Aminata Soucko es una mujer maliense que sufrió mutilación genital. Desde que llegó a España ha trabajado para ayudar a otras mujeres que han sufrido este maltrato y actualmente es presidenta de la Red Aminata. “Cuento mi historia con una sonrisa porque yo lo que quería era mi libertad y soy libre, ahora quedan las demás”, afirma.

Aminata Soucko, superviviente de mutilación genital: “Lo que no se conoce, no se combate”

(EFE) Aminata Soucko, técnica de acción social en Farmamundi y presidenta de la Red Aminata, narra en la cinta su historia de vida. También se recogen las reivindicaciones de otras mujeres supervivientes de la MGF. /Imagen cedida por Farmamundi

EFEsalud ha entrevistado a Aminata Soucko, quien nos ha contado su experiencia y cómo ese sufrimiento se ha transformado en una vocación que busca ayudar a todas las mujeres que, como ella, han sufrido la mutilación genital femenina.

“Quiero que todas las mujeres cojan nuestra lucha como sus luchas, porque lo que nos pasa a una mujer, nos pasa a todas”, declara Aminata.

La maliense ha cumplido su sueño de ser técnica de acción social y actualmente es presidenta de la Red Aminata (Djô Aminata), que con el apoyo de la ONG Farmamundi, ha sacado el documental “Yo soy Aminata”. También acompaña a las mujeres de la Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia.

La historia de Aminata

Aminata nació en Mali y fue mutilada en su primera semana de vida. Con 17 años la obligaron a casarse. Con treinta hermanos por parte de padre, su madre compartía a su marido con otras cuatro mujeres.

En países como Mali no se valora la escolarización de las niñas, y como relata Aminata, una mujer que no tiene estudios está a la merced de un marido maltratador del que no se puede divorciar. Muchas de estas mujeres terminan suicidándose.

“La última vez una mujer se tiró con sus tres hijos al mar porque el marido no paraba de maltratarla, su familia no la aceptaba y ella no tenía donde ir. Otra se tomó veneno porque su familia no consentía que se divorciara…”, narra la maliense.

La vida en comunidad

En la cultura de Mali, al igual que en otros países de África, el matrimonio es algo sagrado y por lo tanto el divorcio es impensable, nos cuenta Aminata. Si una mujer no está mutilada, es difícil que se case, y si no está casada, será rechazada dentro de la comunidad. Para evitar esta marginación, todas las madres mutilan a sus niñas para que se casen cuanto antes.

“La mutilación no la practican por maldad, la practican por desconocimiento. En mi comunidad también hay cosas bonitas que echo de menos. Por ejemplo, si una mujer casada no puede tener hijos, nunca se va a quedar sin hijo, porque allí se vive en comunidad y todos cuidamos de todos. Sin embargo, hay cosas que odio, como el matrimonio infantil forzoso y la mutilación”, aclara.

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Manifestación contra la mutilación genital. EFE/Stephen Morrison

Abrir los ojos

Por ser la primera mujer de su comunidad en divorciarse y denunciar a su marido, fue tachada de oveja negra. Sin embargo, eso no la detuvo, porque ella tenía claro que estaba sufriendo y que no quería continuar con esa situación.

“Desde pequeñita yo veía estas injusticias pero no tenía ni voz ni voto para reclamar. Según iba creciendo mi cuerpo ya no soportaba más esos sufrimientos. Cuando llegué a España fue cuando tomé conciencia de que había cosas a las que estaba acostumbrada y no estaban bien. Lo que no se conoce no se puede combatir”, explica Aminata.

Violencia de género

Cuando Aminata llegó a España con su entonces marido, veía en las noticias de la televisión que la gente lloraba porque una mujer había sido asesinada por su pareja y preguntaba a su esposo: “¿Por qué lloran?”. La respuesta fue que en España los maridos matan a las mujeres que no hacen caso.

“Imagínate tu primer día al llegar a un país donde no entiendes el idioma, estás sola, sin familia, sin conocer las costumbres ni nada… Cuando mi marido me dijo que aquí las mujeres son tratadas de esa forma me asusté muchísimo. Yo tenía que hacer todo lo que él quisiera conmigo, él no quería que yo aprendiera el castellano, no quería que saliera, ni me enterara”, lamenta.

“Una mujer perfecta en mi cultura -añade- es la que hace caso de todo lo que le dice el marido. Mi madre decía que un matrimonio sin sufrimiento nunca tendrá hijos dichosos”.

Cuando su marido se iba a trabajar, ella aprovechaba para aprender francés y salir a la calle. Aminata pensaba que toda la población negra que había en España era de Mali también. Un día decidió acercarse a una mujer preguntando si entendía francés y le pidió que le señalase algún sitio donde podría aprender castellano.

“Él siempre me denigraba cuando estaba en casa, me decía que estudiar francés no servía para nada. Cuando aprendí castellano pude luchar, saber mis derechos y entender que todo lo que me decía mi marido sobre España es mentira”, describe Aminata.

Víctimas que son madres

Aminata no era la única que estaba sufriendo los malos tratos de su marido, pues su hija presenciaba todas estas conductas.

“Si una mujer no está bien no puede dar la atención a los hijos como toca. Yo salí de casa con lo puesto, pero él me agarraba por el cuello y me pegaba a pesar de que tenía a la niña agarrada de la mano. Mi hija pequeña siempre me dibujaba llorando, pero yo nunca he llorado delante de ella. Ella lo sentía”, relata Aminata.

Una las primeras reacciones de la comunidad de la maliense fue la preocupación de su madre. Ésta pensaba que si no mutilaba a su nieta, ésta nunca se iba a casar e iba a terminar marginada.

“Cuando mi madre me decía que mutilase a mi hija yo le decía: mamá, deja que el primer marido de mi hija sean sus diplomas y ya luego que elija con quién quiere casarse”, recuerda Aminata.

Las consecuencias de la manipulación

La mutilación es una práctica tan normalizada en África que cuando Aminata pregunta a las mujeres que llegan a su asociación si han sufrido algún tipo de violencia, nunca le confiesan que han sufrido mutilación genital femenina.

De hecho, el primer paso que dan cuando llegan a la asociación, además de acogerlas, es darles a entender que se trata de una violación de los derechos humanos.

“En mi dialecto esta práctica es llamada bololoki, que significa limpiar la mano sucia, es una forma de purificar a las niñas y a las mujeres en mi cultura. El hecho de que una mujer no tenga placer a la hora de tener relaciones sexuales nunca se relaciona con la mutilación en nuestra cultura. Es culpa de la mujer. Si una niña muere cuando la mutilan, no se relaciona con la mutilación, sino que dicen que Dios ha decidido que tenía que morir ese día”, explica Aminata.

La mutilación genital femenina: una violación flagrante de los derechos

Según la Red Aminata, de aquí a 2030 habrá 68 millones de víctimas más si no cambia nada.

En España viven cerca de 70.000 mujeres procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina (MGF), de las que más de 18.000 son menores de 14 años, según la Red Estatal Libres de MGF. Esta violación flagrante de sus derechos les afecta no solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico.

El documental que da voz a la igualdad y los derechos de la mujer

Desde la Red Aminata en colaboración con Farmamundi han estrenado un documental llamado “Yo soy Aminata” donde ella narra su historia de vida y cómo desde hace diez años acompaña a mujeres supervivientes de mutilación genital femenina (MGF) en Valencia.

La cinta también recoge las reivindicaciones de Fatou, Sitan, Grace, Simi, Salimatou, Meman, Gift o
Rougy mujeres supervivientes de la MGF procedentes de Guinea Conakri, Malí, Ghana o Gambia y
que han participado en el proyecto para dar un paso hacia la igualdad y el goce de sus derechos.El documental ha sido realizado por Valentina Jiménez y Victor Cebellan (La Cosecha), con música de los artistas senegaleses Kirama Kergui, Dauda y Check.

Los riesgos de la MGF

Según la OMS, la mutilación implica la escisión y lesión de tejido genital femenino sano y normal, e infieren la funciones naturales del cuerpo de las niñas y las mujeres. Aminata nos cuenta que más allá del desgarro y los dolores intensos, la mutilación afectó gravemente a su autoestima y sexualidad, heridas que son difíciles de curar cuya cicatriz queda marcada de por vida.

Estas son las consecuencias de la mutilación genital en las mujeres:

  • Dolor intenso
  • Hemorragia y problemas de cicatrización
  • Inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones como el tétanos
  • Problemas urinarios
  • Lesiones de tejidos genitales vecinos
  • Estado de choque
  • Trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, escasa autoestima, etc.)
  • Mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal
  • Muerte

“La mutilación te afecta al autoestima porque sabes que te falta algo pero no sabes el qué. Nos deja una secuela física y psicológica para el resto de nuestra vida”, subraya Aminata.

Una mirada al futuro

Aminata empezó concienciando a su propia familia para que no mutilasen a sus sobrinas. El tema de la mutilación es tabú en África y desmitificarlo requiere mucho trabajo, pero cuando las comunidades logran comprender la relación entre la mutilación y sus consecuencias, cuando se le llama por su nombre, terminan abandonando esta práctica.

“El conocimiento es el punto de partida en la lucha por los derechos de la mujer. No creo que sea tanto una cuestión legislativa porque ya la prohibieron en Gambia en 2015 pero la MGF sigue de manera clandestina y de hecho quieren despenalizarla. Por lo tanto, es más una cuestión de educación y de brindar recursos a las mujeres marginadas”, subraya Aminata.

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Ya han pasado más de 40 mujeres provenientes de países donde se practica la MGF por la Unidad de Referencia desde hace más de un año. /Imagen cedida por Farmamundi

Muchas veces son los hombres los que primero llegan a la Red Aminata, quienes luego acompañan a sus mujeres o novias a comenzar el proceso de regeneración, tanto en aspecto físico como psicológico. De hecho, la propia Aminata logró concienciar a su hermano explicándole las consecuencias de la mutilación. Gracias a su insistencia, sus sobrinas no han sido mutiladas.

“Cuando una mujer decidía no mutilar a su hija, yo le mandaba 80 euros del dinero de mi bolsillo. Yo soy pobre, no podía mandar más, pero les mandaba ese dinero para que se dedicaran a abrir pequeños comercios. Cuando tienen su pequeño comercio la gente no les critica porque se van a centrar en lo que venden y ellas van a poner su cabeza en el trabajo y no en las críticas”, explica Aminata. 

La Red Aminata contra la mutilación genital

El objetivo de la Red Aminata es sensibilizar no solo a las mujeres que llegan, sino también a los hombres y mujeres de las comunidades de origen. Con ello, Aminata busca ofrecer a las víctimas toda la ayuda que a ella le habría gustado recibir en su día.

En la Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia hay un equipo compuesto por psicólogo, sexólogo y médico. Además de reconstruirles los genitales, les educan en su sexualidad, pues muchas de ellas ven las relaciones sexuales como algo doloroso y carente de sentido. Además, la terapia incluye a sus parejas, puesto que juegan un papel vital en el proceso.

Desde Farmamundi, además de colaborar con la Red Aminata, acompañan a supervivientes de la mutilación genital femenina en Valencia con el proyecto ‘Cuerpo, género y tabú’, subvencionado por la Generalitat Valenciana.

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Aminata en la jornada “Creando lazos de confianza con Save a Girl Save a Generation” junto a Farmamundi. /Imagen cedida por Red Aminata

“En cuanto trabajan un poco y conocen su derecho afectivo sexual, las mujeres quieren crear sus propias asociaciones en sus países de origen para luchar contra no solo la mutilación, sino también contra el matrimonio forzoso, las violaciones y que la regla sea considerada como algo normal y natural”, explica Aminata.

A su vez, destaca que lo más importante es educar en que una mujer no tiene que dañar su parte sexual por complacer a otra persona. Ahora, el próximo objetivo de esta superviviente es fundar una casa de acogida de mujeres maltratadas en Mali (y para que sus hijas no sufran la MGF) porque los hombres tienen derecho a casarse con cuatro mujeres, pero ellas no pueden divorciarse.

“Yo no hablo todos los dialectos de África, pero hay otra mujer que he ayudado que sí. Es como una cadena en la que cada una ponemos nuestro granito de arena. Quiero que todas las mujeres cojan nuestra lucha como sus luchas, porque lo que nos pasa a una mujer, nos pasa a todas. Yo cuento mi historia con una sonrisa porque yo lo que quería era mi libertad y soy libre, ahora quedan las demás”, concluye Aminata.