El presidente Javier Milei llenó horas de radio, televisión y streamings en los últimos días por una serie de exabruptos que virtió en una entrevista periodística, empezando por una cruel falta de respeto por la memoria de los caídos en Malvinas y sus familiares y camaradas en particular y la población argentina en general.
Pero ello –además de varias faltas a la verdad en otros temas, por no decir mentiras lisas y llanas- no debiera pasar por alto una cuestión que nos es muy cara a los sentimientos de quienes hacemos Somos Télam, y es el hecho de que el presidente hizo las declaraciones para la British Broadcasting Corporation (BBC), el servicio público de radio y televisión del Reino Unido.
¿Entonces?. ¿Los medios públicos deben cerrarse –como intentan con Télam, aunque no lo van a lograr- o privatizarse –como postula la denominada Ley Bases para Radio y Televisión Argentina- pero a los medios privados británicos el mandatario les da una larga entrevista, encima sin los beneficios de hablar en términos más que amigables para tres o cuatro “periodistas” de un canal de cable devenido en house organ del gobierno nacional?
Lo mismo se preguntó ayer la senadora nacional Eugenia Duré, de Unión por la Patria de la provincia de Santa Cruz, en el primer día de deliberaciones en comisiones para abordar inicialmente el tratamiento de la Ley Bases, al interrogar a representantes del gobierno sobre “qué va a pasar” con los trabajadores y trabajadoras de la radio y la TV públicas, medios “que además ejercen soberanía porque llegan a cada punto del país”.
La legisladora resaltó que Radio Nacional Río Grande “llega con sus transmisiones a nuestras Islas Malvinas”.
“Somos escuchados con las noticias de nuestro país en las Islas Malvinas”, enfatizó la legisladora santacruceña, que no dejó pasar las “declaraciones muy desafortunadas con respecto a nuestra soberanía nacional, con respecto a la admiración que tiene por Margaret Thatcher”, quien “fue la mayor criminal de guerra y quien dio la orden para que mueran argentinos“ en el hundimiento del buque General Belgrano, que navegaba fuera de la zona de exclusión de las hostilidades en la guerra de 1982.
“Y las dio (las declaraciones) a un medio público del Reino Unido, a la BBC, que tiene radio, televisión e internet públicos… Y acá quieren cerrar los medios de comunicación públicos de comunicación”, cerró Duré.
Efectivamente, la BBC es un poderoso medio de comunicación que cuenta con independencia frente a controles políticos o comerciales porque opera bajo el mandato de una Carta Real.
Desde este lado del sur del mundo, los trabajadores y trabajadoras de Télam impulsamos mediante una gran campaña de recolección de firmar apoyo para un proyecto de ley “Télam federal, información plural y transparencia para la publicidad oficial”, que tiene como pilares “otorgar un rol relevante al Congreso de la Nación, con la creación de una Comisión Bicameral Permanente de Control sobre Télam y la participación de la elección de los miembros del directorio, junto con los nombrados por el Poder Ejecutivo Nacional”.
Pero, está visto, por ahora la reacción primaria del gobierno es intentar cerrarla.
La BBC aquilata una larga trayectoria en la que en más de una ocasión provocó verdaderos simbronazos en la política británica.
El caso más notorio –potenciado por “La gran exclusiva”, una película que rescata el hecho y que se puede ver en Netflix- fue la entrevista que en noviembre de 2019 le concedió el príncipe Andrés, vinculado con el pederasta suicidado en prisión Brian Epstein y acusado de haber abusado en al menos tres ocasiones de una adolescente de 17 años llamada Virginia Giuffre.
La entrevista demolió la figura del duque de York, a tal punto que luego de su emisión –en la que no intentó despegarse de la figura de su amigo Epstein- su madre, la reina Isabel, lo despojó de sus responsabilidades reales. Dicho de otro modo: lo sacó de la cancha.
Volviendo al presente, Milei le concedió una entrevista en la Casa Rosada a la corresponsal para América Latina de la BBC, Ione Wells, quien no pudo ocultar su sorpresa ante los elogios del mandatario hacia la expremier británica Margaret Thatcher, quien ordenó el ataque al ARA General Belgrano aún cuando el buque circulaba fuera de la zona de conflicto, en el que murieron 323 personas.
Aquel no fue el único exceso presidencial –aunque seguramente sí el más doloroso- en la entrevista con el medio público británico.
Milei también insistió con un dato cuya falsedad es fácilmente comprobable, según el sitio Chequedo.com, y que es el que indica que a principios del siglo XX la Argentina era el país más rico del mundo, y que actualmente se encuentra en el puesto 140.
El dato cae por su propio peso si se consulta la única medición posible para hacer semejante afirmación, la base de datos del Proyecto Maddison, que proporciona información sobre los niveles comparativos de crecimiento económico e ingresos a largo plazo.
“De acuerdo con el último informe publicado por la organización, la Argentina comenzó el siglo XX en el puesto 13 entre 45 países relevados (según el PBI per cápita medido en Paridad del Poder Adquisitivo -PPA-) y no en el primero, como dijo el presidente”, afirma Chequeado.
En 2018 (último dato disponible) la Argentina ocupaba el puesto número 64 sobre 169 países.
Ahora bien, en 1900 la base Maddison no contaba con 169 países en su lista sino con 45. “Si la comparación se realiza considerando esta base de países, la Argentina se ubicó en el puesto número 30 en 2018”, concluye el reporte.
Milei también se internó en aguas difícilmente navegables cuando afirmó que en abril los sueldos le ganaron a la inflación, ateniéndose a un dato parcial desconociendo la brutal caída en los ingresos en los meses precedentes, que indican que los ingresos actuales muestran una caída de 14,6% con respecto a noviembre, último mes de la gestión presidencial de Alberto Fernández.
No fueron estos los únicos cauces de la exposición de Milei ante las incisivas preguntas de la colega británica, pero sí las que más pueden llamar la atención, siempre recordando que la entrevista no fue con las cadenas estadounidenses Fox, NBC o CNN, ni con los diarios El País de España, el New York Times de EEUU o Le Figaro francés, sino con un poderoso medio de comunicación público del Reino Unido que goza de una invalorable independencia política y comercial.
Como para imitar.