¿Te imaginas no ser capaz de decirle te quiero a la persona amada o no saber identificar si lo que sientes por ella es amor o amistad? Puede que esto te haya pasado alguna vez en la vida, pero cuando la dificultad para reconocer y expresar sentimientos y emociones es crónica estamos ante una persona con alexitimia.
«Es un rasgo de la personalidad, una anormalidad, pero no está claro que sea un trastorno», dice profesor Pablo Duque, coordinador de la Sección de Neuropsicología de la Sociedad Española de Neurología SEN).
El término alexitimia, de origen griego, y que significa dificultad para expresar afectos, fue acuñado por el profesor de Psiquiatría de Harvard Peter Sifneos, en los años 70. No todas las personas presentan el mismo grado de afectación. Hay quien no sabe ni identificar ni expresar las emociones y otros que sí saber reconocerlas pero no pueden verbalizarlas. Según el origen también puede distinguirse entre una alexitimia primaria, producida porque las estructuras neurológicas vinculadas con las emociones están dañadas, y la secundaria, como consecuencia de un trauma emocional grave o por un desorden en el aprendizaje emocional.
«La alexitimia es muy típica en pacientes que han sufrido enfermedades o trastornos neurológicos o psiquiátricos (accidentes vasculares, traumatismos craneoencefálicos, tumores), pero donde más aparece es en los trastornos afectivos, como síndromes depresivos, ciclotimia, etc. Podríamos decir que la alexitimia es un signo o un síntoma de un trastorno», explica el profesor Duque.
No estamos hablando de personas sin emociones, las tienen, su dificultad es que no saben reconocerlas y expresarlas con palabras o gestos. Para que se hagan una idea, si le preguntamos a una persona con alexitimia cómo se encuentra, probablemente responderá algo tan abstracto como «mal», pero no será capaz de distinguir si lo que siente es rabia, ira, tristeza, odio…
«No solo tomamos decisiones con el intelecto si no también con el reconocimiento de las emociones, que influyen muchísimo en la atención, la memoria y el racionamiento. Nos indican qué es lo importante y nos ayudan a tomar decisiones», explica el profesor Pablo Duque, que advierte de que cuando no somos capaces de reconocer nuestros sentimientos ni de interpretarlos, «no podemos utilizar una información que es muy valiosa, lo que hace que sea mucho más complicado tomar decisiones y crear vínculos sociales».
«Estas personas tienen dificultades en las relaciones interpersonales. Les cuesta identificar su propio sentir, por ejemplo, para delimitar bien el amor y la amistad, y tienen dificultades para involucrarse en determinadas relaciones», apunta el experto.
La Sociedad Española de Neurología estima que, al menos y según estudios de prevalencia en diferentes poblaciones, el 10% de la población mundial padece esta anomalía, que puede abordarse mediante terapia psicológica.