilusiones, más allá de que se tenga buena voluntad, eso es mentir. La serie ayuda a pensar que la sobriedad también es democrática, también es ciudadana, es pura responsabilidad, y si no pregúntenselo al pueblo o a las mayorías. Eso es comprender la comunicación política en una región que ha sido una verdadera usina de frustraciones.