Lo que fue considerada la octava maravilla del mundo en el siglo XVIII era una habitación lujosa en Rusia. La Cámara de Ámbar, que comenzó a construirse en 1701, tenía 180 metros cuadrados de piedras preciosas que hoy se valúan entre 140 y 500 millones de dólares. Pero desde que los nazis la robaron en 1941, nadie sabe a dónde fue a parar.
La pieza fue un regalo de Alemania a Pedro el Grande de Rusia en 1716. Probablemente uno de los gestos diplomáticos más lujosos que se hayan visto, entre sus paredes de 55 metros, sus espejos y sus mil detalles brillantes.
Considerada una obra de arte, fue una de las piezas que el ejército de Adolf Hitler se llevó de la Unión Soviética en aquel entonces. La Cámara fue desmontada por especialistas que se ocuparon de que cada pieza estuviera a salvo para poder volver a montarla en una exposición en el Castillo de Königsberg.
Luego de bombardeos británicos ocurridos en 1944, no se sabe bien qué ocurrió con la pieza. Algunos dicen que un barco intentó salvarla y naufragó; mientras otros apuntan que está escondida en algún túnel profundo.
Más allá de las teorías, un equipo decidió embarcarse en la restauración. Pero no fue algo fácil (teniendo en cuenta que las pocas fotos que hay están en blanco y negro). El proceso empezó en 1980 y necesitó de piedras tanto de la Unión Soviética como de Italia y Pakistán. ¿El costo? Alrededor de 10 millones de dólares.