Especialistas en educación advirtieron que la implementación de una línea de denuncias por “adoctrinamiento” en las escuelas puede “afectar” el desempeño docente y aseguraron que no existe una acción “sistemática” para “adoctrinar a los alumnos”, tras el anuncio del Gobierno nacional del envío al Congreso de una modificación a la ley nacional de Educación.
El pasado 8 de abril, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley que modifiquen los artículos 11 y 126 de la Ley de Educación Nacional N°26.206, que refieren a las garantías de los derechos a la educación de los niños en el aula, con el objetivo de “penar el adoctrinamiento en las escuelas”.
Dicha ley fue aprobada por el Congreso de la Nación el 14 de septiembre de 2006, y sus contenidos están orientados a “resolver los problemas de fragmentación y desigualdad de una sociedad en la cual el acceso universal a una educación de buena calidad es requisito para la integración social plena”.
La ley N°26.206 regula el ejercicio del derecho de enseñar y aprender consagrado por el artículo 14 de la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales incorporados en ella”.
Además, establece que la educación es una “prioridad nacional” y se constituye en política de Estado para “construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico y social de la Nación”.
Adorni informó también sobre la creación de un canal de comunicación para que los padres y alumnos “puedan denunciar la actividad política que no respete la libertad de expresión”. Y aseveró: “Nos entristece ver contenidos en las aulas o en actos escolares con militancia ideológica”.
“La implementación de esta línea va a afectar en mayor o menor medida el desarrollo de la clase o el desempeño docente”, aseguró a Somos Télam Santiago Resett, licenciado en Psicología y Ciencias de la Educación.
Para el investigador del Conicet, dependerá de cómo se analice cada situación denunciada para no convertir el canal de comunicación en una “caza de brujas” del que piensa distinto.
“Hay que pensar quién va a recibir esa denuncia, cómo se va a tratar, qué descargo puede hacer el docente y las partes afectadas, y qué medida se va a tomar; de lo contrario, puede generar mucho daño”, agregó.
Además, apuntó que adoctrinar es “transmitir o inculcar ideas o creencias, sean ideológicas, partidarias o religiosas” y que “la escuela no está para eso”. Y agregó: “La función de la escuela es preparar a los sujetos para desempeñarse mejor en un mundo cada vez más cambiante”.
En los últimos días, la discusión sobre adoctrinamiento llegó a la red social X, el canal de preferencia del presidente Javier Milei, en donde el jefe de Estado aseguró que “se usan las universidades públicas para hacer negocios turbios y adoctrinar”, en la previa de la Marcha Federal Universitaria, convocada para el próximo 23 de abril.
“¿Adoctrinamiento dicen?”, se preguntó el rector de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), Carlos Greco, en un video difundido en las redes sociales de la universidad en un acto.
Al dirigirse a los más de 500 graduados que recibieron su título universitario en el 42° Acto de Colación de la universidad, el rector aseguró: “En nuestras aulas, laboratorios, talleres y bibliotecas, desde la extrema izquierda hasta los máximos libertarios tienen posibilidad de expresar sus ideas, debatirlas, confrontarlas, sostenerlas y cambiarlas”.
“Nosotros no somos el problema, somos la solución”, indicó.
“Le están llamando adoctrinamiento a algo que hoy no existe”, aseveró a Somos Télam Flavio Buccino, de Argentinos por la Educación.
Buccino explicó que para adoctrinar se necesita de poder, y que dicho poder tiene que cumplir con varias condiciones: “Tiene que tener una cohesión social uniforme, es decir, una sociedad que de alguna manera acepte que exista eso y un sector con poder (el o la docente) que utilice, por ejemplo, ciertos contenidos escolares predeterminados y excluya a otros”.
Además, ese “grupo de poder” tiene la posibilidad de convertir esa selección de contenido en una acción sistemática que se dé en todas las escuelas, en todo momento, con todos los docentes.
“Hoy eso no existe”, sentenció el profesor, que además insistió en que “no hay una acción premeditadamente sistemática para adoctrinar a los pibes en una sola mirada concreta con respecto a todos los temas que tienen que ver con la educación”.
“Si un docente ‘se enoja’ con algún alumno porque opina diferente es otro fenómeno. Podríamos hablar de un abuso de la posición dominante del docente, que no es lo mismo que adoctrinar”, agregó.
Por su parte, Alejo González, investigador del Conicet y doctor en Ciencias de la Educación, aseguró que la persecución del colectivo docente en respuesta a un supuesto adoctrinamiento “no es algo nuevo, ni a nivel local ni regional”.
En diálogo con Somos Télam, apuntó que la “novedad” de este anuncio es que “la persecución a docentes tiene otro marco” y es lo que los anarcoliberales llaman “la cruzada cultural”.
Dicho fenómeno, sostuvo el especialista, tiene que ver con “un modo de entender nuestras relaciones con otros y con el mundo, que está más centrado en el individuo y corre de foco lo público y lo común”.
En ese marco, el especialista puntualizó que “las intervenciones de los docentes pueden llegar a ser fácilmente descontextualizadas a los fines de un escrache”. Y que uno de los objetivos de las denuncias por adoctrinamiento es “que se eviten ciertos contenidos que forman parte de la currícula oficial”.
Además, señaló que “la persecución a los docentes es una forma también de disciplinamiento a su trabajo” porque “se anticipa a los modos en que los docentes pueden apropiarse de una currícula educativa en clase. Más aún cuando abordan temas de debate que son complejos y ríspidos”.
“La educación consiste en favorecer el debate y el espíritu crítico. La función del docente es transmitir una serie de conocimientos científicos y estimular la capacidad crítica de sus alumnos” para que “argumenten sus posturas, despierten el diálogo y el pensamiento reflexivo”, finalizó Resett.