Más de tres millones 500 mil mujeres votaron por primera vez el 11 de noviembre de 1951 en la Argentina, en las elecciones presidenciales que le permitieron a Juan Domingo Perón acceder a un segundo mandato constitucional, un hecho que también tuvo a Evita como protagonista y a la radio como testigo de una jornada histórica.
En 1946, Perón había utilizado la radio para llegar a todas las familias durante la campaña electoral que le permitió convertirse por primera vez en presidente.
Y seis años después, la radio volvió a ser testigo de una jornada histórica, en la que se registró un 90 por ciento de asistencia del padrón femenino y el peronismo obtuvo un contundente triunfo por el 62 por ciento de los votos.
Evita, impulsora de la norma y titular del Partido Peronista Femenino, no pudo concurrir al lugar de votación que tenía asignado y debió sufragar en el policlínico Avellaneda, donde se encontraba internada y convaleciente de un cáncer que nueve meses más tarde le arrebataría la vida.
Dos días antes, la voz de Evita se había escuchado en la radio, en el cierre de la campaña electoral y en un sentido discurso dejó en claro que «no votar por Perón era traicionar al país».
El escritor David Viñas, entonces un joven de 22 años, fue fiscal de la UCR en esa jornada y presenció el único voto que Evita formuló en su vida.
«En el momento de producirse el sufragio estaba el periodismo. Eva pide que ingrese el fotógrafo. Así se hizo. Pusieron una silla, ella se sentó. Ese es el momento que quedó registrado», evocó hace unos años el escritor en una nota que se publicó en la agencia Télam.
Una fiscal le acercó la urna y Evita, que había sido operada recientemente ejerció su derecho cívico. «Ya voté», dijo lacónicamente y lloró contenidamente ante Perón, los funcionarios de su gobierno y las autoridades de mesa.
«En el lugar en el que se votó era cómo un friso, en el que estaban retratados los grandes alcahuetes y Eva, sonrosada, como si fuera una muñeca. Cuando salimos a la calle, llovía, había decenas de mujeres que con la cabeza cubierta con un pañuelo que se parecían las Madres de Plaza de Mayo. Ese era el pueblo», contó el autor de «Los Dueños de la Tierra en una entrevista, en la que aclaró que «era contrera, pero no gorila».