n el Día del Deportista Trasplantado, la Provincia visibiliza la importancia de donar órganos y tejidos. La historia de Marianela Resch, la atleta trasplantada que se prepara para competir.
Desde hace tres años, cada 23 de agosto se celebra en territorio bonaerense, el “Día del Deportista Trasplantado”, fecha elegida en conmemoración de los “20º Juegos Mundiales de Trasplantados” que se realizaron en Mar del Plata en 2015, y que congregaron a cientos de deportistas que compitieron en atletismo, natación, ciclismo y tenis de mesa, entre otras disciplinas.
A partir del 2022, además, la Provincia incorporó por ley la categoría “Personas Trasplantadas” a los Juegos Bonaerenses, donde este año se inscribieron unos 140 participantes, 56 más que el año pasado. Una de ellas es Marianela Resch, trasplantada hepática desde 2016, quien por estos días entrena duro en el Paseo del Bosque platense para llegar primera en la prueba de atletismo (1.500metros) de los 33º Juegos Bonaerenses.
Con motivo del “Día del Deportista Trasplantado”, Francisco Leone, presidente del CUCAIBA -organismo que depende del ministerio de Salud bonaerense-, dijo que “la actividad deportiva es un derecho de todos y todas, y los Juegos Bonaerenses son una gran política pública de la provincia de Buenos Aires, además de ser un espacio de promoción de la salud que genera oportunidades y que, en el caso de las y los trasplantados, permite visibilizar la calidad de vida que un trasplante puede ofrecerle a una persona”.
La incorporación de la categoría para personas trasplantadas a los Juegos Bonaerenses, que organiza el ministerio de Desarrollo de la Comunidad a través de la Subsecretaría de Deportes, se convirtió en ley a partir de un proyecto colectivo del que participaron el CUCAIBA, la Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina (ADETRA), la diputada bonaerense Débora Galán e “Instinto Amateur”, el programa deportivo de Radio Provincia de Buenos Aires que se encarga de difundir y visibilizar el deporte inclusivo.
Esta ley reconoce a las personas trasplantadas que compiten en tres disciplinas: atletismo (1.500metros) actividad en la se anotó Marianela, natación (50 metros), y tenis de mesa.
La historia de Marianela
Marianela Resch fue diagnosticada con hepatitis fulminante en 2016. “Nunca pensé en mi vida que iba a necesitar de un trasplante para seguir viviendo”, comenta, mientras entra en calor en el bosque de La Plata, lugar en el que entrena con regularidad.
El caso de Marianela es muy significativo, porque deja en claro que no hay que transitar una enfermedad para necesitar un órgano, ya que su hepatitis fue producto de un accidente laboral: “Me tocó a mí, como puede tocarle a cualquiera”.
Luego de algunos días, el 12 de mayo del 2016, fue trasplantada con éxito. Su recuperación fue asombrosa, tal es así que pudo recomenzar de a poco con los cuidados sugeridos por su equipo de salud casi todas sus actividades. Cuenta que desde que se despertó en la terapia supo que todo lo que le había pasado “iba a ser el motor para continuar con su vida”. De ahí en adelante comenzó a buscar actividades físicas, ya que uno de sus objetivos en la vida a partir de su trasplante es “cuidar el órgano que alguien decidió donar para, de alguna manera, honrar ese gesto desinteresado”.
En poco tiempo comenzó a entrenar con la asistencia de un profesor en un grupo de corredores; esta actividad hizo que pueda ser parte de carreras de cuatro y diez kilómetros, además de otras actividades como la nueva modalidad de realizar carreras en un ambiente natural, beneficioso para el cuerpo y la mente.
Cada año, el número de personas trasplantadas en los juegos bonaerenses crece, de hecho en 2023 se inscribieron 84 personas y hoy ya son 140 los deportistas trasplantados inscriptos. Esta iniciativa da cuenta de que el deporte es una herramienta de inclusión social, además de ser un hábito que promueve una mejor calidad de vida.
En cuanto a su vida, Marianela comenta emocionada que es la misma que antes y que con los cuidados recomendados entrena aún más, y que su único cambio fue el de tomar conciencia que “decidir ser donante de órganos puede salvar o cambiar la calidad de vida de alguien que lo necesite”.