Miles de activistas feministas y de la diversidad sexual se movilizaron esta tarde en el barrio porteño de Barracas para reclamar justicia por Paula, Roxana y Andrea, las tres mujeres lesbianas asesinadas en el marco de un crimen de odio incendiario que tiene una cuarta víctima en recuperación, con el lema “No es libertad es odio” y “Fue Lesbicidio, el Estado es Responsable” .

Esta “acción contra el lesboodio” y en memoria de las mujeres asesinadas tuvo tal convocatoria que obligó a cortar el tránsito en la Avenida Montes de Oca para dar lugar a la concentración convocada en la Plaza Colombia donde se leyó un documento.

Fue triple lesbicidio, fue una masacre. Las prendieron fuego por lesbianas, las prendieron fuego por lesbianas pobres. Las prendieron fuego por lesbianas pobres haciendo comunidad, haciendo refugio. Las prendieron fuego por no ser funcionales al sistema cisheteropatriarcal. Las prendieron fuego con una bomba mientras dormían”, leyó Jesi Hernández, integrante de la Asamblea Lesbianxs Autoconvocadxs por Barracas. 

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El contexto del crimen

“Este crimen de odio fue agravado por las condiciones precarias de vivienda en la que se encontraban las chicas –Pamela, Andrea, Roxana y Sofi-, la ausencia de políticas públicas frente a la crisis habitacional”, agregó.

Además, señaló que “la promoción y reproducción de discursos de odio por parte del gobierno” resaltan la responsabilidad del estado en relación a este hecho, porque “esos discursos no son  gratuitos ni inofensivos, se llevan nuestras vidas”.

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Posteriormente, los manifestantes marcharon hasta el hotel de la masacre, ubicado en Olavarría 1621, donde se leyó poesía, hubo performances y se instaló un altar.

En simultáneo, se registró también una acción en la ciudad santafesina de Rosario, frente al mural Rosario Libre de Lesboodio (Arturo Ilia y Sarmiento), para reclamar justicia por la masacre de Barracas.

La voz del gobierno 

Estas manifestaciones se produce un día después de que se conociera la tercera muerte producto del crimen de odio registrado en la madrugada del lunes 6 de marzo y a una semana del ataque al que por primera vez se refirió hoy el vocero presidencial Manuel Adorni, minimizando sus implicancias.

“Nos parece muy injusto sólo hablar de este episodio cuando la violencia es algo mucho más abarcativo que simplemente una cuestión contra un determinado colectivo y hay mucha gente que lo sufre, muchas mujeres y hombres que sufren violencia y son cosas que no pueden seguir pasando”, dijo.

En la madrugada del lunes 6 de mayo un adulto mayor atacó con un dispositivo incendiario la habitación donde dormían dos parejas de mujeres, que eran sus vecinas de un conventillo de Barracas donde todos vivían.

Se trata de Justo Fernando Barrientos de 68 años, quien luego de agredir a sus vecinas intentó quitarse la vida autoprovocándose cortes en el cuello con una sierra, según fuentes policiales.

No obstante, el agresor ya fue dado de alta y sigue detenido.

Como resultado del ataque, tres de las cuatro mujeres perdieron la vida, según fuentes policiales y del gobierno porteño.

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Las víctimas fatales son Pamela Cobbas y Mercedes Figueroa –ambas de 52 años- y Andrea Amarante (42), esta última sobreviviente de la masacre de Cromañón.

La cuarta persona atacada en la habitación del segundo piso de Olavarría 1621,  es Sofía Castro Riglos (49) quien cursa “una evolución favorable, responde bien a las curaciones” en el Hospital del Quemado, está “fuera de peligro” y ya prestó declaración judicial.

Al momento del incendio, unas 30 personas debieron ser evacuadas de este edificio de tres plantas e inicialmente fueron seis los hospitalizados.

La causa fue recaratulada como “homicidio” y la investigación está a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 14 a cargo del juez Edmundo Rabbione.

Organizaciones y referentes feministas y de la diversidad sexual, calificaron como “uno de los crímenes de odio más aberrantes de los últimos años” y vincularon esta agresión perpetrada por un vecino que intentó prenderlas fuego mientras dormían, como una muestra de que  “los discursos de odio tienen efectos concretos”.