Los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata inspeccionarán el próximo lunes el excentro clandestino de detención conocido como «Pozo de Arana», en las afueras de la capital bonaerense, donde el hallazgo de los restos calcinados de 15 personas confirmó el relato de sobrevivientes que afirmaban que en ese lugar «la patota» del represor Miguel Etchecolatz «torturaba, acribillaba a balazos detenidos y luego incineraba los cuerpos de los detenidos en fosas comunes».
Los magistrados, a cargo del juicio oral y público que se desarrolla en la denominada causa Arana II, recorrerá el lunes, desde las 16, junto a las querellas, sobrevivientes y antropólogos forenses, el predio donde fueron encontradas al menos tres fosas comunes.
Cada una de ellas tenían dos metros de largo por un metro de ancho y 90 centímetros de profundidad, y contenían en su interior fragmentos de neumáticos, proyectiles expuestos al fuego y restos óseos humanos calcinados.
«Arana fue el primer sitio que se encuentra con estas características de fosas de quema», declaró el pasado 1 de diciembre Juan Carlos Nóbile, arqueólogo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) al declarar ante el TOF 1, en el juicio que se sigue contra Etchecolatz y el exjefe policial Julio Garachico por torturas y crímenes cometidos durante la última dictadura militar contra siete víctimas, entre ellas el albañil Jorge Julio López y un estudiante secuestrado durante «La Noche de los Lápices», que permanece desaparecido.
Los restos óseos hallados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, en el 2008, pertenecían a 15 cuerpos en Arana, que se estima fueron arrojados a esas «fosas de quema» y ardieron entre 12 y 18 horas a una temperatura de entre 600 y 800 grados.
De los 15 cuerpos, sólo uno pudo ser identificado y se trataba de una persona desaparecida en 1977; de las restantes sólo se sabe que habrían sido asesinadas entre 1975 y 1978 pero el estado impide la extracción de restos de ADN, con la metodología actual para ese tipo de identificación.
Este hallazgo del EAAF confirmó lo que había relatado en 1999 y en el 2006 el albañil y militante peronista Jorge Julio López, sobreviviente de varios centros clandestinos, entre ellos el «Pozo de Arana».
Según declaró López en sede judicial, se encargó de anotar estos recuerdos en un cuaderno y las veces que la justicia lo convocó como testigo no dudó en relatar minuciosamente reviviendo ese horror.
Entre esos recuerdos estaba el «olor a humo» tan particular, mezcla de neumáticos y «carne», que a veces se sentía por horas y le permitía afirmar que en Arana se ejecutaba y se quemaban los cuerpos.
«Los hechos que se vinculan con la zona de Arana se circunscriben a uno de los aspectos mas brutales que tuvo el plan sistemático de desapariciones forzadas ejecutado por la última dictadura militar.
«Si bien es muy difícil establecer grados diferenciadores en lo que fue todo ese proceso, lo cierto es que en los juicios se dio cuenta que en los centros clandestinos hubo una funcionalidad inescindible de los que significaba la tortura en esos lugares», expresó a Télam el fiscal Juan Martín Nogueira, a cargo de la acusación en esta causa.
El funcionario judicial remarcó que «en este sentido, Arana fue uno de los lugares más identificados con esa idea, con esa funcionalidad de desaparecer a la persona».
Destacó que «los testimonios de las víctimas han sido cruciales para poder identificar los lugares donde funcionaron los centros clandestinos en Arana.
A través de sus declaraciones se pudo establecer «la terrible experiencia por ellos sufrida y la vez poder entender la conexión de dicho lugar con todo el circuito» donde funcionó el plan sistemático en la ciudad de La Plata y otros lugares cercanos.
«La idea de realizar la inspección está signada a poder valorar in situ los distintos aspectos ya declarados en la sala de juicio por las víctimas y los expertos, siendo dentro de lo posible y con las limitaciones que impone el paso del tiempo, una medida que integra todas aquellas que han servido para demostrar el horror de lo vivido allí en la época de los hechos», remarcó Nogueira.
Por su parte, Guadalupe Godoy, abogada de la querella del colectivo «Justicia Ya» precisó que «la inspección ocular permite dimensionar las cosas que se escucharon en los testimonios, los hallazgos del EAAF, ver los lugares aledaños y el lugar donde, de acuerdo al testimonio de López funcionaba el denominado Pozo de Arana».
Desde el 30 de agosto último el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata busca determinar las responsabilidades de ambos expolicías en los secuestros, torturas y crímenes cometidos en el centro clandestino de detención ilegal denominado como «Pozo de Arana» en perjuicio de López; Norberto Rodas; Alejandro Emilio Sánchez; Patricia Dell Orto, Efraim Guillermo Cano, Ambrosio De Marco y el estudiante de La Noche de los Lápices, Francisco López Muntaner.
Los delitos de lesa humanidad cometidos en este centro ya fueron juzgados en el 2012 pero quedaron excluidos otros hechos realizados en otros centros de detención ilegal ubicados también en la localidad de Arana.
Según declararon en otros juicios varios sobrevivientes, entre ellos el propio López -desaparecido desde 2006- en Arana funcionaron durante la dictadura al menos otros cuatro centros de detención: el área de «Cuatrerismo»; el Destacamento de Policía; otro centro conocido como «La Casona» o «Campo de Arana» y «El Pozo de Arana».